Felicitación de una familia de amigos
No existe un regalo mejor que la vida de nuestros hijos
Estas Navidades van a ser especiales. Y lo serán porque hemos pedido a los Reyes Magos que os traigan de nuestra parte un regalo especial: la capacidad de sentir a vuestros hijos como un privilegio, como una bendición que cada uno ha tenido la suerte de recibir.
Da igual que nuestros hijos no se ajusten a nuestras expectativas; no importa que sus conductas nos molesten o que sus palabras nos hieran. Los suspensos y las mentiras no importan. Ni que se salten las normas con el ordenador o abusen de nuestra confianza.
Con este regalo veréis que lo que importa es su existencia, sus grandes talentos y su originalidad.
Ellos siguen siendo aquellos bebés preciosos que colmaron todas nuestras ilusiones al nacer. Siguen teniendo la misma sonrisa y aquellos ojos brillantes.
Su comportamiento no nos gusta pero su esencia, su alma, su persona… ¡es un regalo impagable!
No son hijos a la carta. Tienen lo mejor y lo peor de ellos mismos ¡y de nosotros! Y con todo eso, forman un ser único que se merece ser amado por lo que son. Sin cambios. Sin rebajas ni condiciones. Con sus imperfecciones son perfectos.
Si contemplas a tu hijo desde la perspectiva de la conciencia, del amor generoso y del respeto sincero te darás cuenta de sus infinitas cualidades. Abrirás los ojos y verás otro hijo diferente al que ha sido este año: un niño rico en matices, poderoso e infinito, con especiales habilidades y capacidades, las cuales le hacen ser él mismo y no su hermano o su compañero de clase. ¡Él mismo! Un ser único en el mundo que necesita de tu visión también única.
Abre los ojos estas Navidades y no lo mires como lo miraste ayer. Míralo como un ser evolucionado, crecido y enriquecido, un ser valioso con una misión en el mundo; como tu mejor trabajo de orfebrería.
Acércate a él cuando menos lo espere y felicítale estas Navidades diciéndole lo feliz que te hace y lo importante que es su existencia para ti. Dale un abrazo insólito y extraordinario, de aquellos que transfieren satisfacción y orgullo, especialmente cuando nuestros hijos no se sientan merecedores de él.
¡Feliz y sentida Navidad!
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