GLOSA DE NAVIDAD 2.020 CON EL CONSEJO MUNDIAL DE LAS IGLESIAS
por Francisco Henares Díaz
El Rev. Prof. Ioan Sauca ha tenido el acierto de colocar una cuadrícula en una pandemia. Una parte del cuadro es el miedo, otro, la desesperación, otro la esperanza, y otro la alegría. Todo apropiado del Consejo Mundial de Iglesias (CMI). Para ello, nada mejor que la “paradoja”, es decir, componer una contradicción cristiana contra lo que estamos sufriendo en este año y más cuando se acerca la Navidad. Hagamos una glosa de ello recogiendo a Lucas 2, 10-11. El ángel nos dice: no temáis, porque os traigo bunas noticias. Ha nacido el Mesías. Las paradojas tienen siempre algo de interesante, pero luego hace falta cumplirlas. Por ejemplo, la Navidad nos trae lo más vulnerable que existe, un niño recién nacido (el Niño Jesús viene en un pesebre, nada menos). Cada vez que hemos visto en TV estos días un niño en suma pobreza, sentimos un latigazo, y si es por Navidad el latigazo es doble. Y sin embargo, en lo más frágil, brota (quién lo diría) la esperanza que crece. La salvación comienza y nos lleva a la Resurrección, que es vida para siempre.
La verdad es que estamos pasando un año increíble de dolores, de muertos (que se cuentan por números, y así parecen menos números), de enfermos, de soledades, de roturas cargadas de necesidades. Y ahí de la paradoja; nos dice el CMI: “En los días más difíciles de la historia, los cristianos han encontrado, una y otra vez, consuelo”. La esperanza de la Navidad no se hunde. Frágil, sí, pero sin desesperanza. Una Navidad (2.020) dolida, pero a la par atenta en ayudas, que nos daban auténticas lecciones, porque somos rehenes del prójimo. Verdaderamente, más de la mitad de las celebraciones no serán tal este año, porque las familias no podrán reunirse y hasta no tendrán medios en los bolsillos. Paradoja: nunca hubo tantos médicos, enfermeros, limpiadores abocados a una salvación humana de salud, o de acompañamiento. Cierto que el miedo nos llena la tierra, nos han vestido de miedos, han publicitado el miedo, lo cual es un destrozo del alma. Hay quienes se aprovechan de los miedos. Es el poder de maldad. Y sin embargo, la fe es un triunfo. Dios es el Padre. No puede nadie derrocarlo. No temáis, dice el evangelio. Su Reino es levantar a los débiles.
Las iglesias están aforadas, y más disminuidas por fuera, la reunión de la Comunión es telepática, pero nos ha enseñado a celebrar desde lejos la comunión, desde cerca, a solas, en familia. Las disensiones de la política, las guerras que no cejan, las migraciones abundantísimas, las violencias, y sin embargo nuestro punto fuerte es la Navidad. Dios nos trajo a su Hijo y su Espíritu nos cubre. La pandemia, “ha desgarrado el tejido social” (CMI), pero el gozo de la Navidad – aun desde niños- nos enseñó a cantar con villancicos y zambombas y el belencico en un lugar de la casa. Que Dios se halla encarnado es lo más grande que nos podía acontecer. Se llama eso en Teología Escotista el “Primado de Cristo”. Con razón los “ángeles en el aire” (Lc. 2) son un signo imborrable que nos conduce a la Unidad de hermanos. Fratelli tutti, pace e bene.
Francisco HENARES DÍAZ
Instituto Teológico Antonianum
MURCIA
No hay comentarios:
Publicar un comentario