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sábado, 9 de febrero de 2013

TISSA BALASURIYA, TEÓLOGO DEL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO


El pasado 17 de enero se apagaba en Colombo la voz de Tissa Balasuriya (Kahatagasdigiliya, Sri Lanka, 1924) tras un largo recorrido vital, intelectual y académico por todos los continentes y por los diferentes campos del saber. Era uno de los teólogos católicos más prestigiosos del continente asiático. Gozaba de una excelente formación interdisciplinar, que le permitía hablar con autoridad sobre economía, ecología, teología, sociología, etcétera. Su primera titulación fue en Economía en 1945, que completó con un posgrado en Economía Agrícola en la Universidad de Oxford. En la Universidad Gregoriana de Roma obtuvo dos licenciaturas: en Filosofía y Teología, que posteriormente amplió en el Instituto Católico de París y en la Facultad de Sociología de París. Pertenecía a los Oblatos de María Inmaculada.

Balasuriya con su libro 'María y la liberación humana', en 1996.

En la década de los setenta creó el Centro para la Sociedad y la Religión, lugar de formación y debate de prestigiosos políticos, académicos y estudiantes de las diferentes tendencias ideológicas sobre los problemas económicos, sociales, políticos y religiosos a escala nacional e internacional. Por esos mismos años fundó con otros colegas la Asociación Ecuménica de Teólogas y Teólogos del Tercer Mundo, que agrupa a figuras relevantes de la teología de la liberación de Asia, África y América Latina.

Su teología se ubica en el horizonte de las tradiciones culturales y religiosas asiáticas en diálogo fecundo y mutuamente interpelante con el cristianismo, religión minoritaria en Asia. Una teología que cuestiona la universalidad de la teología occidental, libera el discurso religioso del colonialismo cultural y lo reubica en el contexto del pluriverso religioso. El resultado de dicha inversión hermenéutica es una reflexión teológica no dogmática, pluralista, en diálogo interreligioso e intercultural y crítica del neoliberalismo.

Una de sus obras más emblemáticas es María y la liberación humana, donde reformula algunos de los dogmas sobre María de Nazaret, como la virginidad y la maternidad divina, cuestiona la doctrina del pecado original, subraya el carácter revolucionario del Magnificat y presenta a la madre de Jesús como la mujer fuerte que acompaña a su hijo hasta el momento de su ejecución. El libro debe leerse en el contexto en el que se escribió: el continente asiático multirreligioso, multicultural y multiétnico, caracterizado por la injusticia estructural y la múltiple conflictividad. El Vaticano II lo consideró plagado de errores, lo condenó y obligó al teólogo a firmar la siguiente profesión de fe sexista: “Reconozco que Cristo, al llamar solo a hombres como apóstoles suyos, no se guió por motivos sociológicos y culturales propios de su tiempo, sino que actuó de forma totalmente libre y soberana. Por eso, acepto y creo firmemente que la Iglesia no tiene la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres”.

Balasuriya se negó a firmarla y el cardenal Ratzinger, entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, le notificó la excomunión ratificada por el Papa en 1997. La excomunión debió de pesar mucho sobre la conciencia de ambos mandatarios del Vaticano, ya que posteriormente le fue levantada, no sin antes exigirle que en adelante sometiera sus textos a la censura eclesiástica. Balasuriya no admitió los errores de los que se le acusaba y siguió interviniendo en numerosos foros de teología de la liberación, como el celebrado en Porto Alegre de 2005, donde le conocí personalmente.

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