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jueves, 19 de noviembre de 2020

DIÁLOGO ENTRE RELIGIONES: UN ANÁLISIS EN CLAVE DE ECUMENISMO

DIÁLOGO ENTRE RELIGIONES: UN ANÁLISIS EN CLAVE DE ECUMENISMO 

por Sabino Ayestarán Etxeberría 


RESUMEN 

Se parte de la hipótesis de que un diálogo interreligioso, en el plano doctrinal, debe ser preparado por el intercambio de experiencias religiosas relacionadas con la oración compartida y la participación de creyentes de diferentes Iglesias en acciones sociales, orientadas a la construcción de un mundo más justo, más solidario y más cooperativo. La discusión en el plano doctrinal despierta los fantasmas de la lucha por el poder y el temor a la pérdida de identidad grupal. En cambio, la oración compartida y la participación en acciones humanitarias comunes crean un clima de cooperación que permite abordar mejor la discusión de temas doctrinales. Se hace una revisión de los movimientos ecuménicos de los últimos 100 años y se constata que, efectivamente, el diálogo entre diferentes experiencias de Dios y entre diferentes figuras del rostro de Dios es posible cuando esa experiencia no es narcisista, sino que está al servicio del proyecto de construcción de un mundo más justo, más solidario y más cooperativo 

INTRODUCCIÓN 

Al abordar el tema del diálogo entre religiones, es obligatorio que mi primera referencia sea para el libro “Unity in Diversity: Interfaith Dialogue in the Middle East(Abu-Numer, Khoury, and Welty, 2007). Es uno de los pocos trabajos empíricos que he encontrado sobre el diálogo interreligioso, escrito en un lenguaje próximo a la psicología social. Los autores de este libro identifican muy bien la mayor dificultad para el diálogo interreligioso: la tensión entre fidelidad a la propia tradición religiosa, que conduce al particularismo religioso y al conflicto con otras tradiciones religiosas, y la búsqueda de un común denominador de todas las tradiciones religiosas, lo que acaba vaciando de contenido teológico dichas tradiciones. Esta tensión es perceptible en cualquiera de los cuatro modelos que proponen para el diálogo interreligioso: 
  • El modelo del exclusivismo, donde cada participante subraya la superioridad de su tradición sobre el resto de tradiciones religiosas. El exclusivismo conduce a la intolerancia e imposibilita el diálogo interreligioso. Tolerancia significa aceptar la existencia del diferente, pero sin renunciar a la idea de la superioridad de la propia tradición religiosa sobre las demás. La tolerancia permite la coexistencia pacífica de tradiciones religiosas diferentes. Es el primer paso en el proceso de acercamiento entre personas o grupos diferentes. Hoy, se puede afirmar que la mayoría de las religiones han logrado un alto grado de tolerancia, con la excepción del Islam. En el caso del Islam, se mantiene la histórica desconfianza entre musulmanes y cristianos. Los cristianos toleran, no siempre de buen grado, la proximidad de las mezquitas. Por parte de los musulmanes, en muchas partes del mundo, hay claro rechazo y hasta abierta persecución de los símbolos cristianos. 
  • El modelo del pluralismo, donde se reconocen y se respetan las diferencias teológicas y antropológicas de las tradiciones religiosas. Respeto significa reconocer que hay algo bueno en los grupos diferentes al mío, pero evitando la cooperación entre diferentes. El respeto supone dar un paso importante en el proceso de acercamiento entre diferentes, pero manteniendo la diferencia y la separación. En el respeto, se mantiene el miedo a perder la propia identidad. Este miedo hace imposible la cooperación. 
  • El modelo del sincretismo, que subraya ciertos elementos comunes a las diferentes tradiciones religiosas (p. e., ‘somos todos hijos de Dios o hijos de Abraham’; ‘todas las religiones predican el amor’; ‘todas las religiones favorecen una ética transcendente’, etc…). El sincretismo no hace justicia a los valores de las diferentes tradiciones religiosas. Los ignora y, en la misma medida, empobrece todas las experiencias religiosas. 
  • El modelo de la cooperación entre las diferentes tradiciones religiosas, que conduce a la transformación creativa de la experiencia religiosa. En este caso, el diálogo interreligioso modifica y enriquece la comprensión y la experiencia de la propia fe. El verdadero diálogo supone cooperación en el enriquecimiento de la experiencia religiosa, lo que facilita la construcción de una nueva formulación de los contenidos doctrinales. Es lo que se entiende cuando se contrapone la negociación competitiva a la negociación creativa. En el libro La tercera alternativa, Covey (2012) expone la técnica de la negociación creativa. Consiste en construir entre personas y grupos diferentes una nueva formulación del objeto de discusión, que satisfaga, total o parcialmente, a las personas implicadas en la discusión. En la negociación competitiva, no se dialoga, se compite. En la negociación creativa, se coopera en la búsqueda de un nuevo rostro de Dios, que enriquece las formulaciones doctrinales de las diferentes Iglesias. 
Como resumen de sus investigaciones, los autores del libro sugieren que, en el diálogo interreligioso, es más importante la perspectiva de la unidad nacional que la perspectiva teológica o la perspectiva política. Es una confirmación de que la religión es un elemento importante para la configuración de la identidad nacional. 

1. FE EN DIOS Y ESPERANZA DE UN MUNDO MÁS JUSTO, MÁS SOLIDARIO Y MÁS COOPERATIVO. 

Dialogar es integrar diferentes experiencias religiosas, experiencias que refuerzan la esperanza de un mundo mejor. Benedicto XVI, en su Encíclica  Spe salvi, escribe: 

A este respecto, de Lubac ha podido demostrar, basándose en la teología de los Padres en toda su amplitud, que la salvación ha sido considerada siempre como una realidad comunitaria. La misma Carta a los Hebreos habla de una «ciudad» (cf. 11,10.16; 12,22; 13,14) y, por tanto, de una salvación comunitaria. Los Padres, coherentemente, entienden el pecado como la destrucción de la unidad del género humano, como ruptura y división. Babel, el lugar de la confusión de las lenguas y de la separación, se muestra como expresión de lo que es el pecado en su raíz. Por eso, la redención se presenta precisamente como el restablecimiento de la unidad en la que nos encontramos de nuevo juntos en una unión que se refleja en la comunidad mundial de los creyentes. No hace falta que nos ocupemos aquí de todos los textos en los que aparece el aspecto comunitario de la esperanza. Sigamos con la Carta a Proba, en la cual Agustín intenta explicar un poco esta desconocida realidad que vamos buscando. El punto de partida es simplemente la expresión vida bienaventurada [feliz]. Después cita el Salmo 144: Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor. Y continúa: Para que podamos formar parte de este pueblo y llegar [...] a vivir con Dios eternamente. El precepto tiene por objeto el amor, que brota de un corazón limpio, de una buena conciencia y de una fe sincera (1 Tm 1,5). Esta vida verdadera, hacia la cual tratamos de dirigirnos siempre de nuevo, comporta estar unidos existencialmente en un pueblo y sólo puede realizarse para cada persona dentro de este nosotros. Precisamente por eso presupone dejar de estar encerrados en el propio yo, porque sólo la apertura a este sujeto universal abre también la mirada hacia la fuente de la alegría, hacia el amor mismo, hacia Dios” (SPE SALVI, n. 14)

Difícilmente se podría expresar mejor que la fe en Dios supone salir de sí mismo, superando el narcisismo y poniendo nuestra relación con Dios al servicio de un mundo mejor. 

El Papa Francisco insiste en esta idea de la fe en Dios asociado al desarrollo humano. 

Cuando el pensamiento cristiano reclama un valor peculiar para el ser humano por encima de las demás criaturas, da lugar a la valoración de cada persona humana, y así provoca el reconocimiento del otro. La apertura a un «tú» capaz de conocer, amar y dialogar sigue siendo la gran nobleza de la persona humana. Por eso, para una adecuada relación con el mundo creado no hace falta debilitar la dimensión social del ser humano y tampoco su dimensión trascendente, su apertura al «Tú» divino. Porque no se puede proponer una relación con el ambiente aislada de la relación con las demás personas y con Dios. Sería un individualismo romántico disfrazado de belleza ecológica y un asfixiante encierro en la inmanencia (Encíclica LAUDATO_SI, n. 119) 

Los dos últimos Papas han realizado un gran esfuerzo por acercar la fe en Dios al proceso de humanización del mundo. La convivencia se construye sobre la justicia, pero exige algo más. La convivencia no es posible sin solidaridad y perdón. Éste es el núcleo del mensaje de Jesús. 

2. EL VERDADERO DIÁLOGO ENTRE DIFERENTES EXIGE LA SUPERACIÓN DEL NARCISISMO. 

Para facilitar el diálogo interreligioso, es importante que la experiencia de Dios esté asociada al proceso de maduración de las personas y de la sociedad. 

El proceso de maduración de las personas incluye la superación del narcisismo, que se expresa en este triple desarrollo: 
  • Desarrollo de la inteligencia emocional, entendida como capacidad de reconocer, expresar, controlar y transformar nuestras emociones. 
  • Desarrollo de la capacidad de cooperación entre diferentes, entendida como capacidad de construir ideas, valores y proyectos nuevos a partir del diálogo entre diferentes. 
  • Desarrollo de la capacidad de transcendencia, entendida como capacidad de autorrealización a través del crecimiento de otras personas. Esta dimensión de la transcendencia humana es la que permite establecer una relación positiva entre desarrollo personal y desarrollo colectivo. 
Nuestra hipótesis de trabajo es que el diálogo entre diferentes experiencias de Dios y entre diferentes figuras del rostro de Dios es posible cuando esa experiencia no es narcisista, sino que está al servicio del proyecto de construcción de un mundo más justo, más solidario y más cooperativo. Es lo que vamos a verificar recorriendo los últimos 100 años de los movimientos ecuménicos. 

3. HISTORIA DE LOS MOVIMIENTOS ECUMÉNICOS ENTRE LAS IGLESIAS CRISTIANAS. 

Hablamos de movimientos ecuménicos porque hay, al menos 4 movimientos ecuménicos diferentes: ecumenismo entre iglesias cristianas (luterana, ortodoxa, anglicana y romana); ecumenismo entre el cristianismo y el judaísmo; ecumenismo entre cristianismo y el islam; ecumenismo entre el cristianismo y las religiones orientales. En los últimos 100 años, han coexistido los diferentes movimientos ecuménicos (Küng, 1993; Musser y Sutherland, 2005; Abu-Numer, Khoury, and Welty, 2007; Gómez Rincón, 2008; Cárcel Ortí, 2009)

3.1. Primera etapa del ecumenismo entre iglesias cristianas (1910-1937). 

La Primera Conferencia Misionera Mundial se celebró en la Universidad de Edimburgo en 1910. Se considera que fue el inicio del movimiento ecuménico protestante, marcado por diversos hitos. 
En 1908, Spencer Jones y Paul Watson, dos episcopalianos estadounidenses, lanzaron la Church Unity Octave (Octava por la Unidad de la Iglesia), que tuvo una excelente acogida inicial en el mundo anglicano. Nueve meses después, el pastor Paul Watson se convirtió al catolicismo. La octava se convirtió pronto en un instrumento de apostolado en manos de la jerarquía católica de aquel tiempo, con el fin de bregar por la conversión de los cristianos no católicos al catolicismo cual si se tratara de un mero «retorno» al seno de la Iglesia católica. La Iglesia anglicana dejó de realizar ese octavario y transcurrió más de una década hasta que, en 1921, el mismo Spencer Jones lo sustituyó por la Church Unity Octave Council, con un sentido de búsqueda de la unión entre la Iglesia anglicana y la católica. 
  • En 1910, se realizó la Conferencia Misionera Mundial en Edimburgo, considerada el punto de partida oficial del movimiento ecuménico. En esta Conferencia se decidió la constitución de una comisión permanente de coordinación de la actividad ecuménica para promover las propuestas y proyectos surgidos en la asamblea. En particular, dos proyectos irán concretándose y desarrollándose: a) la comisión Life and Work (Vida y Acción), promovida sobre todo por el obispo luterano de Uppsala, Nathan Soderblom, para afrontar de manera coordinada los problemas referentes a la responsabilidad de las iglesias en relación a la sociedad; y b) la comisión Faith and Order (Fe y Constitución), promovida sobre todo por el obispo anglicano Charles Brent, para abordar el contencioso teológico que divide a las confesiones cristianas. Ambos organismos obedecían a sendas lógicas diversas: «Vida y Acción» estaba abierta a los problemas de la sociedad y se proponía favorecer la unidad de las iglesias a través del servicio práctico que hay que prestar a la sociedad; «Fe y Constitución», en cambio, desarrollaba una acción de clarificación inter-eclesial y se proponía promover la unidad en el plano de la doctrina. Además, también era distinta la teología que subyacía a ambos proyectos: «Vida y Acción» se inspiraba en la teología liberal y en el Social Gospel americano, que relativizaban los problemas dogmáticos; «Fe y Constitución», en cambio, se inspiraba en la teología dialéctica, que ponía el acento en la revelación y en sus contenidos doctrinales (Woolverton, 2005)
  • En 1914, Robert Gardiner envió una carta de invitación en latín al cardenal Pietro Gasparri. El papa Benedicto XV contestó que se consideraba a sí mismo como la fuente y la causa de la unidad de la Iglesia. 
  • En 1918, el obispo luterano Nathan Söderblom se acercó a numerosos clérigos católicos para invitarles a hablar de la paz (Hjelm, 2008). Se efectuó una reunión en Upsala, en el mes de septiembre. Gasparri no se tomó la cuestión como algo serio. 
  • En 1919, una delegación de obispos episcopalianos se acercó a diversas iglesias europeas. Al llegar a Roma, los recibió Benedicto XV, quien les dijo que la única unidad posible se encontraba en su retorno a la Iglesia católica. Por primera vez, Nathan Söderblom, en una carta abierta, sugirió la creación de un Consejo ecuménico de las Iglesias. 
  • En 1920, tuvo lugar la Conferencia Vida y Acción del catolicismo práctico. Acuden delegados de la jerarquía ortodoxa. Se creó un Comité de Continuación de la Conferencia Misionera Mundial en Ginebra, para sentar las bases del movimiento Fe y Constitución. 
  • En 1921, se fundó el Consejo Misionero Internacional en Londres: Obispos luteranos suecos y carta del catolicismo práctico. En ese mismo año, iniciaron las Conversaciones de Malinas entre clérigos católicos y anglicanos. 
  • En 1925, se realizó la Conferencia del catolicismo práctico en Estocolmo. Se produjo un violento ataque del canónigo católico Charles Journet contra el catolicismo práctico en su libro L'union des églises et le Chatolicisme pratique. Se reunió en Estocolmo el Comité de Continuación de la Conferencia Misionera Mundial, para programar la primera Conferencia Mundial de Fe y Constitución. 
  • En 1927, se efectuó la primera Conferencia Mundial de Fe y Constitución en Lausana. 
  • En 1928, el papa Pío XI publicó su encíclica Mortalium Animos, en la que trató con palabras duras las primeras iniciativas del movimiento ecuménico. 
  • En 1929, se realizó la primera evaluación seria del trabajo ecuménico por parte de los católicos, con el libro de Max Pribilla (1929): Um kirchliche Einheit. Stockholm, Lausanne, Rome. 
  • En 1930, Nathan Söderblom recibió el Premio Nobel de la Paz. 

3.2. Segunda etapa (1938-) 

Esta etapa coincidió con la historia del Consejo Mundial de Iglesias (CMI). Su estatuto, fijado provisionalmente en Utrech en 1938, a causa de la Segunda Guerra Mundial, no fue adoptado hasta la asamblea de Ámsterdam, en 1948. El consejo se definió, no como una super Iglesia o como una Iglesia mundial, sino como una comunidad de Iglesias que reconocen a Cristo como Dios y Salvador. Desde su fundación se han establecido 7 asambleas generales: 
  • Ámsterdam (1948); 
  • Evanston (1954); 
  • Nueva Delhi (1961); 
  • Upsala (1968); 
  • Nairobi (1968); 
  • Vancouver (1983); 
  • Canberra (1991). 
En cuanto a la Iglesia católica, el papa Juan XXIII produjo un cambio de rumbo con la creación del Secretariado para la promoción de la unidad de los cristianos, una comisión preparatoria al Concilio Vaticano II que más tarde recibiría el nombre de Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos. El 6 de junio de 1960, Juan XXIII designó al cardenal Augustin Bea como primer presidente del recién creado Secretariado. El Secretariado participó en la conferencia de Nueva Delhi y fue el responsable de la redacción de diferentes borradores de documentos críticos durante el Concilio Vaticano II, entre ellos el del decreto Unitatis redintegratio sobre el ecumenismo. 

Las últimas palabras pronunciadas por Juan XXIII en su lecho de muerte exteriorizaron su compromiso ecuménico: 

Ofrezco mi vida por la Iglesia, por la continuación del Concilio Ecuménico, por la paz en el mundo y por la unión de los cristianos... Mis días en este mundo han llegado a su fin, pero Cristo vive y la Iglesia debe continuar con su tarea. Ut unum sint, ut unum sint. 

4. POSICIÓN ACTUAL DE LA IGLESIA DE ROMA RESPECTO AL ECUMENISMO CRISTIANO. 
  • El ecumenismo debe ser fomentado por los obispos (Decreto Christus Dominus, 16)
  • Los presbíteros no han de olvidar a los hermanos que no gozan de plena comunión eclesiástica con los católicos (Decreto Presbyterorum ordinis, 9)
  • Se ha de cultivar el espíritu ecuménico entre los neófitos (Decreto Ad gentes divinitus, 15)
  • Se exhorta a los católicos a que, reconociendo los signos de los tiempos, participen diligentemente en la labor ecuménica (Decreto Unitatis redintegratio, 4)
  • Los católicos, en su acción ecuménica, deben, sin duda, preocuparse de los hermanos separados, orando con ellos, tratando con ellos de las cosas de la Iglesia y adelantándose a su encuentro (Decreto Unitatis redintegratio, 4)
  • Es necesario que los católicos reconozcan con gozo y aprecien los bienes verdaderamente cristianos, procedentes del patrimonio común, que se encuentran entre los hermanos separados (Decreto Unitatis redintegratio, 4)
  • La práctica del ecumenismo se ha de basar en: 
       - La renovación de la Iglesia como aumento de la fidelidad hacia su vocación, incluyendo movimientos bíblico y litúrgico; 
       - La predicación de la Palabra de Dios; 
       - La catequesis; 
       - El apostolado seglar; 
       - La espiritualidad matrimonial; 
       - La conversión interior; 
       - La oración unánime por la unidad; 
      - El conocimiento mutuo de las distintas Iglesias, con un mejor conocimiento de la doctrina, de la historia, de la vida espiritual y cultural y de la psicología religiosa de las otras Iglesias; 
      - La formación ecumenista; 
     - Una mejora en cuanto a la profundidad y exactitud en el lenguaje con que se expresa la doctrina de la fe. 

Pablo VI y Atenágoras I, artífices del acercamiento de la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa, que tuvo lugar en Jerusalén, el 5 de enero de 1964. La estatua de conmemoración de este acontecimiento se ubica en la iglesia de la Anunciación, en Nazaret (Adornato, 2010)

El 25 de mayo de 1995, Juan Pablo II publicó la carta encíclica Ut unum sint (del latín, Que sean uno), en la cual se instó a la unión de las iglesias cristianas mediante la fraternidad y la solidaridad al servicio de la humanidad. Ya el 10 de noviembre de 1994, en su carta apostólica Tertio Millennio Adveniente dirigida al episcopado, al clero y a los fieles con motivo de la preparación del jubileo del año 2000, Juan Pablo II instó a analizar el curso de los últimos diez siglos y señaló la falta de unidad de los cristianos entre los pecados que exigen mayor compromiso de penitencia y de conversión, al tiempo que lo calificaba como un problema crucial para el testimonio evangélico en el mundo (Braaten y Jenson, 2001)

El 31 de octubre de 1999, en Augsburgo, se firmó la Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación, por parte del cardenal Edward Cassidy en nombre de la Iglesia católica, y el obispo Christian Krause de la Federación Luterana Mundial. Joseph A. Fitzmyer, quien trabajó durante casi tres décadas en el diálogo ecuménico luterano-católico, proporcionó una contribución esencial para la elaboración de esta declaración. El documento representó un paso importante para zanjar las divisiones entre ambas denominaciones cristianas que llevaban 482 años, desde que el mismo día del año 1517, Martín Lutero clavó sus noventa y cinco tesis en la puerta de la iglesia del castillo en Wittenberg, en Alemania (Donahue, 2013)

En el 2004, se fundó la comunidad religioso-ecuménica de los Misioneros y Misioneras del Amor Sacramentado, basada en la creación de proyectos sociales que promueven el amor y el servicio, en atención a diversas obras solidarias en la comunidad, sumado a la presencia de oratorios que invitan a todos a la oración universal. 

En febrero del 2016, el papa Francisco y el patriarca de Moscú y de todas las Rusias Cirilo I de Moscú, reunidos en Cuba, firmaron una Declaración conjunta. En este encuentro histórico, dichos líderes se abrazaron después de casi mil años de separación de sus iglesias. En abril de ese año, el Papa Francisco, el patriarca de Constantinopla, Bartolomé I, y el arzobispo de Atenas y Toda Grecia, Ieronymos II, firmaron en Lesbos una declaración conjunta para manifestar su preocupación por la situación trágica de los numerosos refugiados, emigrantes y demandantes de asilo, que han llegado a Europa huyendo de situaciones de conflicto (Soloview, 2012)

Una de las personas que más ha contribuido a la promoción de la idea del ecumenismo en el siglo XX, especialmente entre los jóvenes, fue el hermano Roger Schutz, fundador de la ecuménica Comunidad de Taizé. Su visión de la unidad cristiana deriva de la creencia de que Jesús no vino para iniciar una nueva religión, sino para revelar el amor de Dios y reconciliar a la gente entre sí. Por lo tanto, según el pensamiento de Roger Schutz, los cristianos pueden ser reconciliados unos con otros mediante la oración en común, que permite la entrada del Espíritu Santo en el corazón de la acción. En 1972, los jóvenes mostraron la importancia que brindan al mensaje ecuménico de Taizé, tal como se señaló en el periódico francés Le Monde

Unos dieciocho mil jóvenes, procedentes de varios países, celebraron la fiesta de Pascua de 1973 sobre la colina de Taizé en Borgoña. La aldea se ha convertido en uno de los primeros centros europeos de agrupación de personas menores de 30 años, hasta el punto de que se hizo preciso derribar la fachada de la iglesia para agrandarla por un inmenso capitel en forma de circo (Le Monde, 25 de abril de 1973)

¿Qué es lo que arrastra a las gentes a Taizé? Visitantes lo ha habido siempre. Desde hacía tiempo, la colina se había convertido en un intenso foco de ecumenismo: protestante en su origen (1944), su comunidad monástica llevó el amor por la unidad al extremo de integrar hermanos pertenecientes a otras confesiones. Pero fue la proclamación, en 1970, del Concilio de los jóvenes la que dio lugar a un movimiento sin precedentes. En 1972, cien mil personas de más de cien nacionalidades distintas se reunieron en Taizé. El tema de esta enorme asamblea fue: Lucha y contemplación para ser hombres de comunión. 

5. SITUACIÓN DEL ECUMENISMO CRISTIANO, HOY. 

Un panorama general permite señalar los puntos siguientes referidos al estado de situación del ecumenismo hoy (Burggraf, 2003; Kasper, 2008; O’Collins, 2011; Gibellini, 2013)
  • Bautismo en un convento de Rusia. Actualmente, el valor del bautismo es reconocido por las Iglesias cristianas históricas, independientemente de cuál de ellas lo administre. La cuestión del bautismo quedó definitivamente resuelta: todos los cristianos, sean católicos, ortodoxos, anglicanos o protestantes, reconocen el valor del bautismo administrado por las demás Iglesias que no sean la suya propia. Si un cristiano desea pasar a pertenecer a otra de estas confesiones cristianas, no requiere ser bautizado de nuevo. 
  • También se produjeron avances en el reconocimiento de la validez de los matrimonios celebrados entre contrayentes de distintos credos cristianos. Un católico que quisiera contraer matrimonio con una persona cristiana no católica solo debe cumplimentar ciertos requisitos que no afectan su concepción del sacramento. 
  • La participación en la eucaristía por partes de cristianos miembros de Iglesias diferentes de la católica es deseada y pedida por muchos como signo que preludie la esperada unidad final. Si bien la práctica no fue autorizada todavía por las Iglesias cristianas, algunos teólogos han descubierto zonas de acuerdo doctrinal entre la fracción del pan y la eucaristía como presencia real de Cristo. Algunos hechos, como la prédica del primado de la Comunión Anglicana Rowan Williams en la Eucaristía Internacional en el Santuario de Lourdes, junto con las medidas que siguieron, son considerados altamente positivos en orden al ecumenismo. 
  • También progresan, aunque con dudas y dificultades, las investigaciones teológicas emprendidas en común sobre los problemas de la autoridad papal y de la llamada infalibilidad pontificia. En particular, las Iglesias católica, ortodoxa y la Comunión Anglicana se sienten menos alejadas entre sí a nivel doctrinal. 
  • Sobre problemas de índole moral, como los del divorcio o del aborto, las divergencias no son tan extremas como para excluir un posible acuerdo. En cuanto a problemas de formulación más moderna, como los de la justicia social, la vida internacional y las libertades cívicas (entre ellas, la libertad de culto, la libertad de enseñanza, la libertad de expresión, etc.), los puntos de vista son similares hasta el extremo de que las distintas Iglesias han llegado a pronunciarse a través de declaraciones comunes. 
  • Las relaciones entabladas a nivel jerárquico son muy buenas, impensables un siglo atrás. El Consejo Mundial de Iglesias, que representa al conjunto de Iglesias de la Comunión Anglicana, protestantes y ortodoxas, goza de un alto prestigio moral. La Iglesia católica no es miembro del Consejo, pero ha participado de algunas comisiones, como la de Fe y Constitución. No se excluye que en el futuro se integre en el Consejo como miembro de pleno derecho. 
CONCLUSIÓN 

“Ha sido un recorrido arduo a lo largo de un siglo dramático, pero también uno de los más evangélicos en la historia de la iglesia cristiana (Congar), en el cual la teología ha sentido cada vez con mayor urgencia la necesidad, en la lógica de la encarnación y de la redención, de salir en defensa y ponerse al servicio de lo ‘Humanum’» (Gibellini, 1998, p. 554)

Parecería que la unidad entre las distintas confesiones cristianas fuese una idea más afín entre los cristianos jóvenes, a quienes el sentido de la vida, la promoción de la sociedad, el significado de la figura de Jesucristo y la ayuda solidaria en común les importan mayormente. Quizá sea por eso que los jóvenes sigan sintiéndose tan atraídos por experiencias como la que presenta la Comunidad ecuménica de Taizé, o más recientes como la comunidad religiosa-ecuménica de los Misioneros y Misioneras del Amor Sacramentado. 

Parece que se confirma nuestra hipótesis: el diálogo entre diferentes experiencias de Dios y entre diferentes figuras del rostro de Dios es más fácil cuando esa experiencia no es narcisista, sino que está al servicio del proyecto de construcción de un mundo más justo, más solidario y más cooperativo 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 

Abu-Numer, M.; Khoury, A.I.; Welty, E. (2007): Unity in Diversity: Interfaith Dialogue in the Middle East. Washington, D.C.: United States Institute of Peace Press. 

Adornato, G. (2010): Pablo VI. El coraje de la modernidad (1ª edición). Bogotá: San Pablo. 

Braaten, C.E.; Jenson, R.W. (2001): Church Unity and the Papal Office. An ecumenical dialogue on John Paul II's Encyclical Ut Unum Sint. Grand Rapids, Michigan: Wm. B. Eerdmans Publishing Co. 

Burggraf, J. (2003): Conocerse y comprenderse: Una introducción al ecumenismo. España: Ediciones Rialp. 

Cárcel Ortí, V. (2009): Historia de la Iglesia III: La Iglesia en la época contemporánea (3ª edición). Madrid: Ediciones Palabra. 

Decreto conciliar Unitatis redintegratio sobre la unidad de las Iglesias, 21 de noviembre de 1964. 

Donahue, J.R. (2013): Joseph A. Fitzmyer, S.J.: Scholar and Teacher of the Word of God. United States Catholic Historian, 31 (4): 63-83. 

Gibellini, R. (1998); La teología del siglo XX. Bilbao: Sal Terrae. 

Gómez Rincón, C.M. (2008): Diálogo interreligioso: el problema de su base común. Bogotá: Colección Logos. Centro de Estudios Teológicos y de las Religiones - Editorial Universidad del Rosario. 

Hjelm, N.A. (2008): Nathan Söderblom. The Encyclopedia of Christianity, Vol. 5. Grand Rapids, Michigan: Wm. B.Eerdmans Publishing Co. 

Juan Pablo II (1994): Carta apostólica Tertio Millennio Adveniente. Ciudad del Vaticano: Librería Editora Vaticana. 

Kasper, W. (2008): Caminos de unidad. Perspectivas para el ecumenismo. Madrid: Ediciones Cristiandad. 

Küng, H. (1993): El cristianismo y las grandes religiones. Hacia el diálogo con el islam, el hinduismo y el budismo. Madrid: Ediciones Cristiandad. 

Lutheran World Federation and the Catholic Church y Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos (19999. Joint Declaration on the Doctrine of Justification. Ciudad del Vaticano: Librería Editora Vaticana. 

McDonald, K. (2011): El legado de Juan Pablo II: Diálogo ecuménico. En Hayes, M.A.; O'Collins, G. (2011). El legado de Juan Pablo II. Bogotá, Colombia: San Pablo. 

Musser, D.W.; Sutherland, D.D. (2005). War Or Words? Interreligious Dialogue as an Instrument of Peace. EE.UU.: Pilgrim Press. 

Pío XI (1928): Mortalium animos – Encíclica papal sobre la unidad religiosa. Ciudad del Vaticano: Libreria Editora Vaticana. 

Pribilla, M. (1929): Um kirchliche Einheit. Stocholm, Lausanne, Rom. Spiegel Bestseller. 

Soloviev, V. (2012): La gran controversia: Oriente y Occidente. Buenos Aires: Editorial Dunken. 

Wojtyła, K.J. (1995): Ut unum sint. Ciudad del Vaticano: Librería Editora Vaticana. 

Woolverton, J.F. (2005): Robert H. Gardiner and the Reunification of Worldwide Christianity in the Progressive Era. University of Missouri Press. 


Sabino Ayestarán Etxeberría 
Catedrático Emérito de Psicología. Universidad del País Vasco 
Licenciado en Psicología por la Universidad de Lovaina (Bélgica) en el año 1965, doctorado en Psicología por la Universidad de Salamanca el año 1980, se dedicó a la docencia de la Psicología en la Escuela de Trabajo social de San Sebastián (1972-1975), en la Universidad Pontificia de Salamanca (1976-1980) y en la Universidad del País Vasco (de 1981 en adelante), como Catedrático de Psicología Social .
En su actividad profesional, se dedicó a la dinámica de grupos, a la Psicoterapia de Grupos y a la formación de equipos de trabajo. Es uno de los promotores de la Asociación para la Promoción de la Tecnología Social (2003).
Desde 1997 ha colaborado activamente en las actividades de la Cátedra de Calidad de cuya red de profesores ha sido miembro desde su fundación como facilitador de equipos.







1 comentario:

  1. Algo antiguo el texto, pero muy interesante.
    Gracias por todas las publicaciones
    Nacho

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