Todos juntos
Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

martes, 1 de junio de 2010

¿QUÉ PRETENDES?

¿Qué pretendes?

Compañeros, conocidos, amigos, gente de la parroquia e incluso un seguidor de este blog que conozco personalmente nos preguntaban y en algún caso aún nos siguen preguntando ¿qué pretendéis?, ¿en qué andáis con esto del ecumenismo?, con el reunirnos con gentes de otras confesiones, gentes que sí, muy buenas, muy interesantes pero que en “su casa” están muy bien. Claro, después de la pregunta “¿qué pretendéis?” viene la argumentación, con o sin aprobación al hecho de reunirnos, y éstos, los argumentos son variados, variados como también son los interlocutores. Desde mira que estos no creen en la “Santísima Virgen”, o escucha, cuidado no vayan a ser de una secta, o “a mí no me hagáis renegar del Papa”, variopintos y comprensibles argumentos. En el fondo del ¿qué pretendéis? hay sin lugar a dudas, por un lado inquietud ante lo desconocido, pero también, como el tiempo ha demostrado, ilusión ante lo nuevo. Yo justifico todas las posturas, no podemos olvidar y sobre todo en las personas mayores que han tenido una educación en la España del nacional-catolicismo, lo de “quien no está conmigo está contra mí”, también es comprensible y es bueno que uno sea celoso de lo suyo y en su subconsciente tenga miedo a perderlo, a perder algo muy grande, un tesoro por no guardarlo bien.
En los últimos años en muchos lugares han comenzado tenues iniciativas por la unidad de los cristianos, incipientes movimientos ecuménicos, sí, incipientes aunque estemos ya celebrando un siglo del nacimiento de la primera conferencia ecuménica. Cierto es también que en muchas iglesias se viene desde hace unos años rezando por la unidad de todos nosotros, pero cierto es también que esto se ha hecho “de puertas a dentro” en cada iglesia, en cada comunidad.
Sabiñánigo, ciudad acogedora, donde desde su refundación con la venida del ferrocarril y las fábricas han inmigrado gentes de todos los puntos de España y últimamente de varios países, ciudad donde todos los forasteros hemos sido perfectamente acogidos e integrados, es por tanto una ciudad abierta a “nuevas cosas”, tal vez este haya sido el éxito de que tras la pregunta ¿qué pretendéis? haya una pequeña o gran historia. Pero, por supuesto, esa pregunta tenía respuesta.
La primera y la más importante, era explicar la razón de nuestra reunión, el motivo de nuestros encuentros y para ello me sirve la explicación anterior sobre Sabiñánigo. En esta ciudad estamos mucha gente diversa, distintas, de diferentes culturas, orígenes y también religiones y confesiones. Entonces, ¿porqué si trabajamos juntos, nos divertimos juntos, practicamos deporte juntos, juntos nos preocupamos de la educación de nuestros hijos, en definitiva, construimos una sociedad del siglo XXI juntos, en este lugar de nuestra geografía, por qué entonces no podemos también rezar juntos? Este es el origen y única explicación y única respuesta al ¿qué pretendéis?: Rezar juntos.
Independientemente de nuestra confesión, todos somos cristianos, todos hemos sido bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, todos creemos en Jesús, el Cristo, el Señor que murió y resucitó por todos nosotros, por nuestra salvación, y todos somos miembros de su Iglesia. No pretendemos solucionar desde Sabiñánigo la separación de siglos, los cismas de la Iglesia durante sus más de 2000 años de existencia. No pretendemos adoctrinar a nadie. No pretendemos que nadie deje de ser nada para que se pase a ninguna otra confesión. No pretendemos redireccionar a nadie. Sólo pensamos que es una buena oportunidad que nos da el Señor, reunirnos en su nombre a rezar por la iglesia, por nosotros y por todos los que nos rodean para que un día seamos todos uno, como así quiso Cristo que fuera su Iglesia. Yo me he preguntado muchas veces ¿Cuánto le entristecerá al Señor contemplar su Iglesia dividida, atomizada en pequeños grupos donde todos queremos tener la razón?
Eloy J. Torre, iglesia católica.

3 comentarios:

  1. EXCELENTE REFLEXION DE VERDAD, QUE TODOS TENEMOS QUE APRENDER A CONVIVIR COMO HERMANOS, SOBRE TODO AHORA QUE TENEMOS TANTAS RAZAS A NUESTRO ALREDEDOR.

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  2. Eloy, gracias por tu reflexión en el ámbito del ecumenismo. Estoy convencido que pones el dedo en la yaga al afirmar que los temores vienen a partir de pensar que parte de nuestras tradiciones pueden verse afectadas en el encuentro con otras que no las comparten. En este sentido aun hoy, en alguna medida, estamos presos por el peso de nuestra historia, marcada durante siglos por la intolerancia política y religiosa, que no inoculo la idea de eliminar todo lo que resultase diferente o ajeno a lo establecido oficialmente en el ámbito político y religioso. Gracias a Dios, los españoles hemos avanzado mucho en los últimos años, hemos ido alcanzando etapas que nos han hecho pasar de la intolerancia a la tolerancia, y en estos últimos tiempos, tenemos que trabajar para conseguir que de la tolerancia pasemos al reconocimiento del derecho que todos los ciudadanos tienen a expresar libremente sus sus creencias tanto políticas como religiosas, siempre dentro del marco de las normas que libre y democraticamente nos hemos dado.

    En el ámbito del ecumenismo, entre cristianos, el fundamento no puede ser otro que el propio Señor de la Iglesia, Jesucristo, que nos enseña que tenemos un sólo y mismo Padre, al que invocamos como "Padre nuestro" que nos da su Espíritu Santo, que guía a todos los que confiesan a Jesús como su Señor, formando con ellos su Iglesia, Una, en la diversidad, Santa, llamada y apartada por el Señor, Católica, repartida por toda la tierra y formada por hombres y mujeres de toda cultura, raza, condición social, y Apostólica, por tener en el testimonio de los apóstoles la constancia de la manifestación de Dios en su amor liberador. Lo demás, tradiciones, costumbres, ritos, etc. será accesorio y no impedirá que nos reconozcamos como hermanos y sintamos la necesidad de amarnos y orar juntos a nuestros Padre.
    Daniel Vergara, protestante

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  3. La Iglesia es una primero por su origen ya que el modelo y principio supremo de este misterio es la unidad de un solo Dios Padre e Hijo en el Espíritu Santo, en la Trinidad de personas. La Iglesia es una debido a su Fundador: Pues el mismo Jesuscisto, Hijo de Dios encarnado, Príncipe de la paz, por su cruz reconcilió a todos los hombres con Dios... restituyendo la unidad de todos en un solo pueblo y en un solo cuerpo. La Iglesia es una debido a su alma: El Espíritu Santo que habita en los creyentes y llena y gobierna a la Iglesia, realiza la admirable comunión de fieles y une a todos en Cristo. Esta unión llega a ser tan íntima que es el Principio de la unidad de la Iglesia.
    Por tanto, pertenece a la esencia misma de la Iglesia ser una. ¡Qué sorprendente misterio! Hay un solo Padre del universo, un solo Logos del universo y también un solo Espíritu Santo, idéntico en todas partes; hay también una sola virgen hecha madre, y me gusta llamarla Iglesia, decía Clemente de Alejandría.
    Desde el principio, esta Iglesia una se presenta, no obstante, con una gran diversidad que procede a la vez de la variedad de los dones de Dios y de la multiplicidad de las personas que los reciben. En la unidad del Pueblo de Dios se reúnen los diferentes pueblos y culturas. Entre los miembros de la Iglesia existe una diversidad de dones, cargos, condiciones y modos de vida, dentro de la comunión eclesial, de la Iglesia de Cristo, deben existir legítimamente por tanto las Iglesias particulares con sus propias tradiciones..La gran riqueza de esta diversidad no se puede oponer nunca a la unidad de la Iglesia. No obstante, el pecado y el peso de sus consecuencias amenazan sin cesar el don de la unidad.
    Durante siglos los hombres miembros de esta única Iglesia no con coalición del espíritu santo sino por motivos distintos, sociales, políticos, económicos y de diverso índole hemos ido desuniendo, separando, siendo esta la herencia eclesial que hemos recibido. Estamos todos por tanto llamados a "guardar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz" (Ef 4, 3).
    Marta

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