ADVIENTO-2012
(Carta de Adviento por Fernando Jordán)
ABRE TU PUERTA
Queridos hermanos:
Al comenzar el Adviento percibimos un “timbrazo de la puerta de casa” con el que alguien nos llama a la vigilancia para que no nos quedemos dormidos y sepamos por el contrario encender la llama de la esperanza.
Es como el tiempo de los preparativos de una fiesta… o como el del embarazo de una madre… De hecho, este tiempo está marcado por una mujer embarazada: María.
Este momento de nuestra historia, marcado por el paro, dolor, inestabilidad social en algunos ambientes, está necesitado de salvación y por eso el Señor “ha rasgado los cielos y ha bajado” para estar, compartir y salvar a la humanidad.
Vivimos el Adviento y Dios también quiere vivirlo porque quiere salvar nuestros abandonos, nuestras faltas de fe, indiferencias…y hacerse presente en nuestras vidas.
Queremos vivir seducidos por la bondad de Dios que se encarna en su Hijo y para ello necesitamos prepararnos con solicitud y velar para poder reconocerle y acogerle. Es lo propio del Adviento. El Señor está cerca, el Señor viene. Es el tiempo de prepararnos, de ponernos a punto, de abrirle nuestra puerta.
Sin preparación Dios pasa desapercibido, “tapado” por las cosas e intereses humanos y esto provoca el “enfriamiento” de nuestra positiva tensión de encuentro con Él. Tenemos tantas cosas que nos ocupan, que Dios puede quedar relegado. No nos da “gritos”, nos deja vivir según nuestra libertad…y se queda arrinconado. El frío en el corazón comienza por las pequeñas cosas, pequeños olvidos y distracciones. El cariño si no se cultiva y alimenta, muere. Si no vivimos atentos, cuando nos demos cuenta, Dios se ha ido difuminando de nuestra vida, ha ido desapareciendo de un modo muy sutil.
El Adviento, tiempo de preparación de la Navidad supone ejercitarnos en descubrir a Dios en nuestra vida. Es hermoso decir que el Niño–Dios está en el “pesebre”, y además eso es fácil, porque el Niño es para nosotros una representación hermosa.
Pero Dios está en la rutina de la vida, en los hermanos enfermos, en los ancianos, en quienes se levantan cada día y no saben donde poder trabajar…Y descubrirle ahí ya no es siempre tan fácil.
Dios está junto a ti y en ti quiere anidar para amarte. Quiere que desde ese pesebre de amor que ha de ser tu corazón, hagas y hagamos una casa donde se cultive el cariño, donde el dolor se comparta y la alegría se extienda. Quiere en definitiva que vivamos fiándonos de Dios, liberándonos de los apegos que no nos dejan ser personas en plenitud.
Dejémonos querer, abramos la puerta de nuestra casa a la llamada de Dios Amor, y así descubriremos al Dios encarnado y cercano, al Dios visible, al Dios que necesitamos, al Dios que puede hacer de nuestras vidas espacios de amor, esperanza y alegría
Con afecto,
Fernando Jordán Pemán
Párroco del Inmaculado Corazón de María. Jaca
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