Todos juntos
Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

lunes, 19 de enero de 2015

19 de enero. Reflexión del Prof. Dr. Pedro Langa Aguilar, OSA

ECUMENISTAS EN ESPÍRITU Y EN VERDAD

Lunes, 19 de enero del 2015.- « Fatigado del camino, se sentó junto al pozo » (Juan 4,6). Camino y pozo son términos bíblicos de trascendencia ecuménica. Este de Jesús y la Samaritana había conocido en tiempos ancestrales el encuentro de Jacob y Raquel en el crítico momento de abrevar los rebaños (Génesis 29, 1-14). Jesús detiene allí su marcha. Le puede la fatiga de la caminata, ya que viene de Judea, donde los fariseos han comenzado a difundir la especie, hecha pronto rumor, de que bautiza más que Juan, causando con ello cierto malestar en el ambiente y puede que inclusive determinando su marcha. Mientras descansa, una mujer samaritana se acerca al pozo a por agua. Todo en derredor encierra simbolismo para el pueblo de la Biblia. Jesús observa en silencio y de pronto entabla un diálogo –Dame de beber- que pasa primero por la extrañeza de la mujer, negada en principio incluso al saludo con los judíos –Cómo tú judío- ; y luego por el lugar del culto -¿En este monte (Garizim) o en Jerusalén?-. Jesús le aclara que en ninguno de los dos, pues «los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad » (Juan 4, 21-24)

En vez de búsqueda común de la unidad, las relaciones entre Iglesias están a menudo marcadas por la competencia y la disputa. Eso al menos dicen los organizadores del Octavario que ha pasado los últimos años en Brasil. ¡Lástima! Con el fin de atraerse nuevas vocaciones las comunidades tienden a ensalzar sus propios méritos y las ventajas que consiguen sus adherentes. Técnica, ésta, si bien se mira, muy de las sectas, ciertamente. Algunos piensan que cuanto más grande es la Iglesia y más alto el número de sus miembros, más fuerte es también su poder y más cerca están de Dios, presentándose a sí mismos como los únicos verdaderos adoradores. A resultas de ello, tampoco ha faltado violencia ni odio hacia otras religiones y tradiciones. Esta especie de marketing competitivo provoca un clima de sospecha entre las Iglesias y una falta de credibilidad del cristianismo en su conjunto en la sociedad. Al crecer la competencia la «otra» Iglesia se vuelve una enemiga. Desdichadamente ha sido este el reproche a menudo lanzado desde los bastiones del proselitismo. ¿Quiénes son verdaderos adoradores? ¿Y quiénes los ecumenistas de ley? Los auténticos adoradores ecumenistas no consienten que una lógica de la competencia – quién es mejor, y quién peor – contamine la fe. Necesitamos « pozos » para recostarnos, descansar y poner fin a disputas y enfrentamientos. Urge acogerse a lugares donde aprender de una vez por todas que el verdadero ecumenismo se sustancia en rendir culto «en espíritu y en verdad» al Dios Uno y Trino. ¿Por qué, pues, no caminar juntos hacia el « pozo » común de Cristo donde las Iglesias todas puedan abrevar y descansar de tantas disputas estériles, de odiosas y disgregadoras rivalidades? En los encuentros ecuménicos, por tanto, habrá que deponer el miedo a lo extranjero y despreocuparse de tener que cantar un cántico al Señor en tierra extranjera (cf. Sal 137). El ecumenismo no conoce recelos ni distancias ni pretende nunca extraños compañeros de viaje. Le apena, cómo no, ver que nuestras Iglesias se dejan vencer por la censurable lógica de los partidismos, de modo análogo a como lo hicieron los cristianos de Corinto –yo de Pablo, yo de Apolo (cf. 1 Co 1, 10-18)-, en vez de refrescarse con el agua pura de la unidad, sacada de la plegaria común. Ojalá el Espíritu que aleteaba sobre las aguas primordiales (cf. Gn 1,2) se encargue ahora de sacar unidad de nuestra diversidad.

Monte Garizim y ruinas de su templo 


Pedro Langa Aguilar


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