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martes, 24 de noviembre de 2020

PENSAMIENTOS

Bajo el título de "pensamientos" recogemos hoy una serie de pequeños artículos que como es habitual nos regala nuestro apreciado Koldo Aldai

PENSAMIENTOS

Por Koldo Aldai


LA FLOR DE LA PACIENCIA 

Nos lo leía nuestra amiga Pilartxo en la meditación de hoy a la mañana: “No puedes forzar la apertura de una flor, pues si lo intentaras, destruirías la belleza y la perfección de esa flor debido a tu impaciencia…” (Eileen Caddy en su libro “Dios me habló”) 

La magia de la vida consiste en buena medida en respetar los paréntesis, los barbechos, los tiempos de espera. Si rompemos los tiempos, nos rompemos a nosotros mismos, pues nosotros también somos ciclos. En todo tiempo, no podemos desear de todo. Hay un momento también para la reverente expectación, para el sereno anhelo, para el suspiro. Si todos los anhelos son en todo momento satisfechos, las voluntades se aplanan, la sorpresa desaparece y la vida pierde su sana tensión, su noble esfuerzo, su imprescindible desafío. 

El perfume de la flor impacientada me ha llevado hasta estas letras reposadas. En realidad vamos dejando demasiadas flores forzadas y tiradas por los caminos. Nos saltamos los tiempos y después queremos los mismos perfumes. Forzamos los cultivos, las máquinas, las comunicaciones, los procesos de toda índole, la vida… Todo ha de ir rápido, por más que aún no demos con la estrella Polar, ni sepamos del Norte. 

Los tiempos, los ritmos, los ciclos son sagrados, sagrados sus comienzos y sus finales, pero nosotros queremos todo el tiempo flores abiertas en el jarrón y aguacates blandos en la ensalada. La vida guardará siempre su sorpresa y la flor su perfume para el momento adecuado. 

LA OTRA ACTUALIDAD 

Reconozco que estoy demasiado encima de ella, que le presto excesiva atención. A menudo me cuestiono si no debiera estar más al borde de otra suerte de actualidad, si no debiera de hacer más “off” a la pantalla y más “on” a la Creación. 

Hay mucha actualidad fuera del monitor plano. El río se prepara para rugir, las cumbres para blanquear y la huerta para descansar… No sé por qué centro mi atención en las noticias de la tele. 

Millones de hongos están empujando ahora silentes la hojarasca para erguirse encima de ella. El hayedo estrena vestido que enamora al paseante. El otoño saca al mostrador de la Naturaleza sus últimas castañas, higos y nueces y yo mientras tanto pendiente de quién se hará finalmente con la presidencia en un país lejano. 

Las águilas dibujan de buena mañana sin ruido grades titulares en los cielos. La madre jabalí bajó ayer discreta ella con su fila de jabatos rayados a abrevar al río y mientras yo me dejaba la vista en el periódico, como si no hubiera otros períodos, otros ciclos y ritmos que requieren atención. 

En realidad desde el encimar de las bellotas dulces (Artegoxo) en el que vivo podría enviar a diario hermosos teletipos. La actualidad que dictan las redacciones llenas de ruido y máquinas no es necesariamente la más importante. 

La ciencia de la tierra siempre irá a la zaga de la ciencia infinitamente más adelantada de otros planos. Nada se descubre. Se trata más bien de regalos que se otorgan a la humanidad a través de mentes preparadas. Podamos ser merecedores de nuevos obsequios. 

OFRENDAR EL DOLOR 

A veces los dolores físicos se alían, se enlazan, toman uno a otro relevo. Puede no haber tregua, pueden no dar respiro. Nunca te canses del dolor, nunca renegar de él, pues él sabe cuándo, cómo y por qué manifestarse. Más al contrario respirar el dolor, ofrendarlo. Siempre habrá quien padezca más que nosotros/as. Conviene recordarlos, acercarlos a nuestros labios silentes. 

El dolor cincela el alma y marcha. No se entretiene más de lo debido. Sus cinceladas están medidas a precisión. No lo anclemos combatiéndolo. Si maldecimos el dolor, lo estaremos perpetuando; si lo ofrendamos, lo estaremos liberando. El dolor nunca es enemigo, es sólo una consecuencia que hemos creado, un agente equilibrador. Podemos desear que marche, pero dejándonos la lección aprendida. Cuando ofrendamos el dolor, tomamos conciencia de que nunca nos visita por causalidad, pues sabemos que ésta no existe. Cuando conocemos las razones por las que se acerca, el dolor deja de ser un adversario. 

Ofrendar el dolor es en buena medida sellar a futuro sus puertas, liberarnos mañana de él. Si ha de ser mañana es porque nuestra fe también ha de ser probada. Hay dos ofrendas que podemos realizar con el dolor. La primera es para aligerar nuestra propia deuda, para equilibrar nuestro balance, para contribuir a saldar aquello que sembramos y no debimos haber sembrado. 

La segunda es para aligerar el propio peso del dolor de la humanidad. Somos humanidad, somos también con sus siembras equivocadas, con su karma. Si quieres olvidarte del dolor ofrenda tu dolor para redimir el dolor del mundo, pero no porque te han aconsejado esa eficaz fórmula, sino porque te sientes humanidad, y quieres ser y sentirte plenamente ella, porque eres su fiel amante y devoto. 

VASTO PLAN 

La lectura de hoy tras la meditación matutina, también ha dejado dentro especial eco: “Tienes un lugar muy especial en todo Mi vasto Plan, y estoy esperando revelártelo cuando estés preparada” (Eileen Caddy en su libro “Dios me habló”) 

No pueda más la vana curiosidad que el genuino anhelo. Ojalá no sea el orgullo quien se adueñe de la sentencia. Siempre nos desbordará. Dicen que Su Plan es maravilloso, inmenso, cuasi infinito, y que en medio de él, cada quien teníamos un lugar único, un particular cometido. 

Ojalá nazca el firme deseo de aplicarnos. Un día podamos susurrar que estamos listos, listas. Nada se interponga ante esa Voluntad con mayúsculas. Lo que está fuera de todo duda es que sólo ocuparemos el lugar que merezcamos. Las oposiciones ahí Arriba son con Notario. 

“¡FRATELLI TUTTI!” 

Hacía falta quien nos lo recordara en los tiempos de la clausura de tantos corazones y fronteras. Quien reivindica “la civilización del amor”, quien llama a contagiarse con “los anticuerpos necesarios de la justicia, la caridad y la solidaridad” no merece tantos disparos desde tan diferentes colinas. Quien nos recuerda “urbi et orbi” que todos somos hermanos, puede contar con todo nuestro apoyo. 

De los contrario, hasta qué barranco caminaremos con nuestros viejos rencores, con nuestra munición caducada, con nuestros catecismo rojos sin actualizar… 

PANDEMIA 

Pronto será sin plásticos de por medio. El amor cobrará coraje y carrerilla. Entonces tendremos que amarnos por fin de verdad, por fin por entero. Tocará recordar que éramos, que somos hermanos. El amor era la sencilla, universal y gratuita profilaxis. El amor por supuesto entre los humanos, el amor también para con toda la Vida y la Creación. Los virus han surgido cuando hemos destruido la Naturaleza. Pocos resaltan esta cuestión fundamental. 

El amor salta todos los abismos, también las barreras transparentes. Podía más que los plásticos, las mascarillas y las distancias preventivas. Más amamos, menos miedo, más inmunidad, más anticuerpos. Los laboratorios trabajan contrarreloj para hallar la milagrosa vacuna, pero el milagro latía en nuestro kilómetro cero. La cotizada vacuna no se hallaba necesariamente en ningún tubo congelado a menos 80 grados, sino en el espacio cálido, esponjoso y mullido de nuestro propio corazón. 

LA VERDAD 

En estos tiempos de confusión y COVID todos se pegan por ella, pero ella se refugia en los corazones sencillos y puros. La verdad nunca falta a nadie, porque si así fuera negaría su propia razón de ser, su propia esencia. La verdad camina a veces en compañía de la amabilidad, otras veces de la firmeza, pero nunca, nunca de la ofensa. 

Pareciera que nos susurrara: “Sed discretos. No metáis mucho ruido, si vais a hablar en mi nombre”. La verdad rehuye la algarada, cobra fuerza cuando es acompañada por el silencio, cuando se refugia en la paz de las almas nobles. La verdad no necesita siquiera autroproclamarse, es claramente reconocida. 

Cuando alguien lleva algo de la verdad, no grita, no discute, pues sabe que ella no gusta de prisas, discusiones, ni estridencias. La verdad propia no siempre se basta a sí misma, a veces necesita también de otras verdades, siquiera trozos pequeños, de los que incluso el aparente adversario puede ser portador. 

IRA EN LAS CALLES 

No lluevan las piedras de la cólera sobre la ciudad confinada. La ira no se desata, se disecciona y transmuta. El mundo no necesita nuestra ira, necesita nuestros cantos, nuestras flores en estos tiempos difíciles. Necesita nuestro argumento y lucidez en esta hora de confusión. No habrá alba mientras que todas las responsabilidades estén siempre fuera. 

¿Cómo, por qué trajimos el coronavirus, más que por qué nos encierran? ¿Cómo podemos salir más unidos de esta crisis en vez de emprenderla con la policía? La rabia es siempre mala consejera. Ni el mobiliario urbano, ni los contenedores, ni por supuesto las fuerzas de seguridad tienen la culpa. El cuestionamiento, que no la indignación, debería enfocarse hacia nosotros mismos. 

La rabia se desata en muchas ciudades españolas y europeas ante las restricciones y medidas de confinamiento. La objeción, que nunca la ira, debería centrarse sin embargo en esta civilización materialista e individualista que hemos creado y que destruye la Creación, en este sistema que se ha alejado tanto de la Madre Naturaleza. La destrucción de la Naturaleza es la principal causa de emergencia de enfermedades infecciosas en el mundo. Pan y agua al vándalo que, en alguna medida, todos llevamos dentro. 

¡FIBRA EN LA ALDEA! 

Vino muy temprano con furgoneta pequeña y larga escalera. Para el mediodía el sólo había instalado ya la magia bajo las arquetas. Un chaval sudamericano nos ha sacado de la prehistoria. Esta semana nos han puesto la suspirada fibra en nuestra aldea. El amable joven al que cosí a preguntas, manejaba con soltura los cables, sin saber seguramente que nos estaba expulsando de la edad de piedra, que nos estaba insertando en un futuro ya no marginado. 

Embrujo de los ínfimos hilos que, incluso a las remotas geografías, nos coloca en el mañana. Que no correrá por ese hilo no más grueso que el de la caña de pescar… ¡Por ese finísimo cable sólo venga y vaya luz, nada más que luz! 

No se en qué "G", 3, 4, 5... nos encontramos, pero por ese hilo que nos conecta con toda la humanidad no pase un byte que no deba. Necesitamos todo ese mínimo grosor, todo nuestro tiempo para sembrar luz. El compromiso era para siempre, para las jornadas de labor y de fiesta, para el día y para la noche. No hay un instante libre de guardia. Ese era el acuerdo. A cambio nueva era, cable de fibra y autopistas de información; a cambio el sostenimiento, la inspiración, el acompañamiento… Ese era el trato y lo vamos a cumplir. 

Si no hacemos el debido uso, olvidemos Su Sostenimiento. Si no cumplimos, Ellas, las Grandes Almas no se entretienen en nosotros/as. A diferencia nuestra, nunca pierden el tiempo. 

CIENCIA Y ESPIRITUALIDAD REUNIDAS 

Nadie se sorprenda. No es un vulgar anuncio publicitario en medio de un muro donde mayormente colgamos nuestros sueños. Es el anuncio de un asombro. Esa sencilla imagen esta cargada de contenido. 

Cada uno de esos “pendrives” tiene una capacidad de dos "terabytes" de información, es decir una posibilidad de almacenamiento ingente. Esta imagen corrobora lo que siempre ha postulado la "Sabiduría sin tiempo" a propósito de la Ley de la Grabación. Todo cuanto acontece queda grabado. Esa grabación es la que posibilita en nuestro caso individual el postrero ejercicio recapitulatorio. 

Llegan por fin los anhelados esponsales entre ciencia y espiritualidad. Con estos asombrosos dispositivos, la ciencia oficial de alguna manera certifica que la tradición oculta no estaba equivocada, que apuntaba en en el correcto sentido: en soportes mínimos es posible acumular una capacidad de información ingente. 

La ciencia con esos “pendrives” nos está diciendo que era cierto aquel aserto de que la información de nuestra vida y de nuestras vidas anteriores se acumula en un ínfimo átomo, que algunas tradiciones denominan "simiente", puesto que es la base de la información para nuestra siguiente encarnación, o "permanente", porque nos lo llevamos de una encarnación a otra y no desaparece. Estaría alojado en el corazón y constituye lo único que nos es permitido guardar de esta vida. ¿Si no fuera por ese átomo en base a qué información se iba a establecer el baremo kármico? 

Como es arriba es abajo, el átomo permanente es nuestro minúscula memoria personal o "registro akhásico", puesto que es un material más sútil, el akhasa etérico, el que sirve de soporte. Cada vez que compremos un "pendrive" maravilloso de estos, no olvidemos que "de fábrica" llevamos ya otro, mucho más sofisticado, incorporado de por vidas. 

CUANDO SE APAGUE LA MEMORIA 

A menudo las palabras se le escapan. Las frases son puentes que se quedan a medio camino sin lograr alcanzar la otra orilla. A menudo la memoria se convierte en una tacaña señora que esconde las palabras quién sabe dónde. Pero aún con tanto verbo sin alcanzar labios, en el exilio del olvido, ella coge el gran cartón con los números y sigue descolgando el teléfono. No deja su habitual ronda de llamadas. En la lista cada vez hay más tachones, teléfonos que ya nadie descolgará, pero no se asusta por tantos que ya no están. 

Mantiene encendido el fuego de las amistades. Quien no sabe lo que es un Facebook, mantienen al día la red de mutuo afecto y cariño. Al otro lado de la línea un familiar, una amiga descuelga y se encuentra con una colección de palabras sueltas y silencios, pero con un afecto desbordado. 

Cuando las palabras se esconden, cuando se queda muda no asoma protesta alguna. Acepta esa memoria vacía sin lamento. Entonces es cuando me he de poner yo al teléfono y completar las explicaciones. Cuando me falte la memoria, cuando las palabras a mí también se me escondan o tropiecen, cuando la interlocución sea más un juego de adivinanzas, yo querré ser como ella. En los tiempos de pandemia sigue sembrando cariño sin palabras, ni abrazos. Debe ser la fe, saber cuándo y por qué el Misterio sella los labios. 

FUENTE:
Koldo Aldai 
https://www.portaldorado.com/







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