ECUMENISMO: POR QUÉ, PARA QUÉ
(2ª parte)
D. JULIÁN GARCÍA HERNANDO
Fundador Instituto “MISIONERAS DE LA UNIDAD”
3. VARIEDAD DE ECUMENISMOS
Si bien el ecumenismo es uno sólo y el mismo para cuantos están implicados en él, los caminos por los que discurre, las tareas en que se realiza, y las situaciones de las personas que lo promueven es múltiple y variada. Por eso se suele hablar de distintos ecumenismos. Como diría el cardenal Congar:
“El ecumenismo es como un órgano con cuatro teclados y con muchos registros. El ecumenismo va todo él dirigido hacia el futuro, hacia el Reino, pero mantiene su referencia a la Escritura y a la tradición, a la vez que revisa nuestras antiguas querellas tomadas desde sus raíces. Se centra en la unidad de la Iglesia y en la unidad de la humanidad. Es teológico y práctico, doctrinal y secular, espiritual y sociopolítico. No debe restringirse su ambición…
No cabe pensar en el ecumenismo sin tener en cuenta la tensión entre lo personal y lo institucional. La historia enseña, sin embargo, que la primacía recae al principio sobre el individuo, sobre los pioneros del ecumenismo, hombres carismáticos que con una visión profética emprendieron la andadura ecuménica antes de que éste tomara formas propias de lo ‘institucional’”.
3.1. Ecumenismo doctrinal
La separación de las iglesias se produjo, principalmente, por motivos teológicos y cuestiones doctrinales, presentes todavía entre las diferentes iglesias. Para intentar salvar esas diferencias se han suscitado innumerables coloquios, encuentros y diálogos a diferentes niveles, que pretenden dar verdaderos pasos hacia la unidad cristiana en plenitud. Es innegable que existen otras dimensiones ecuménicas no estrictamente doctrinales y que, sin resolverse, difícilmente se hace creíble una eventual unidad cristiana.
Pero es del todo incuestionable que el diálogo doctrinal está hoy en el núcleo del movimiento ecuménico, por ello las comisiones mixtas de teólogos, representantes de las diversas iglesias en el diálogo doctrinal, constituyen la mejor prueba de que las comunidades cristianas están seriamente comprometidas en el movimiento ecuménico.
Pero es del todo incuestionable que el diálogo doctrinal está hoy en el núcleo del movimiento ecuménico, por ello las comisiones mixtas de teólogos, representantes de las diversas Iglesias en el diálogo doctrinal, constituyen la mejor prueba de que las comunidades cristianas están seriamente comprometidas en el movimiento ecuménico.
Son muchos los documentos resultantes de múltiples diálogos bilaterales (entre dos Iglesias) o multilaterales (entre tres o más tradiciones eclesiales). En su elaboración, que lleva normalmente años de trabajo, participan teólogos y pastores de las iglesias implicadas en el diálogo. Son resultado de un amplio movimiento que mira hacia el futuro, no pretenden decir la última palabra, ni seguramente han alcanzado la mejor de las posibles.
Teniendo en cuenta que en la composición de los equipos mixtos participan delegados oficiales y teólogos de diferentes nacionalidades y de diversas tradiciones teológicas, los trabajos tienen unas características especiales, entre las que hay que destacar su provisionalidad, porque de un documento teológico interconfesional no puede exigirse la precisión y exactitud termino lógica que cabe esperar de un documento confesional; todo texto, por imparcial que se confiese, comporta una cierta ambigüedad, la cual va desapareciendo a medida que las interpretaciones y lecturas de unos y otros, criticándose mutuamente y dentro de la provisionalidad, van convergiendo en textos posteriores que enmiendan lagunas; cada documento es jalón necesario para la siguiente etapa que conduce a la meta final.
Si el texto está firmado por teólogos, pastores o sacerdotes de grupos ecuménico s privados, sin oficialidad eclesial alguna, su autoridad depende del grado de solidaridad y verdad que mantengan con la fe de su propia Iglesia. En ningún caso el texto o declaración en cuestión implica a las Iglesias como tales, ya que son grupos no oficiales, pero con frecuencia su peso moral es una importante contribución a la tarea teológica interconfesional.
Si el texto está firmado por los miembros de los equipos mixtos o comisiones oficiales, pero todavía no ha recibido el respaldo de las jerarquías eclesiásticas, no goza de valor oficial y por tanto sus conclusiones permanecen bajo la sola responsabilidad de sus autores. De ahí que no sea considerado todavía como “declaración de Iglesia” y no autorice el cambio de la disciplina o normas vigentes. El hecho de que sea publicado significa que puede ayudar y enriquecer la reflexión teológica y el cambio de mentalidad del pueblo fiel.
Los interlocutores del diálogo intereclesial son, como se ha dicho, múltiples y es interesante destacar que desde el concilio Vaticano II, la experiencia de la Iglesia católica, es inédita en la historia. Ningún concilio tras las viejas divisiones de oriente y occidente, a excepción del concilio de Ferrara-Florencia [1438-1442], había considerado a las otras iglesias y a sus miembros sino bajo la perspectiva del anatema. Los padres del Vaticano II se plantearon por primera vez en la historia, la posibilidad de referirse a ellos fuera de todo contexto polémico. El diálogo venía a sustituir a la polémica. Y en el nuevo contexto, el diálogo doctrinal ocupa un puesto de honor.
(CONTINUARÁ ...)
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