Aquel clavo que clavamos
por Koldo Aldai
¿Quienes hoy caminan tras las espinas del Nazareno se apresurarán el domingo en verdad a resucitarlo? ¿Qué haría la España de los capuchones y los largos cirios ante un Cristo que anduviera de nuevo por nuestras calles y plazas? ¿Quienes portan sobre sus espaldas al pesado Crucificado, no habrá otras cruces que estén levantando, irguiendo e izando a nuestros cielos de hoy…?
Pero los más lacerantes y comprometidos clavos son los que uno mismo puede estar clavando. Lo que más me preocupa es mi martillo tantas veces despistado, errado. No me debería tanto importar todo lo que eventualmente ellos pueden estar crucificando, sacrificando, encarcelando, bloqueando…, a mí lo que me corresponde es amar con toda mi alma esa humanidad entre la que he decidido encarnar y caminar. A mí lo que me corresponde es superar todo atisbo de rencor y abrazar a todos ellos y sus fúnebres Semanas Santas y sus procesiones atávicas y sus Cristos derrotados.
A mí lo que me importa es defender al Amor que yo estoy también crucificando, cada vez que un sentimiento falto de compasión y de comprensión envío a este mundo atribulado. Damos fuerza, danos coraje, Dios Padre Madre, para llenarnos de Tu Amor y así terminar de desclavarte y así acabar con nuestras divisiones, empezar a comprendernos y así unirnos entre los diferentes bandos y pueblos y así arrancar en una nueva era de universal amor sobre esta España fragmentada, sobre esta Tierra bendita.
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