Ecumenismo - Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos
Un artículo de Antonio GarcíaJiménez
Tengo ante mí el reto de escribir un artículo sobre lo vivido, en nuestra localidad, en la semana de oración por la unidad de los cristianos. Es de destacar el hecho de haber comenzado, por segundo año, en una de las localidades de nuestra Comarca del Alto Gállego. El año pasado comenzamos los actos de esta semana especial de oración por la unidad en Biescas y este año ha sido en Fiscal. Tan grato me es el recuerdo del acto en Biescas como cordial y encantador ha sido el sencillo acto ecuménico vivido en Fiscal, siempre arropados por los sacerdotes de los pueblos, por hermanas religiosas y por cristianas y cristianos de distintas confesiones que participamos con gozo del programa que cada año se elabora en algún punto de la geografía mundial, para este enero del 2016 se había preparado en la comunidad cristiana de Lituania.
El lema ha sido “Destinados a proclamar las grandezas de Dios”, y el texto base está en la primera epístola de Pedro, capítulo 2 y versículo 9, ahí el apóstol nos dice que Dios nos ha elegido “para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”. En verdad que las virtudes de Dios han sido denostadas a lo largo de los siglos y puede que este tiempo que vivimos de relativismo y falta de fe, tenga mucho que ver con ese acontecer histórico.
El empeño de Jesús de Nazaret fue presentar a Dios como un Padre bueno, perdonador, acogedor, sanador, restaurador de esperanza cuando todo parecía perdido: “mi siervo está enfermo…, mi hija vive atormentada…, mi hermano ha muerto…”. Y así, tras los encuentros de Jesús con la enfermedad y la muerte sucedía que “la gente se llenó de asombro y glorificaron a Dios” (Mateo 9: 8) por los sorprendentes resultados.
Hemos meditado en los textos propuestos, que somos “sal” y somos “luz” para tanta vida “insípida” que nos rodea y para tantas “tinieblas” en las que viven muchos corazones. Tan solo hemos de seguir las enseñanzas del Maestro de Galilea en las bienaventuranzas, muy bien presentadas en la meditación que llevó Luis Alberto Remón García, el párroco de Sallent de Gállego; me encantó el énfasis que puso en el texto “Alegraos y estad contentos…” (Mateo 5: 12). Por algo se dice siempre que la alegría es contagiosa.
Terminaron los actos de la semana con la conferencia sobre la “Influencia del judaísmo en el cristianismo” a cargo del teólogo Álvaro López Asensio. Que por cierto nos supo a poco, el tiempo voló literalmente, pero tomamos nota para retomar este interesante tema en un futuro.
Formar parte del Equipo Ecuménico es cada vez más “fácil” para mí, un mismo Dios nos ha creado y nos ha redimido al dar a su Hijo por amor a la humanidad. No queramos ninguno apropiarnos de algo que es de todos. Me siento amado por Dios, y sé muy ciertamente, que ese mismo Dios ama a cada persona que habita en este planeta, a cada criatura que vemos y que nos alegra la vida. Sean las aves con sus cantos, estas preciosas montañas que nos rodean o los ríos que discurren por nuestro entorno. Todo es para nuestro beneficio y sustento de parte de un “Padre nuestro”, de todos sin excepción.
Termino con las estrofas del último canto de nuestro acto: “¡Qué bien todos unidos!”
¡Qué bien! Todos unidos, mano con mano en el luchar.
¡Qué bien! Todos hermanos en el sufrir y en el gozar.
Nosotros queremos Señor, amarte amando la tierra;
queremos dejar tras nosotros, un mundo mejor, una vida más bella.
Nosotros queremos Señor, correr con la antorcha encendida;
queremos dejar el relevo, un fuego mejor, una llama más viva.
Artículo publicado en:
BOLETÍN ENE.-FEB. 2016
COMUNIDAD ECUMÉNICA CRISTIANA JAUME MASVIDAL·
nº 7/ 022016
Algo está estallando en nuestro mundo, a partir de la aproximación entre las iglesias cristianas. ¿Será porque la oración de Jesús "que todos sean uno" entronca bien con la necesidad de hacer entre todos un mundo mejor?
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