Tras su primera visita a Irak, Antje Jackelén, Arzobispa de la Iglesia de Suecia (Luteranos), se plantea las mismas preguntas que se plantean tantos otros en todo el mundo: “¿Qué es lo que está pasando realmente?” ¿Qué podemos hacer nosotros para ayudar a nuestros hermanos y hermanas cristianos? ¿Y qué podemos hacer para ayudar además a otras comunidades que viven bajo una gran presión?”.
En calidad de miembro de la delegación de líderes religiosos coordinada por el Consejo Mundial de Iglesias, la visita a Irak de la Rev. Jackelén se centró en el futuro de la población vulnerable del país tras la esperada derrota militar del llamado Estado Islámico. La Rev. Jackelén y otros miembros de la delegación están pidiendo a los donantes internacionales que se unan para respaldar de forma inmediata los esfuerzos dirigidos a restablecer la seguridad, estabilizar y reconstruir las comunidades para que los que han huido puedan volver a sus casas.
En Irak la Arzobispa Jackelén se reunió con representantes gubernamentales, líderes religiosos y desplazados internos, miles de los cuales viven en campos de refugiados.
“Asistí a un culto religioso con una comunidad de desplazados, y me reuní con un grupo de jóvenes”, contó la Rev. Jackelén. “Obviamente cada testimonio es diferente: ¿qué se puede esperar en una situación en que la realidad es tan traumática, en la que ha habido tanto sufrimiento y queda aún tanto por resolver?”.
La arzobispa agradeció poder estar junto a quienes viven en los campos de refugiados. Las personas que viven allí hablaron conmigo abiertamente y me ayudaron mucho contándome sus historias. En cierto modo me sorprende ver la capacidad de las personas para adaptarse a situaciones extremas e incluso sacar de tales situaciones el lado positivo”.
Me hablaron de la esperanza de poder volver a sus pueblos. Me dijeron: “No podemos volver mientras sepamos que no estaremos seguros”, contó la Rev. Jackelén.
“Suele ser difícil alimentar la esperanza en tales circunstancias”, añadió. “Cuando hablamos con los jóvenes me di cuenta de que los asaltan las siguientes preguntas: ¿Hay un futuro para nosotros en este país? ¿Qué oportunidades tenemos de conseguir un trabajo y de experimentar verdaderamente una ciudadanía en condiciones de igualdad?”.
“Los jóvenes tenían opiniones divergentes. Algunos decían: ‘No, aquí no hay futuro para nosotros’; y otros respondían preguntando: '¿pero qué sería de este país sin nosotros?'”.
La Arzobispa Jackelén y el resto de la delegación tomaron consciencia de la enorme presión a la que están sometidos los dirigentes políticos y religiosos en Irak. “Me gustaría que los dirigentes religiosos se sintieran verdaderamente apoyados por la comunidad cristiana de todo el mundo, no solo en la oración –que es muy importante– sino también en los hechos”, dijo. “En el culto que celebramos juntos se notaba claramente que, a pesar de que hablamos idiomas diferentes y de que hemos vivido experiencias tan radicalmente distintas, hay algo que nos une en el lenguaje del culto, al compartir el pan y acompañarnos los unos a los otros”.
La Arzobispa Jackelén vuelve a casa con el marcado recuerdo de las palabras de algunas mujeres que conoció en un campo de refugiados: “Decían: 'es nuestra fe lo que nos mantiene en pie, es nuestra fe lo que nos permite vivir día a día'”.
Durante su visita a Iraq del 20 al 24 de enero, la delegación de dirigentes religiosos cristianos compartió las conclusiones y recomendaciones de un reciente estudio que analiza las necesidades específicas de las personas desplazadas en Iraq y Siria. La delegación también conoció mejor la situación y los desafíos actuales de los representantes de las comunidades religiosas locales de Iraq, de los jefes de las iglesias del país y los jóvenes cristianos.
El padre Emanuel Youkhana, Archimandrita de la Iglesia de Oriente que coordina un programa humanitario masivo en Duhok, dijo que la visita de la delegación sirvió “para que quienes sufren aquí sepan que no están solos, que hay personas que se ocupan de ellos, oran por ellos y trabajan en su beneficio”.
Youkhana afirmó que las conversaciones de la delegación con dirigentes políticos contribuyeron a recordar a las autoridades los dones únicos y las necesidades específicas de los más vulnerables. “Aunque hemos sufrido, como Iglesia seguimos queriendo desempeñar un papel positivo en la construcción del futuro. Nuestra labor es ahora más necesaria que nunca, porque cuando todos construyen muros, la Iglesia puede construir puentes”, dijo.
Un funcionario de las Naciones Unidas en Bagdad contó a la delegación que, a pesar de las presiones de algunas fuerzas militares extranjeras, el Gobierno de Iraq ha reconocido las exigencias del derecho internacional humanitario y ha procedido con cautela en su campaña contra el Estado Islámico.
Lise Grande, coordinadora de la ayuda humanitaria de la ONU para Iraq, dijo que el Gobierno iraquí ha proporcionado la “inmensa mayoría” de la respuesta humanitaria a los afectados por el conflicto, y que los iraquíes de a pie también han contribuido. “Hay 3700 mezquitas en todo el país que han abierto sus puertas a las familias desplazadas internas. El país entero está apoyando a los desplazados”, dijo a la delegación. “La comunidad internacional está haciendo una parte relativamente pequeña, y tiene problemas para encontrar fondos para ello. Es vergonzoso. Quienes fueron cómplices del caos, quienes fueron directamente responsables como partes del conflicto, no deberían eludir las consecuencias. Si ayudas a destruir un país, tienes que pagar por reconstruirlo”.
“El peso del sufrimiento aquí es casi insoportable”, dijo el Rev. Dr. Christopher Cocksworth, Obispo de Coventry en la Iglesia Anglicana (Inglaterra). Y añadió que, cuando vuelvan a casa, varios miembros de la delegación hablarán con sus respectivos gobiernos sobre la necesidad de incrementar la asistencia para la reconstrucción.
“Con el éxito de la campaña contra el Estado Islámico, el país se acerca a una clara encrucijada. Es una oportunidad para que tomen nuevas medidas los dirigentes políticos de Iraq y de aquellas naciones que, como la mía, han tenido una participación a largo plazo en Iraq, incluyendo intervención militar”, dijo el Obispo Cocksworth, que es miembro de la Cámara de los Lores británica. “Hemos intervenido aquí militarmente, y hemos dejado atrás una situación de caos. ¿Podemos ahora asumir el reto de lograr la paz y crear una coalición para la reconstrucción y la renovación que cuente con el mismo tipo de agresividad y determinación y con niveles de financiación comparables a los de nuestra participación militar?”.
Uno de los encuentros más emotivos de la delegación fue la reunión con jóvenes en Ankawa, un barrio a las fueras de Erbil donde decenas de miles de cristianos desplazados han encontrado refugio. Un joven compartió su frustración con los dirigentes religiosos nacionales, algunos de los cuales, según dijo, habían enviado a sus familias a Europa mientras instaban a los fieles a no abandonar el país.
Lubna Yusef relató a la delegación la lucha de su familia por sobrevivir después de huir de Qaraqosh en 2014. “¿Qué hicimos para merecer esto? Odio viajar y la inmigración, pero hoy, por el bien de mis hijos, si tuviera la oportunidad de emigrar, lo haría”, dijo.
“Si tuviéramos protección en nuestros hogares, esto no ocurriría. Pero ¿cuánto tiempo podemos seguir viviendo donde estamos ahora? Soy joven, pero siento que mi vida está acabada. ¿Y qué pasa con mis hijos? ¿Quién puede garantizar que no venga a destruir la vida de mis hijos algo incluso peor que el Estado Islámico?”, preguntó.
“Nuestros sacerdotes nos dicen que nos quedemos porque este es nuestro país, esta es nuestra civilización. Pero ¿por qué tenemos que empezar de cero una y otra vez? Si voy a Europa o a los Estados Unidos, ¿aceptarán el título académico que tengo de aquí? Por supuesto que no. Así que no nos traigan nada material. No queremos esas cosas. Trabajaré duro y me compraré lo que necesite. Pero no puedo comprar mi vida. Quiero seguridad. Quiero dormir por la noche sin preocuparme por la mañana siguiente”, dijo Yusef. “No queremos que nos ayuden a reconstruir nuestras casas. Lo más importante es que queremos que nos devuelvan nuestra dignidad”.
La delegación internacional de dirigentes religiosos que visitó Iraq del 20 al 24 de enero se reunió con los máximos dirigentes políticos del Gobierno Federal de Iraq en Bagdad y del Gobierno Regional del Kurdistán en Erbil, con miembros del Parlamento que representan a las comunidades minoritarias, con los jefes de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Iraq, con representantes de otras comunidades religiosas de Iraq, así como con los jefes de las iglesias del país y con jóvenes cristianos.
La delegación acogió con satisfacción el compromiso manifestado por los dirigentes políticos, tanto en Bagdad como en Erbil, de preservar la diversidad cultural, étnica y religiosa del país, e instó a los donantes internacionales a dar una respuesta de emergencia para apoyar los esfuerzos destinados a proteger, estabilizar y reconstruir las comunidades y sociedades afectadas.
Con el fin de garantizar el futuro de la diversidad social y religiosa en la región y de evitar nuevas emigraciones masivas de cristianos y otros, la delegación del Consejo Mundial de las Iglesias compartió las conclusiones del estudio “Las necesidades de protección de las minorías de Siria e Iraq”, realizado junto con Ayuda a la Iglesia Necesitada Noruega y publicado en diciembre de 2016.
PUBLICADO EN:
Boletín nº 80, Marzo de 2017.Boletín Ecuménico Comunidad Horeb Carlos de Foucauld
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