Jesucristo, por tu resurrección te convertiste en nuestra esperanza. La muerte, la violencia y el abandono no tuvieron la última palabra. Aunque seas invisible podemos acogerte en nuestra oración, y podemos servirte en cada persona que encontramos, en particular en los que sufren. Prometes a todos la alegría de Dios para siempre. AMÉN
Comunidad de Taizé
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