Todos juntos
Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

miércoles, 1 de febrero de 2023

CONCLUSIÓN SOUC - 2023

Los actos del pasado miércoles 25 de enero dieron fin al Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos 2023


Ciertamente han concluido los actos y eventos, reuniones y encuentros organizados durante ocho días del 18 al 25 de enero para orar por la unión de todos los cristianos con la denominación y tradición a que pertenezcan en la Iglesia de Cristo, la que el Señor inició, la que amó, la que nos entregó y por la que oró 

20 Mas no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, 21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. (Juan 17:20-21. versión Reina-Valera 1960)

Pero no por ello ha terminado nuestro deber de orar, de seguir orando por la Unidad de los Cristianos, comenzó ese mismo día 25 un nuevo periodo de oración que nos llevará hasta el próximo 18 de enero, ya será en 2024, oremos pues con el himno propuesto por un grupo de cristianos de los Estados Unidos de América (EEUU) convocado por el Consejo de Iglesias de Minnesota

Himno Many and great, O God (Dakota Hymn)

Muchas y grandes tus obras son.
Creador de Cielo y tierra.
Tu mano puso estrellas al cielo
montes y llanos has esparcido,
por tu palabra l agua brotó,
tu voz escucha el mar.

Que entre nosotros tu siempre estés.
Sé tú el principal.
en medio nuestro ven tu a morar
contigo esté el don de la vida.
Bendícenos con vida sin fin.
Vida eterna en ti.

En este mismo sentido, en el de orar sin cesar, el de seguir caminando y trabajando en ese fin animaba Francisco en la Homilía de la celebración ecuménica en la Basílica de San Pablo extramuros de Roma el miércoles, 25 de enero de 2023, "Todos juntos caminemos por el camino que el Señor nos ha puesto delante, el de la unidad"


CELEBRACIÓN DE LAS SEGUNDAS VÍSPERAS
LVI SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO

Basílica de San Pablo extramuros
Miércoles, 25 de enero de 2023

Acabamos de escuchar la Palabra de Dios que ha marcado esta Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Son palabras fuertes, tan fuertes que podrían parecer inoportunas mientras tenemos la alegría de encontrarnos como hermanos y hermanas en Cristo para celebrar una liturgia solemne de alabanza en su honor. No faltan hoy noticias tristes y preocupantes, por lo que con gusto prescindiríamos de los "reproches sociales" de la Escritura. Y aún así, si prestamos atención a las inquietudes del tiempo en que vivimos, con mayor razón hemos de interesarnos en lo que hace sufrir al Señor, por quien vivimos. Y si nos hemos reunido en su nombre, no podemos más que poner al centro su Palabra, que es profética. En efecto, Dios, con la voz de Isaías, nos amonesta y nos invita al cambio. Amonestación y cambio son las dos palabras sobre las que quisiera proponerles algunas ideas esta tarde.

1. Amonestación. Volvamos a escuchar algunas palabras divinas: «Cuando ustedes vienen a ver mi rostro, […] no me sigan trayendo vanas ofrendas; […] cuando extienden sus manos, yo cierro los ojos; por más que multipliquen las plegarias, yo no escucho» (Is 1,12.13.15). ¿Qué es lo que suscita la indignación del Señor, al punto de reclamarle al pueblo que tanto ama con ese tono tan furioso? El texto nos revela dos motivos. En primer lugar, Él critica el hecho de que, en su templo, en su nombre, no se cumple lo que Él quiere. No quiere ni incienso ni ofrendas, sino que el oprimido sea socorrido, que se haga justicia al huérfano, que se defienda a la viuda (cf. v. 17). En la sociedad del tiempo del profeta, se había difundido la tendencia —lamentablemente siempre actual— de considerar que los bendecidos por Dios eran los ricos y aquellos que hacían muchas ofrendas, despreciando a los pobres. Pero esto es malinterpretar completamente al Señor. Jesús llama bienaventurados a los pobres (cf. Lc 6,20), y en la parábola del juicio final se identifica con los que tienen hambre, los que tienen sed, los que están de paso, los necesitados, los enfermos y los encarcelados (cf. Mt 25,35-36). Este es el primer motivo de la indignación: Dios sufre cuando nosotros, que nos decimos ser fieles suyos, anteponemos nuestra visión a la suya; seguimos los criterios de la tierra antes que los del cielo, conformándonos con la ritualidad exterior y quedándonos indiferentes delante de aquellos que más le importan a Él. Por tanto, Dios siente dolor, podríamos decir, por nuestra comprensión errónea e indiferente.

Además de esto, hay un segundo motivo, más grave, que ofende al Altísimo: la violencia sacrílega. Él dice: «¡No puedo aguantar el delito y la fiesta! […] ¡las manos de ustedes están llenas de sangre! […] ¡Aparten de mi vista la maldad de sus acciones!» (Is 1,13.15.16). El Señor está “enfadado” por la violencia cometida contra el templo de Dios que es el hombre, mientras es honrado en los templos construidos por el hombre. Podemos imaginar con cuánto sufrimiento ha de presenciar guerras y acciones violentas realizadas por quien se profesa cristiano. Viene a la mente aquel episodio en el que un santo, con el fin de protestar contra la crueldad del rey, fue a verlo durante la Cuaresma para ofrecerle carne. Cuando el soberano, en nombre de su religiosidad, la rechazó indignado, el hombre de Dios le preguntó por qué le daba escrúpulo comer carne animal, cuando en cambio no titubeaba en entregar a la muerte a hijos de Dios.

Hermanos y hermanas, esta amonestación del Señor nos hace pensar mucho, como cristianos y como confesiones cristianas. Quisiera reiterar que «hoy, con el desarrollo de la espiritualidad y de la teología, no tenemos excusas. Sin embargo, todavía hay quienes parecen sentirse alentados o al menos autorizados por su fe para sostener diversas formas de nacionalismos cerrados y violentos, actitudes xenófobas, desprecios e incluso maltratos hacia los que son diferentes. La fe, con el humanismo que encierra, debe mantener vivo un sentido crítico frente a estas tendencias, y ayudar a reaccionar rápidamente cuando comienzan a insinuarse» (Carta enc. Fratelli tutti, 86).  Si queremos, a ejemplo del apóstol Pablo, que la gracia de Dios en nosotros no sea estéril (cf. 1 Co 15,10), hemos de oponernos a la guerra, a la violencia y a la injusticia en todo lugar donde se insinúen. El tema de esta semana de oración fue elegido por un grupo de fieles de Minnesota, conscientes de las injusticias cometidas en el pasado respecto a los pueblos indígenas y contra los afroamericanos en nuestros días. Frente a las diversas formas de desprecio y racismo; frente a la comprensión errónea e indiferente y a la violencia sacrílega, la Palabra de Dios nos amonesta: «¡Aprendan a hacer el bien! ¡Busquen el derecho!» (Is 1,17). En efecto, no es suficiente denunciar; es necesario también renunciar al mal, pasar del mal al bien. La amonestación, por tanto, está encaminada a nuestro cambio.

2. Cambio. Habiendo diagnosticado los errores, el Señor pide remediarlos y, por medio del profeta, dice: «¡Lávense, purifíquense! […] ¡Cesen de hacer el mal!» (v. 16). Y sabiendo que estamos oprimidos o como paralizados por tantas culpas, promete que Él lavará nuestros pecados: «Vengan y discutamos —dice el Señor—: Aunque sus pecados sean como la escarlata, se volverán blancos como la nieve; aunque sean rojos como la púrpura, serán como la lana» (v. 18). Queridos hermanos y hermanas, por nosotros mismos no somos capaces de liberarnos de nuestras malas comprensiones de Dios y de la violencia que se incuba en nuestro interior. Sin Dios, sin su gracia, no nos curamos de nuestro pecado. Su gracia es la fuente de nuestro cambio. Nos lo recuerda la vida del apóstol Pablo, que hoy recordamos. No podemos lograrlo nosotros solos, pero con Dios todo es posible; solos no podemos, pero juntos es posible. En efecto, el Señor pide a los suyos que se conviertan, juntos. La conversión —esta palabra que se repite tanto, pero que no siempre es fácil de entender— se pide al pueblo; tiene una dinámica comunitaria, eclesial. Por tanto, creamos que también nuestra conversión ecuménica avanza en la medida en que nos reconocemos necesitados de gracia; necesitados de la misma misericordia; sabiendo que todos dependemos en todo de Dios, nos sentiremos y seremos, con su ayuda, verdaderamente uno (cf. Jn 17,21), hermanos de verdad.

Qué hermoso es que juntos, en el signo de la gracia del Espíritu, nos abramos a este cambio de perspectiva, redescubriendo que «todos los fieles dispersos por el orbe comunican con los demás en el Espíritu Santo, y así —como escribió San Juan Crisóstomo—, quien habita en Roma sabe que los de la India son miembros suyos» (Lumen gentium, 13; In Io. hom. 65,1). En este camino de comunión, estoy agradecido de que tantos cristianos de varias comunidades y tradiciones estén acompañando, con participación e interés, el camino sinodal de la Iglesia católica, que deseo que sea cada vez más ecuménico. Pero no olvidemos que caminar juntos y reconocernos en comunión los unos con los otros en el Espíritu Santo implica un cambio, un crecimiento que sólo puede suceder, como escribía Benedicto XVI, «a partir del encuentro íntimo con Dios, un encuentro que se ha convertido en comunión de voluntad, llegando a implicar el sentimiento. Entonces aprendo a mirar a esta otra persona no ya sólo con mis ojos y sentimientos, sino desde la perspectiva de Jesucristo. Su amigo es mi amigo» (Carta enc. Deus caritas est, 18)

Que el apóstol Pablo nos ayude a cambiar, a convertirnos; que nos dé un poco de su valentía indómita. Porque, en nuestro camino, es fácil trabajar por el propio grupo más que por el Reino de Dios, impacientarse, perder la esperanza de que llegue aquel día en que «todos los cristianos se congreguen en una única celebración de la Eucaristía, en orden a la unidad de la una y única Iglesia, a la unidad que Cristo dio a su Iglesia desde un principio» (Decr. Unitatis redintegratio, 4).  Pero justamente en vista de ese día, volvamos a poner nuestra confianza en Jesús, nuestra Pascua y nuestra paz. Mientras le rezamos y lo adoramos, Él obra. Y nos conforta lo que dijo a Pablo, y que podemos sentir dirigido a cada uno de nosotros: «Te basta mi gracia» (2 Co 12,9).

Queridos hermanos y hermanas, quise compartir, en espíritu fraterno, estos pensamientos que la Palabra me ha suscitado, para que, amonestados por Dios, por su gracia cambiemos y crezcamos en la oración, el servicio, el diálogo y el trabajo juntos hacia aquella plena unidad que Cristo desea. Ahora quisiera agradecerles de corazón, expresando mi reconocimiento a Su Eminencia, el Metropolita Policarpo, Representante del Patriarcado Ecuménico; a Su Gracia Ian Ernest, Representante personal del Arzobispo de Canterbury en Roma; y a los representantes de las demás comunidades cristianas presentes. Expreso una profunda solidaridad a los miembros del Consejo Panucraniano de las Iglesias y de las Organizaciones Religiosas. En particular, saludo a los estudiantes ortodoxos y ortodoxos orientales, a los becarios del Comité de colaboración cultural con las Iglesias Ortodoxas ante el Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y a los miembros del Instituto Ecuménico de Bossey del Consejo Ecuménico de las Iglesias. También saludo cordialmente a Frère Alois y a los hermanos de Taizé, comprometidos en la preparación de la Vigilia ecuménica de oración que precederá la apertura de la próxima sesión del Sínodo de los obispos. Todos juntos caminemos por el camino que el Señor nos ha puesto delante, el de la unidad.


Seguro que en la mente de todos quedan imágenes de lo vivido, de lo participado, de lo orado, pidamos por tanto al Señor que nos de fuerza para seguir orando inmersos en la esperanza de un futuro para "que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean en nosotros. Yo en ellos y tú en mi, para que sean completamente uno. te sirvan en la unidad de una misma fe"


Pinceladas de recuerdos

NUEVA YORK

SANTIAGO DE LA RIBERA

JACA

GINEBRA

CARTAGENA

SABIÑÁNIGO

MURCIA

ROMA

ZARAGOZA

MÁLAGA

Bajo la Cruz, encontramos la comunidad ecuménica universal más allá de las fronteras de confesión. Pues bajo la Cruz de Jesús estamos todos con las manos vacías. Bajo la Cruz de Cristo no se nos cuenta y diferencia como católicos, protestantes u ortodoxos. Bajo la Cruz de Jesús se llenan nuestras manos vacías de la misma gracia. Cuanto más cerca de la Cruz estamos tanto más nos acercamos unos a otros. Bajo la cruz de Jesús nos descubrimos como hijos de la misma gracia y amigos en la misma comunidad del Espíritu. 
Jürgen Moltmann


AGENDA – PRÓXIMOS ACTOS


1 febrero 2023 - 17'00 horas

Encuentro anual ADÍA
Mujeres en la estructura patriarcal del espacio religioso
Palacio de La Aljafería
ZARAGOZA
ON LINE

6 - 10 febrero 2023 - 18'30 horas

Curso de iniciación al Ecumenismo
Casa Sacerdotal, plaza Bisbe Pont i Gol, 3
CASTELLÓN

6 - 10 febrero 2023 - 18'30 horas

Curso de iniciación al Ecumenismo
Parroquia de la Asunción
ONDA (Castellón)

7 febrero 2023 – 18’00 horas

Curso de Formación bíblico-ecuménica, "Una caravana de Hermanos"
Tema: Ecos de Karlsruhe II por Rafael Vázquez
Centro Ecuménico "Julián García Hernando", c/ José Arcones Gil, 37 - 2º
MADRID
ON LINE

11 febrero 2023 - 16'30 horas

Taller técnica "Ebru"
Sede Arco Forum, Ronda de Segovia, 2
MADRID

14 febrero 2023 – 18’00 horas

Curso de Formación bíblico-ecuménica, "Una caravana de Hermanos"
Tema: Ecumenismo y sinodalidad por Benito Méndez
Centro Ecuménico "Julián García Hernando", c/ José Arcones Gil, 37 - 2º
MADRID
ON LINE

16 febrero 2023 - 18'00 horas

Charla Mártires de Cristo, testigos de la fe, Iglesia Ortodoxa Rumana.
Casa Sacerdotal, plaza Bisbe Pont i Gol, 3
CASTELLÓN

16 febrero 2023 - 19'00 horas

Curso sobre Diálogo Ecuménico e Interreligioso
El diálogo ecuménico e interreligioso en el Concilio Vaticano II, con Victorino Pérez Prieto y Albert Moliner Fernández
BARCELONA
ON LINE

17 febrero 2023 - 19'30 horas

Oración Ecuménica por la Paz y por el fin de los conflictos bélicos en el mundo
CASTELLÓN

18 febrero 2023 - 16'30 horas

Taller técnica "Ebru"
Sede Arco Forum, Ronda de Segovia, 2
MADRID

21 febrero 2023 – 18’00 horas

Curso de Formación bíblico-ecuménica, "Una caravana de Hermanos"
Tema: San Irineo, Doctor de la unidad por Fernandpo Rivas
Centro Ecuménico "Julián García Hernando", c/ José Arcones Gil, 37 - 2º
MADRID
ON LINE

25 febrero 2023 - 16'30 horas

Taller técnica "Ebru"
Sede Arco Forum, Ronda de Segovia, 2
MADRID



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