“DESTINADOS A PROCLAMAR LAS
GRANDEZAS DEL SEÑOR”
Queridos hermanos en el Señor: Os
deseo gracia y paz.
Julián Ruiz Martorell, obispo católico romano de Jaca y de Huesca |
“Destinados a proclamar las
grandezas del Señor” es el lema de la Semana de Oración por la Unidad de los
Cristianos. A lo largo de estos días oramos, nos comprometemos y caminamos.
1.- Oramos.
La unidad no se logra
solamente como resultado de un eficiente proyecto humano, ni es consecuencia
mecánica de una programación equilibrada. Es un don de Dios que hemos de pedir
con insistencia confiada y con esperanza renovada, sin cansancios extenuantes
ni agotamientos prematuros.
Como cristianos vivimos nuestra
común vocación de proclamar las grandes hazañas realizadas por Dios en la
historia de la salvación. A la luz de la resurrección de Jesucristo descubrimos
la grandeza del Señor: “su amor que estremece la tierra, que remueve las
piedras, que nos libera, que nos llama a la luz de un nuevo día” (Materiales
para la Semana de Oración por la Unidad de los cristianos 2016).
2.- Nos comprometemos a ser
fieles a la voluntad del Señor Jesús que quiere que todos seamos uno como el
Padre y Él son uno.
Con frecuencia nos preguntamos:
¿qué es lo que nos une? Descubrimos y valoramos la participación en el único
bautismo; apreciamos la importancia de la Palabra de Dios, escuchada y
proclamada con devoción, como Palabra que nos llama a la comunión y nos empuja
hacia la unidad; reconocemos el avance en el ecumenismo espiritual; somos
sensibles al crecimiento del clima de respeto y apreciamos los dones
característicos de cada confesión cristiana; nos responsabilizamos
conjuntamente en el cuidado de la creación; somos conscientes de la oración
hecha vida y realizada en común; nos estimula el conjunto de actividades del
ecumenismo práctico en el ámbito socio-caritativo; agradecemos el testimonio de
los mártires; compartimos el deseo ardiente de la unidad, aunque todavía quedan
muchos obstáculos por superar.
Pero es más importante que nos
preguntemos: ¿Quién es el que nos une? Es el Señor quien nos convoca y nos
invita a la unidad. Es Él quien, con amor, nos reprocha la incoherencia de la
división, la falta de armonía. La división entre los cristianos sigue siendo un
obstáculo para la evangelización. Es Jesucristo quien nos une a través del
Espíritu Santo, fuente de unidad y de santidad.
La vida común en Cristo será
posible en la medida en que todos y cada uno nos acerquemos más al Señor. El
ecumenismo crece cuando estamos más cerca de Jesucristo. Él nos hace reconocer
en el perfil de cada creyente el rostro de un hermano.
3.- Caminamos por senderos de
unidad, sin buscar atajos que nos lleven fácilmente y sin esfuerzo a la meta.
El recorrido lo hacemos juntos, contando con el diferente ritmo de cada grupo
de hermanos, sin acelerar el paso, pero sin detenernos, más allá de lo imprescindible,
para recuperar fuerzas y proseguir avanzando.
En nuestro mundo saturado de
palabras, donde se extiende la globalización de la indiferencia, cuanto más
unidos estemos en Cristo, a través del amor y de la misericordia, más fieles
seremos a nuestra vocación.
“A veces el ecumenismo puede
parecer complicado. Sin embargo, la comunión alegre, la comida compartida y la
oración y la alabanza común son los caminos de la sencillez apostólica. En
estos obedecemos al mandamiento de amarnos unos a otros y proclamamos nuestro
Amén a la oración de Jesús por la unidad” (Materiales para la Semana de Oración
por la Unidad de los cristianos 2016).
Recibid mi cordial saludo y mi
bendición.
+ Julián Ruiz Martorrell
Ob. de Huesca y de Jaca
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