MENSAJE
DEL V FORUM CATÓLICO-ORTODOXO EUROPEO
Paris, Francia 9-12 de enero de 2017
¡Ánimo, yo he vencido al mundo! (Juan 16,33)
1. Por invitación de su eminencia el cardenal André Vingt-Trois, arzobispo de París, el quinto Foro Europeo católico-ortodoxo se llevó a cabo del 9 al 12 de enero de 2017 a la sede de las Misiones Extranjeras de París, Francia. El foro fue copresidido por el cardenal Peter Erdő, en nombre del Presidente del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) y por el metropolitano Gennadios de Sassima, del Patriarcado Ecuménico.
Después de las experiencias positivas de las primeras cuatro sesiones del Foro Europeo de la católica-ortodoxa (Trento, Italia, 11 -1 4 diciembre de 2008; Rodas, Grecia, de 18 a 22 de octubre de 2010, Lisboa, Portugal, el 5 al 8 de junio de 2012, Minsk, Bielorrusia, 2 al 6 junio de 2014), doce delegados del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) con doce representantes de las Iglesias ortodoxas en Europa se reunieron en París para profundizar en los temas de la amenaza del terrorismo fundamentalista, el valor de la persona y la libertad religiosa.
El tema de la reunión "Europa en el miedo de la amenaza del terrorismo fundamentalista, y el valor de la libertad individual y religiosa" se profundizó en el espíritu del Foro, que tiene como objetivo demostrar la convergencia de católicos y ortodoxos en las grandes cuestiones de ética social para contribuir a la paz y la estabilidad de nuestras sociedades. Siempre buscamos la fuente inagotable de inspiración y renovación que es el evangelio de Cristo, salvador de todos los hombres.
2. Nuestro trabajo fue realizado en un espíritu fraternal de cooperación teniendo ante los ojos de nuestros conciudadanos, ya sean creyentes o no creyentes, todos los interesados en una aventura común. Nuestras Iglesias comparten en gran medida los mismos puntos de vista que los principios de la vida social se inscriben en la naturaleza humana común a todos, y que estos principios reciben una gran iluminación de la fe cristiana. El mensaje que estamos enviando a Europa es una palabra abierta a todos los hombres de buena voluntad.
En el actual contexto de desafíos y amenazas sin precedentes contra el cristianismo, las iglesias católica y ortodoxa, se vuelven solidarios para hacerles frente. Quieren actuar juntas, tanto en términos de información, como en el fomento de los valores y principios cristianos en la vida pública, incluidas las internacionales.
En estos tiempos de preocupación difusa en cuanto a su porvenir, nuestras sociedades están recurriendo a sus recursos espirituales para sacar de elementos de respuesta a la situación en Europa y trazar los caminos de un futuro lleno de esperanza y confianza.
3. Hemos discutido las acciones terroristas que han devastado muchos de nuestros países, y se han encontrado con reacciones diversas. Hemos tratado de descifrar las causas del terrorismo. Somos conscientes de que tenemos poca influencia sobre las redes islamistas, pero tenemos que entender el fenómeno en todas sus dimensiones. No es una cuestión de estigmatizar el Islam. Observamos, con los propios líderes musulmanes, que algunos terroristas justifican su acción a partir de los textos sagrados del Islam. Somos conscientes de que una obra hermenéutica de los textos fundadores es necesaria para adquirir una comprensión esclarecedora. Los autores de actos terroristas son a menudo jóvenes socialmente no comprometidos que encuentran en estas acciones innombrables una salida a su propia angustia. Se sugirió que es la radicalización la que fue islamizada, en lugar de lo contrario. Creemos que algunos relatos de la historia y de la experiencia islámica podrían reforzar el espíritu de estos jóvenes en la visión de odio y el rechazo de los demás. La juventud, por contra, es el tiempo de la esperanza y de la construcción. Invitamos a todos los jóvenes que se comprometan a construir un mundo fraterno que no excluya a nadie. Hacemos una llamada a las autoridades religiosas musulmanas para asegurar que no se propague una imagen sistemáticamente hostil del mundo no musulmán.
4. No dudamos en recordar que nuestras iglesias hayan acometido este tipo de trabajo para entender la Palabra de Dios en las Escrituras, y no de "la letra mata", sino como "el Espíritu da vida" (2 Corintios 3.6). La Palabra de Dios se nos da a liberar al hombre de sus pecados. Nunca debemos instrumentalizarla. No podemos esperar a que las generaciones que nos han precedido en el pasado lejano no hayan vivido según nuestra precepción actual de los problemas. No es justo culpar a las iglesias actitudes de intolerancia inaceptables hoy, pero compartida por las sociedades en el pasado que no distinguían entre la pertenencia religiosa y la pertenencia a una sociedad y un estado. Deploramos los crímenes que se hayan cometido en nombre de la religión.
5.- Hemos hecho memoria del primer texto de legislación que estableció la libertad de religión, el Edicto de Milán del Emperador Constantino en 313. También recordamos con fuerza que son de los Apologistas cristianos de los siglos II y III los que exigieron la libertad de creer en una sociedad que no conocía la distinción entre comunidad religiosa y la comunidad civil. El edicto de Constantino proclamó el derecho de toda persona a seguir su libre determinación en materia de fe religiosa. Él insiste en hecho que los grupos religiosos deben coexistir pacíficamente entre ellos en la sociedad global. Esto demuestra que el poder político no debe favorecer a ninguna religión en particular, sino respetar la "deidad suprema" que cada religión denomina de acuerdo con sus convicciones. La base jurídica de la laicidad del Estado moderno se basa en estos conocimientos. El Estado garantiza la libertad religiosa para todos, pero se guarda para sí mismo un orden ético natural del que no se puede escapar.
6.- Nuestras Iglesias católica y ortodoxa proclaman la centralidad de la persona humana y su dignidad, creada a imagen de Dios. Afirman la dignidad de la naturaleza humana creada libre. La libertad humana se ejerce en el punto más alto en el acto de fe religiosa. El acto de fe siempre debe permanecer libre. Las constituciones de nuestros Estados garantizan los derechos fundamentales de la persona humana. Sin embargo, en nuestras sociedades hay fuerzas que están siempre en el cometido de marginar, incluso borrar las religiones del espacio público y su mensaje. Creemos que Europa necesita más que nunca el aliento de la fe en Cristo y de la esperanza que procura. El cristianismo es una seña de identidad que no niega a los demás sus derechos humanos, sino que trata de cooperar con todos para la realización del bien común.
Somos conscientes de que la visión cristiana personalista del hombre es muy minoritaria en comparación con un discurso dominante que promueve el individualismo hedonista que ignora las nociones de verdad objetiva y bien común.
7. La violencia terrorista ejercida contra personas consideradas como "descreídos" o "infieles" es el grado extremo de la intolerancia religiosa. La condenamos sin apelación. Deploramos que tales actos han sido capaces de crecer en el terreno de una cultura religiosa equivocada donde el otro se presenta como odiado por Dios mismo y condenado a ser destruido por esa razón. Vamos a tratar, sin embargo, de continuar el diálogo con los líderes de todas las religiones. La persecución religiosa que aparece en el mundo está diseñada para el ochenta por ciento de los cristianos. Expresamos nuestra solidaridad con estos hermanos y hermanas oprimidos, blanco del terrorismo islámico, particularmente en el Oriente Medio, África y Asia. Presuntos delitos de blasfemia conducen regularmente a los cristianos a los tribunales, mientras que ellos no han manifestado ninguna intención de ofender a sus compatriotas musulmanes. Europa central y oriental ha sufrido demasiado tiempo el yugo de regímenes de opresión para no sentir solidaridad con los cristianos perseguidos en la actualidad.
Existen otras formas de persecución que vemos crecer. Su objetivo especialmente las minorías religiosas obligadas a elegir entre abandonar su país de origen o convertirse. No es moralmente permisible tratar a un ser humano como un objeto, esclavizar y para pisotear su libertad de conciencia.
8.- La libertad civil en materia de religión de la cual nos beneficiamos de acuerdo con las constituciones de nuestros países y según las convenciones internacionales sobre derechos humanos, a veces está sujeta a interpretaciones restrictivas. Existen formas más sutiles de discriminación de los creyentes cuando, por ejemplo, están excluidos de ciertas funciones o profesiones, cuando se ignora su derecho a la objeción de conciencia, o cuando se prohíbe a las personas que lo solicitan recibir asesoramiento cuando se enfrentan a la elección de un aborto.
9. Las sociedades liberales defienden con razón, la libertad de expresión. No siempre entienden el daño que la libertad de unos puede hacer en la libertad de los demás. La denigración mediática de lo que es más sagrado para algunos puede ser percibido por otros como una ofensa. Una respuesta violenta no es admisible porque es peor que el mal que quiere denunciar. Pero en nuestra sociedad plural, el concepto de respeto a los demás debe prevalecer sobre el deseo de denigrar. La libertad de expresión debe ejercerse como todas las libertades con responsabilidad, especialmente en un mundo donde las tecnologías digitales amplifican enormemente la difusión de la información. Ninguna libertad es ilimitada. Expresar su desacuerdo con los argumentos racionales, debe prevalecer sobre la denigración que no deja al interlocutor la oportunidad de expresarse.
10. En este sentido, los católicos y ortodoxos da una atención primaria a la educación. Es importante que los estudiantes de todas las religiones y creencias pueden beneficiarse de una información objetiva sobre las grandes religiones, especialmente las que están presentes en su país. Al lado de la educación obligatoria para todos, se debe proporcionar la oportunidad de organizar horas de catequesis confesional. Los niños y jóvenes necesitan ser educados adecuadamente en su propia religión y al mismo tiempo se les enseñe a respetar la religión de los demás. La escuela no debe ser un lugar de experimentación de las teorías antropológicas sin base científica, como las teorías de género, o algunas ideologías ambientales que van a transhumanismo.
11.- Deploramos que ciertas concepciones de la laicidad hayan conducido a generaciones enteras a una forma de analfabetismo religioso privando a los ciudadanos de los conocimientos elementales necesarios para la comprensión de su propio patrimonio cultural y el de aquellas otras tradiciones inspiradas por la religión. La ignorancia de la importancia del hecho religioso en la cultura humana puede llevar a fenómenos de discriminación o de persecución inadmisibles en nuestras sociedades que se creen abiertas. El relativismo cultural sin verdad ni bien moral no debe ser erigido en dogma, pues ello conduce en realidad a la división de los seres humanos.
12.- Europa conoce hoy día olas de migración sin precedentes. Con motivo de los migrantes nos acordamos que todos somos hijos de Abraham que ha sido acogido como extranjero en el país de Set y que ha podido allí adquirir una sepultura para Sara su esposa. Consideramos que la acogida del extranjero es un deber humano y cristiano primordial. No obstante, le inmigración debe tener en cuenta las posibilidades reales del país de acogida. Según el derecho internacional, todo el mundo tiene el derecho de dejar su país y de establecerse en otro a condición de comprometerse a respetar el derecho y la soberanía del Estado de acogida El país de acogida debe respetar por su parte la libertad de conciencia y religión de los inmigrantes para garantizar el orden público. Para el inmigrante la palabra maestra es integración. No se trata en absoluto para el abandonar su identidad humana profunda, sino de vivirla en el contexto nuevo de su país de acogida. Para que la integración sea posible y que una sociedad pluralista sea viable, es necesario desarrollar una base común de valores y de principios sin los cuales la cohesión social no se realizará nunca. Esta base común está constituida por los derechos y deberes ligados al ser humano como tal. Debe permitir las diferencias culturales que dividen, sino que enriquecen el patrimonio común.
Concretamente los inmigrantes no deberían ser relegados a los perímetros de las grandes ciudades o tienen el riesgo de constituir guetos y actitudes de hostilidad para su país de acogida.
13.- La sociedad pluralista es un verdadero desafío para la humanidad de hoy día, particularmente en Europa. Nuestra larga tradición cristiana nos enseña que el Evangelio de Cristo ha sido y continúa siendo capaz de reunir en un solo pueblo creyente a hombres y mujeres de cualquier proveniencia. El Espíritu de Pentecostés vivificante anima siempre nuestras Iglesias. Y nos viene a testimoniar que lo que une últimamente a los hombres es de orden espiritual. La Iglesia se considera como un peregrinaje en la tierra. En esta marcha hacia el reino definitivo, ella anticipa ya la unidad de la fe en la diversidad de culturas y de condiciones de la vida temporal.
14.- La Europa secular hunde sus raíces en nuestras tradiciones cristianas que le han procurado su visión universalista, su concepción de la dignidad de la persona y los principios de su moral. Cortarse de sus raíces, es ir a la deriva. El vacío interior expone sobre todo a los más jóvenes, a peores actividades. Repetimos con fuerza que la fe cristiana reúne en el hombre en todas las dimensiones de su ser personal y social. Ella expresa el doble mandamiento del amor de Dios y del prójimo, que es la clave de la aceptación mutua. El amor al prójimo es sin condición ni cálculo (Mateo 22,39). El diálogo de verdad entre personas de religión o de convicciones diferentes es la única salida en las situaciones de miedo y de exclusión mutua. El diálogo nos enseña a llegar a ser más humildes. En la confrontación con los otros descubrimos siempre riquezas insospechables de nuestra humanidad común. Somos felices de progresar así hacia un mejor conocimiento y un mayor amor de Aquel que por nosotros es la perfección de nuestra humanidad, Jesucristo nuestro Señor, “el Camino, la Verdad y la Vida” (Juan 14,6).
(Traducción del original Federico Isábal)
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