“Oramos por que las iglesias se comprometan de nuevo con la búsqueda de la unidad visible”, dice la Dra. Agnes Abuom
CLAVE:
- Dra. Agnes Abuom, moderadora del Comité Central del Consejo Mundial de Iglesias, que ofrece sus reflexiones sobre las repercusiones de la COVID-19, lo que le da esperanza y el futuro del movimiento ecuménico.
¿Cómo ha vivido los efectos de la pandemia de la COVID-19?
En un primer momento, el impacto de la pandemia de la COVID-19 fue escaso en cuanto a las personas afectadas y la tasa de mortalidad. Sin embargo, durante esta segunda ola, hay más casos positivos y la mortalidad ha ido en aumento. La razón podría ser que se hacen más pruebas y, también, que grupos políticos han estado celebrando mítines sin cumplir protocolos como el uso de mascarillas y el distanciamiento social.
Además, la pobreza está extendida porque las empresas han cerrado o reducido el número de trabajadores. El nivel de pobreza entre la gente joven ya era alto, y los asentamientos informales están más afectados debido al saneamiento deficiente y los escasos servicios relacionados. Muchos parientes no tienen alimentos y, personalmente, he perdido amigos y varios dirigentes de iglesias.
Es necesario destacar otros tres efectos. En primer lugar, la violencia familiar y doméstica y la violencia de género. Algunos hombres están frustrados porque el confinamiento significa que deben quedarse en casa, algo a lo que no están acostumbrados. Además, sin trabajo ni ingresos para sacar adelante a sus familias, se sienten humillados y su dignidad se ve comprometida. La COVID-19 ha sacado a la luz elevados niveles de enfermedades mentales. En segundo lugar, el cierre indefinido de las escuelas desde marzo de 2.020 significó que los niños están confinados en sus hogares y al parecer muchos padres no estaban preparados para una suspensión tan larga y, por consiguiente, chicas jóvenes se quedan embarazadas de hombres jóvenes –o hay hombres mayores que se aprovechan de ellas– o sufren violencia familiar o incesto. En tercer lugar, la pandemia ha afectado a la comunidad y la vida comunitaria de la iglesia, ya que los espacios para el culto permanecieron cerrados durante varios meses y cuando abrieron no se permitió a las personas mayores mezclarse con los demás. Esta falta de comunión tiene una repercusión económica en las finanzas de la iglesia, así como en la vida pastoral y espiritual. Las personas se sienten solas en sus hogares o en los hospitales. Los pastores no pueden visitar a los enfermos y las familias no pueden celebrar entierros y ritos finales que protegen la dignidad de quienes han fallecido.
¿Qué le da esperanza en este momento?
Como mujer de fe, mi vela de esperanza debe estar encendida tanto si el contexto es bueno como si es malo. En otras palabras, la fe en el Señor Jesús afirma que nada es permanente, porque lo que tiene un principio, tiene un final. La COVID-19 me ha recordado que, en cuanto comunidad humana mundial, pertenecemos a la familia de Dios a pesar de la raza, el género, la región, el tiempo meteorológico o la riqueza porque la pandemia no ha perdonado a los ricos, los poderosos, los pobres, ni tampoco a los niños y los mayores. Por consiguiente, no hay necesidad de excluir o marginar a nadie ni a ninguna comunidad. El lema de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2.030, “no dejar a nadie atrás”, abarca a todas las cosas creadas. Como indica acertadamente el salmista: “¡Del Señor son la tierra y su plenitud! ¡Del Señor es el mundo y sus habitantes!” (Salmos 24:1, RVC). El poder del amor y el poder de perdonar imploran a la iglesia y a los cristianos que rueguen a Dios por la sanación de la mente, el alma y el cuerpo.
A pesar del confinamiento, las personas han encontrado maneras de sortear y normalizar lo anormal. Por ejemplo, las iglesias están utilizando la tecnología en línea para compartir el mensaje de las buenas nuevas con sus congregaciones. En el pasado leímos sobre las iglesias en casas de familias de algunos países asiáticos, pero la pandemia ha recuperado las iglesias, las oraciones y el culto en las familias y los hogares. Algunos remiten a la iglesia las ofrendas recogidas durante las celebraciones de las iglesias domésticas.
Los 16 días de activismo contra la violencia de género comenzaron el 25 de noviembre. Para lograr una paz sostenible y un desarrollo sostenible, la paz es hermana gemela de la justicia. Hoy mantengo la esperanza cuando las iglesias, los creyentes, los hombres y las mujeres de buena voluntad se comprometen a vencer el racismo, la xenofobia y otras formas de injusticia, como la injusticia económica y ecológica.
Sí, el presente me plantea muchas preocupaciones y tengo esperanza porque no estoy sola; tengo compañeros de viaje y, sobre todo, nuestro Dios promete que no nos desamparará ni nos abandonará (Hebreos 13:5). Por esta garantía, podemos afrontar los retos sin miedo.
Existen muchos motivos para tener esperanza, pero permítame destacar la Red Internacional Fe Verde de la Comunión Anglicana que anima a las personas a que sean embajadoras de la justicia climática. La Conferencia de Iglesias de Toda África involucra a los jóvenes en el trabajo de la restauración ecológica. Las iglesias del mundo entero son más sensibles que antes a las necesidades comunitarias ya que permiten a las respectivas comunidades plantear sus necesidades y posibles soluciones. Hay muchas personas cuyo servicio es una vocación divina seria, y siguen sirviendo durante muchos años. Por más que la COVID-19 tenga abrumadoras consecuencias negativas, veo esperanza en su impacto si podemos discernir lo que Dios nos está diciendo a los seres humanos. Ninguna persona ni región puede ir por su cuenta; debemos restablecer relaciones sanas y dignas con los demás, con Dios y con la naturaleza.
¿Cómo imagina la iglesia en 2.040?
La iglesia que imagino en 2.040 es una iglesia que celebra el don de la vida de toda la creación de Dios. Una iglesia que reconoce que, como seres humanos, somos todos vulnerables a los efectos de nuestro abuso de los demás y del medio ambiente. Esta es una iglesia que incluye plenamente a todo el pueblo de Dios, un arco iris (Génesis 1:26), afirmando que todos somos creados a imagen de Dios y de manera maravillosa. En esta iglesia de 2.040, la unidad en la diversidad y la celebración, así como el uso de los talentos, se aplican para la gloria de Dios. Será una iglesia que rompe el silencio sobre muchos temas tabúes y tiende puentes entre personas, religiones y países/Estados diferentes. La iglesia de 2040 seguirá siendo fiel al llamado de Dios a proclamar las buenas noticias; una iglesia viva para el ministerio profético y la tradición en nombre de las personas y los países: un santuario para todos y una iglesia que acompaña a los necesitados por medio de servicios diaconales. Una iglesia que es la luz y la sal de la sociedad, que no se ve comprometida por la clase política o las riquezas económicas. Una iglesia que, aunque tiene sólidos principios morales, no estigmatizará como condenados a quienes tienen poca moral; en lugar de eso, los sólidos principios morales de la iglesia acompañarán a aquellos que tienen poca moral.
¿Cuál es su visión del movimiento ecuménico del futuro?
Mi visión del movimiento ecuménico del futuro es que seguirá enfocado en la oración de nuestro Señor Jesús “que también ellos sean uno [...]; para que el mundo crea” (Juan 17:20-21). Esta unidad no significa uniformidad, sino unidad de propósito. Cuando examino el panorama eclesial, hay más denominaciones que todavía necesitan desarrollar su autocomprensión y la cooperación con otros. Son esenciales los diferentes diálogos que tienen lugar entre distintas comuniones. Tengo la visión de que en el movimiento ecuménico rendiremos culto juntos y aceptaremos el bautismo y la eucaristía de los demás. Estamos en ese camino; al mismo tiempo, es necesario acordar los principios básicos en torno a estos aspectos fundamentales de nuestra fe cristiana.
El movimiento ecuménico futuro es un movimiento que abrazará el ecumenismo familiar, local y orgánico, aunque este fenómeno queda más patente sobre todo en África, donde una misma familia cuenta con representantes de diferentes denominaciones; el aspecto de transformación está también en el componente interreligioso, de ahí la cooperación para la supervivencia, la afirmación de la red de la vida. Y finalmente el ecumenismo vertical debe involucrar a los movimientos horizontales que se dedican a temas concretos, como la paz y la justicia. Un movimiento ecuménico con una voz que incide en el discurso en el espacio público porque valora la contribución de todas las personas. Un movimiento ecuménico orante que ha profundizado en el diálogo entre generaciones y multigeneracional sobre cuestiones de interés. Un movimiento ecuménico como un espacio apreciado, como un don con diversas experiencias, lecciones aprendidas y recursos.
¿Qué significa para usted la justicia con vistas a la convivencia y la solidaridad mundial?
Si Cristo humanizó su misión, su evangelización y la satisfacción de las necesidades del pueblo, entonces el Evangelio es una fuerza que debería obligarnos a actuar sin descanso ante cualquier forma de injusticia y en cualquier ámbito geográfico que ocurra. De este modo, la motivación de la peregrinación nos permite asumir riesgos y salir de nuestras zonas de comodidad. Quizá es esta asunción de riesgos y el abandono de las comodidades lo que nos da ímpetu como peregrinos en busca de la justicia. Por consiguiente, como cuerpo de creyentes llamados por Jesucristo a servir a la humanidad y predicar las buenas noticias de la salvación (Lucas 4:18-20), estamos llamados a servir individualmente en nuestros contextos locales y colectivamente para restaurar la justicia. Por ejemplo, la injusticia económica alimentada por la avaricia a costa de la mayoría a la que se deja languidecer en la pobreza exige que las iglesias se planteen y cuestionen juntas el paradigma del desarrollo que explota los recursos y a los seres humanos por un pequeño grupo con impunidad. Nos topamos con culturas que defienden la deshumanización y la inferioridad de otros seres humanos al considerarlos menos humanos; precisamos esfuerzos concertados de solidaridad mutua para superar tales injusticias atroces. Trabajamos hasta que somos testigos de la imagen que Amós 5:24 ofrece: “Prefiero que fluya la justicia como un río, y que el derecho mane como un impetuoso arroyo”. Se trata de justicia para todos y todos por la justicia. Nos enfrentamos a los opresores como hizo Jesús. Soy salvada por Jesús para servir y, por medio de la salvación, estoy equipada por las Escrituras para servir y dar testimonio en contra de las estructuras injustas.
¿Qué imágenes de la buena vida/imágenes de esperanza son importantes para usted?
En medio de la reciente guerra (2.013) en Sudán del Sur, la imagen de las mujeres que se juntan una vez al mes para ayunar y orar es una imagen poderosa: desafían a las fuerzas militares e, imparables, siguen marchando una vez al mes, aunque muchas han perdido a sus seres queridos. No usan armas para hacer entender que la vida es sagrada y la paz con justicia es un imperativo. A lo largo de los años, han apelado a su creador con lamentos y peticiones al tiempo que han participado asimismo en negociaciones de paz.
La segunda es una imagen en la que personas de todas las clases sociales, razas, géneros y edades están sentadas juntas, como iglesia, y comparten mutuamente los frutos de la espiritualidad y la humanidad.
La tercera imagen muestra a una comunidad de hombres, mujeres, niños y niñas reunidos bajo un árbol resolviendo conflictos comunitarios con la ayuda de métodos tradicionales de mediación y solución de conflictos y, acto seguido, tomándose de la mano y orando juntos.
La cuarta imagen es del desarrollo: trabajadores y dirigentes de iglesias que debaten las prioridades junto con las comunidades y los del norte que aceptan escuchar y ofrecer sus conocimientos en momentos adecuados, puesto que, por lo demás, ya no son los dueños del cambio.
La quinta es la imagen de un imán y un pastor de Nigeria que atraviesan el continente africano predicando la paz. Esta imagen servía para ilustrar que la religión no es la causa de conflictos, sino el abuso y el mal uso de la religión.
¿Cómo podemos forjar los cambios o el cambio juntos?
Para forjar el cambio, deberíamos antes que nada comprender que el cambio es inevitable y, si no planificamos gestionarlo, nos abrumará o incluso nos destruirá. Para empezar, debemos examinar el contexto y mapear las diferentes tendencias. Y mientras imaginamos el cambio o transformación, es importante que también tomemos en cuenta a la otra persona. Normalmente reflexionamos sobre los temas y el cambio deseado desde nuestra posición. Cuando hayamos reflexionado desde nuestros propios intereses y necesidades, deberíamos analizar los cambios desde el punto de vista de los demás. Si profesamos la verdad, podemos tomar en consideración cambios relevantes que son el resultado de un discurso multidimensional. Esto brinda la oportunidad de apreciar mejor los diferentes cambios que necesitan las personas implicadas. Un factor clave es escuchar, discernir la voluntad de Dios y de las personas en un momento particular de la historia. Otro factor es evitar mostrar desdén hacia las opiniones y perspectivas del otro. En otras palabras, crear espacios propiciadores para determinar el cambio necesario y cómo conseguirlo.
¿Qué espera de la XI Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias que tendrá lugar en Karlsruhe en 2.022?
El Consejo Mundial de Iglesias (CMI) volverá a Europa cincuenta años después de la última asamblea europea, que se celebró en Uppsala en 1.968.
Mucho ha cambiado en Europa y, al mismo tiempo, algunas de las cuestiones tratadas en Uppsala siguen de actualidad o han resurgido. En primer lugar, esperamos que todos nuestros delegados y otros participantes puedan asistir, especialmente después de la COVID-19. Deseamos que sea un entorno propicio para la oración, la celebración, los debates y el intercambio de opiniones e ideas. Sobre todo, esperamos lograr vislumbrar la vida de la iglesia en Alemania. Como movimiento ecuménico mundial, oramos por que la Asamblea dé energía e inspire a las iglesias a seguir trabajando por la unidad de la iglesia y la unidad de la humanidad, por que muchos jóvenes consideren relevante al CMI y al movimiento ecuménico cuando abordan cuestiones que les afectan. Oramos por que los participantes de la Asamblea señalen las prioridades programáticas y políticas y la dirección de cara al futuro. Oramos por que las iglesias se comprometan de nuevo con la búsqueda de la unidad visible.
FUENTE:
https://www.oikoumene.org/
Entrevista realizada por Marianne Ejdersten, directora de comunicación del Consejo Mundial de Iglesias
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