¿Qué significado tiene la Semana Santa?
¿Cómo se vive la Semana Santa?
COMO VIVIMOS LA SEMANA SANTA LOS CATÓLICOS
La Semana Santa para nosotros es vivir una experiencia difícil de contar y fácil de vivir. Contado queda muy frío. Vivido esta lleno de calor.
En la Semana Santa no celebramos algo que sucedió sino algo que está sucediendo. Hoy hay cristos que sufren, mueren y resucitan hay verónicas, hay Pilatos que se lavan las manos, hay soldados que clavan clavos, mujeres al pie de la cruz, hay Pedro que niegan y Judas que traicionan… hoy, seguimos estando todos, los que estaban aquellos días al lado de Cristo, para bien o para mal. Siguen en pie todos y cada uno de los personajes de la Pasión. Celebramos la Semana Santa de entonces y la de ahora. La liturgia no es solo vivir y celebrar cosas que sucedieron, también vivimos y celebramos cosas que están sucediendo.
También celebramos el perdón de Dios. Todas las parroquias organizan una celebración del perdón. Cristo se quedó en la Eucaristía, murió, resucitó para perdonar nuestros pecados y llenar de luz nuestra vida murió. Por eso nos acercamos al Sacramento del perdón.
Domingo de Ramos. Comienzo. Entrada de Jesús en Jerusalén. Un pequeño ramo en nuestra mano simboliza el hosanna, al Hijo de David. Como entonces, también hoy desfilamos con una rama de olivo en la mano y clavos en el bolsillo.
Lunes santo: Una descortesía y una cortesía; un desprecio y una acogida. El fariseo que no le besa, que no le lava los pies, como era costumbre al entrar invitado en una casa y la mujer que lava sus pies con perfume.
Martes santo: Uno de vosotros, me va a entregar y compartió con él, con el que renunció a ser amigo, un trozo de pan untado.
Miércoles santo: El negocio de una venta. La traición más grande de la historia. Yo os lo entrego y me dais 30 monedas. Luego las monedas rodaron por el suelo.
Jueves santo. El día del amor más grande. Se abre la cátedra del amor. El profesor es el mejor. Los alumnos todavía seguimos aprendiendo. Presencia de Cristo en la Eucaristía. “Tomad y comed, tomad y bebed, esto es mi cuerpo, esto es mi sangre”. Ya lo dijo: Yo estaré con vosotros hasta el final de los tiempos y el gran ejemplo del amor: lavatorio de los pies. En la celebración de la tarde: vivimos el gesto del lavatorio, el celebrante de la Eucaristía del Jueves Santo lava los pies a un grupo de fieles de la parroquia, mientras cantamos: “Un mandamiento nuevo”, este será nuestro distintivo: el amor Después de la Eucaristía, con una sencilla procesión, queda el Santísimo en el Monumento, en muchos lugares toda la noche, en otros hasta altas horas de la noche, para continuar la adoración y la oración el viernes santo por la mañana, hasta la celebración de la tarde. Se cierra la iglesia, después de una oración conjunta de la comunidad.
Viernes santo. El día del dolor. A la tarde, se celebra la liturgia de la pasión, según San Juan. Adoración de la Cruz. Es una liturgia sobria y serena, dolorida y dolorosa. Se retira el Santísimo del Monumento y todo queda en silencio. Cristo ha muerto, guardamos luto, por él y por tantos y tantos muertos. Lo mejor del Viernes Santo: el regalo de la madre. Solo le quedaba ella, la Madre, y también nos la dio, se fue con las manos completamente vacías y llenó las nuestras. A la noche o a la mañana o por las calles o dentro de la misma iglesia, rezamos el vía crucis. En muchos lugares el vía crucis va acompañado de preciosas y bellas imágenes de la Pasión, adornadas e iluminadas. Son los “pasos” de la Semana Santa.
Sábado de Pascua y domingo de pascua. Sabemos muy bien que la vida de Cristo y las nuestras no terminen el Viernes Santo. La luz, la gloria, la vida, esperan al amanecer. La Vigilia Pascual del sábado, ya entrada la noche: la bendición del fuego nuevo, el Cirio Pascual, nuestras pequeñas luces en la mano, el pregón de la Pascua, la historia de la salvación, la bendición del agua y el bautismo, la renovación de las promesas del Bautismo en la aspersión con el agua y una luz en la mano y el aleluya repetido muchas veces al final de la celebración. El sábado de Pascua es el día de la gran celebración en la Iglesia, todas las celebraciones del año van hacia ella y todas nacen de ella. Y el domingo de Pascua es seguir viviendo la alegría, la luz, el buen olor de Cristo resucitado. Queda durante toda la Pascua el cirio encendido, las flores, la luz, el aleluya y la alegría.
Somos hombres y mujeres, niños y jóvenes, que pasaron, sí, por el viernes santo, pero no era este nuestro destino, el nuestro es la mañana de Pascua. El aleluya del Domingo de Pascua, marcará toda nuestra vida.
Mosén José Manuel Pérez, sacerdote católico, párroco de
"Cristo Rey" de Sabiñánigo
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