“Por muchas razones todos amamos la paz
y deseamos la concordia.
Valoramos mucho la unidad de los cristianos, pero entre nosotros existen diversas
opiniones sobre cómo alcanzar este gran don
y qué medios utilizar para llevar a buen término esta sagrada tarea.
En esto estamos divididos”.
Valoramos mucho la unidad de los cristianos, pero entre nosotros existen diversas
opiniones sobre cómo alcanzar este gran don
y qué medios utilizar para llevar a buen término esta sagrada tarea.
En esto estamos divididos”.
ECUMENISMO: POR QUÉ, PARA QUÉ
(1ª parte)
Fundador Instituto “MISIONERAS DE LA UNIDAD”
1. INTRODUCCIÓN
Las palabras que introducen nuestro tema fueron pronunciadas por el cardenal Bessarión en el discurso dogmático sobre la unidad de la Iglesia durante el concilio de Florencia [1439], en el que se logró una pasajera unión entre la Iglesia católica y la ortodoxa. Después de más de quinientos años estas palabras continúan teniendo tristísima realidad. ¿Cómo conseguir la unidad entre los cristianos todavía divididos e incluso enfrentados?
El 30 de mayo de 1995 fue presentada en el Vaticano y también en Madrid la duodécima encíclica del fallecido Papa Juan Pablo II, que lleva por título “Ut unum sint” (“Que sean uno”). Es la primera vez que una encíclica aborda el tan importante como insoslayable tema del ecumenismo. Con su estilo peculiar el Papa habla de las condiciones y el método a seguir para acelerar el proceso de acercamiento en el que se hallan comprometidas las iglesias, que se preocupan del problema de su desunión.
En su escrito, el Papa reitera el compromiso adquirido por la Iglesia católica en el concilio Vaticano II, de promover el movimiento ecuménico, tendente a la consecución de la unidad: “El ecumenismo, el movimiento a favor de la unidad de los cristianos, no es sólo un mero ‘apéndice’ que se añade a la actividad tradicional de la Iglesia. Al contrario, pertenece orgánicamente a su vida y a su acción y debe, en consecuencia, inspirarlas y ser como el fruto de un árbol que, sano y lozano, crece hasta alcanzar su pleno desarrollo”.
2. ECUMENISMO: ¿UNO O MÚLTIPLE?
En realidad no hay más que un solo ecumenismo. El ecumenismo apoyándose en la base doctrinal común a todos los cristianos, trata de acortar distancias entre las iglesias para llegar a la unidad de las mismas. En cuanto método o sistema para alcanzar su objetivo, es común a todas las iglesias que se hallan empeñadas en esta causa.
Cuando los padres conciliares empezaron a estudiar el esquema preparatorio sobre el decreto de ecumenismo, se les presentó esta formulación: “Principios del ecumenismo católico”.
Alguien, precisamente el entonces arzobispo de Zaragoza y luego de Madrid, Casimiro Morcillo, les hizo reparar en lo incorrecto de tal formulación. No debía de hablarse de ecumenismo católico, como si éste estuviera contrapuesto al ecumenismo protestante u ortodoxo. El ecumenismo no puede ser más que uno. La formulación más exacta sería decir: “Principios católicos del ecumenismo”.
Al cambiar el emplazamiento del adjetivo católico, para referirlo a los principios en que se basa la acción ecuménica y no al ecumenismo, en cuanto metodología, se dio un paso importante en el camino de la reconciliación. Es cierto que los principios doctrinales de la Iglesia católica son distintos de los de las otras iglesias. Si fueran los mismos ya no habría necesidad de la labor ecuménica, porque ya se habría verificado la unión.
Pero, si bien los principios doctrinales todavía son divergentes, el método que deben utilizar todos los ecumenistas, para acabar con las diferencias, debe ser el mismo. El ecumenismo es como una baraja, la misma para todos, y que han de utilizar cuantos se hallan empeñados en el tan difícil como santo juego de la reconstrucción de la unidad. Las mismas cartas para todos, si se quiere que ese maravilloso juego sea realmente leal.
(Continuará ...)
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