Todos juntos
Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

domingo, 18 de octubre de 2020

REFLEXIONES EN TIEMPO DE PANDEMIA


CRISIS DEL COVID

por Koldo Aldai


COVID Y GRANDES SERES

Perseguiremos siempre su Palabra, pero máxime en estos tiempos de confusión generalizada. En esta hora de crisis cobra más sentido elevar la mirada, emerger de la galerna de emociones, de las polémicas a ras de tierra e intentar acercarnos a su visión aérea. Ahora más que nunca nos aplicaremos en ganar altura y tratar de observar como miran Ellas, las Grandes Almas, los Grandes Seres que hollaron nuestros mismos senderos de polvo y de polen y un día alcanzaron la realización. Lejos de querer arrojarme el privilegio de conocer su Voluntad, esbozo únicamente una suposición, una hipótesis bien intencionada. 

¿Cómo hacernos con esa Mirada, como quitarnos de en medio y devenir Uno con la Voluntad superior? Seguramente intentando dar con la Paz, la Luz y la Compasión que albergamos dentro. Los Grandes Seres nos invitarían a buscar la Causa primera de la situación que estamos padeciendo. No es preciso adquirir el título oficial de “rastreador”, no son necesarios sofisticados programas para alcanzar una conclusión elemental. No nos interesa tanto seguir la trama china o buscar el animal-trampolín que posibilitó que el virus saltara al humano. No será preciso invernar de nuevo en laboratorio para discernir que la primera y fundamental causa de la situación que vivimos es la destrucción de la Naturaleza que el humano ha llevado a cabo. No es una exclusiva élite la que se ha empeñado en esa destrucción frente a una población mundial concientizada. Todos somos, en alguna medida, responsables de sostener este paradigma poco respetuoso para con la Madre Naturaleza. La solución definitiva no se hallará, por lo menos únicamente, en el parche ya se llame mascarilla, ya vacuna…, sino en el freno a esa destrucción y el retorno a una vida natural sostenible y respetuosa con la Tierra, sus Reinos, su armonía, sus ritmos. 

En el imprescindible rastreo de causas primeras nos detendremos también en el origen del temor asociado a la nueva enfermedad. El miedo a la muerte representa en última instancia la razón de esa desazón tan extendida. Sin embargo ningún virus nos puede matar desde el momento en que la muerte no se vislumbra en nuestro destino. El terror a que nuestro postrero aliento venga asociado al COVID 19 tiene tomada a buena parte de nuestra sociedad. Hay un último aliento para este cuerpo físico que ahora vestimos, pero nunca para el espíritu que constituye nuestra Real Naturaleza. ¿Qué mejor vacuna que quitar a la muerte su aguijón y al sepulcro su victoria, que en definitiva el vislumbramiento de la vida eterna?

Hemos de emplearnos en abrir nuevas visiones, nuevos escenarios y paradigmas, nunca en arremeter contra quienes están sosteniendo el actual. Creo que en tercer lugar nos conminarían a la unión de corazones y voluntades, a cejar en esta división de prosistemas y antisistemas, de “oficialistas” y mal llamados “negacionistas”. Seríamos invitados a aguzar comprensión para con unos y otros, a hollar camino de en medio, a acercar sensibilidades, a no parapetarnos en ningún bando, a trascender en definitiva esa nueva frontera que hemos erigido los humanos. Para lograr ese objetivo pienso que las Grandes Almas nos sugerirían armarnos de pedagogía y olvidar todo residuo de rabia. Si verdaderamente creemos en nuestros ideales, en nuestros argumentos de defensa de la vida natural; si consideramos que llevamos en nuestro interior algo de un futuro auténticamente emancipador, jamás tiraríamos de lenguaje ya confrontador, ya ofensivo. Éste sólo hunde nuestros postulados. Tampoco nos ayuda erigirnos sobre el pedestal de posesión de la verdad. Avanzamos humildes tras ella.

Pienso que los Grandes Seres caminarían con la humanidad, con las pautas emanadas de la administración de cada país. En España llevarían mascarilla, no porque creyeran necesariamente en ella, sino por cercanía con las personas, con su dolor y su asfixia, por solidaridad con una humanidad sufriente. Caminar por la calle con boca y nariz tapadas no es dar la razón al sistema, es creer en la comunión humana y desde esa comunión en el dolor y la asfixia no dejar de compartir nuestro anhelo de aire libre, sobre todo nuestro anhelo de transformación ya personal, ya colectiva y de dar vida a una nueva civilización. Si para algo nos ha servido el COVID 19 es para terminar de echar a la basura una civilización depredadora con la Creación que ya no nos sirve y que ya estaba condenada.

Nos comprometemos aquí y ahora con ilusión en el alumbramiento de lo nuevo con el presentimiento de que no estamos solos, de que nos acompañan Grandes Almas que siempre han sido con la humanidad. Nuestra tarea es dar a entender quizás más con hechos que con palabras que hay otro modelo, otro paradigma. Más allá de este panorama privado de sonrisas al que nos ha llevado un modelo que ya agoniza, hay una alternativa de simpleza, austeridad, color, creatividad, sostenibilidad y maravilla. La tarea es grande, pero hay muchos seres que ya están viniendo y gateando que querrán tomar testigo.

El COVID 19 no puede ser la excusa para una nueva batalla entre los humanos, sino oportunidad para anunciar la nueva civilización fraterna, verde, solidaria que ya estaba llamando a la puerta. Confesaremos nuestro privilegio. Hemos tenido en suerte caminar junto a Grandes Almas encarnadas en la Tierra. No olvidaremos nunca esos días en que nuestros pasos se hicieron uno con los del Maestro Thích Nhất Hạnh o los del Maestro Parvati Kumar. De ninguna forma podemos concebir a esos grandes Guías caminando y al mismo tiempo desafiando la legalidad vigente, que además es apoyada por una mayoría de la ciudadanía. Los imaginamos por supuesto aquí y ahora con la mascarilla en el asfalto público. Los visualizamos con su poderosa presencia sonriente y compasiva; con su verbo poético y elocuente, esbozando fe y esperanza, compartiendo la necesidad de mostrarnos agradecidos y reverentes para con la vida, de vincularnos a los elementos, a las costumbres saludables y naturales, de afinar nuestros días con las Pautas y Leyes divinas.

Los imagino abundando en la idea de que no hay nada que atacar, ya sea el último virus, ya sea el sistema infectado de demasiadas enfermedades, principalmente de exceso de individualismo y materialismo. No hay nada que confrontar, a lo sumo defender la vida y colmarla de sano gozo, poder y salud; a lo sumo invitarnos a crear otro mundo basado por fin en los principios inherentes al alma, ya nunca más a nuestra personalidad depredadora.

Por último, les imagino invitándonos a abrazar vida sin fin, pues ese abrazo es el que nos hará trascender el terror al PCR positivo, nos emancipará de todos los miedos y temores, nos liberará del apego a este exclusivo cuerpo, nos dará comprensión de la enfermedad y de la caducidad o impermanencia de las formas. Es a la postre la conciencia de la falsedad de la llamada muerte la que nos privará de la angustia en la que nuestra humanidad está en gran medida sumida.


PRESENCIA Y MASCARILLA

“Estar presentes es detener la guerra” dice Jack Kornield, del movimiento vipassana. El budismo ha contribuido en importante medida a desnudar nuestra más profunda y oculta psicología. Debemos a los grandes maestros del budismo el poder conocernos un poco más. Resulta que la primera chispa de la denostada guerra nacía en nuestro interior, resulta que también podíamos poner las bases para acabar con ella.

No estaban tan lejos las batallas que han ensangrentado nuestras inmensas geografías, que han lastrado nuestra larga historia, que tantas veces han destrozado nuestras vidas y las de quienes nos rodean. Gracias a Dios en una mucho menor escala, pero ahora también estamos viviendo nuestro pequeño conflicto social a causa de la pandemia. Conviene detenernos en él y analizarlo. 
Quizás antes de aprestarnos a parapetarnos en un determinado bando, debiéramos hacer por estar Presentes. Se verbaliza fácil, pero en realidad representa desafiante apuesta humana. Presentes no es permanecer en una nube por encima del bien y el mal, no es eludir criterio, Presentes es tomar conciencia de no identificación; tomar noción de que somos probados en nuestra capacidad de integración, de vivir y encarnar espíritu de comunión por encima de nuestras diferencias.

Permanecer presentes es tratar de elevarnos sobre la dualidad, comprender a quien siente y piensa de otra forma. Puedo manifestarme anti-mascarilla, pero nunca anti portador de mascarilla. Si soy anti-mascarilla debo intentar comprender al pro-mascarilla y viceversa, de lo contrario estaré igualmente contaminando el ambiente astral o emocional con un virus también peligroso y contagioso cuál es el de la confrontación.

Estar Presentes es observar la parte de razón, siquiera pequeña, de la que el otro es portador. La Presencia es en boca de las Grandes Almas, nuestro verdadero Hogar, nuestra verdadera Patria, una Patria con mayúsculas en la que no caben los adversarios de ningún tipo, a lo sumo ignorantes de la Ley de la Solidaridad Universal. 

La Presencia muta y se disfraza de lo que sea preciso con tal de acercar a los humanos. Estar Presentes en nuestro concreto "aquí y ahora" puede incluso implicar subirme la mascarilla hasta cerca de los ojos y sumirme en la uniformidad y el anonimato. Puede ser asfixiarme un poco y en medio de esa situación de falta de aire ofrecer ese sacrificio, esa renuncia a la plena respiración, en favor de la tolerancia y la mutua comprensión entre los humanos.

Somos hábiles en fomentar etiquetas y crear bandos, sin embargo deberemos hacer por permanecer un poco en todos ellos. Ahora nos ha dado por dividirnos en oficialistas y mal llamados “negacionistas”. La vida crea los escenarios que necesitamos para evolucionar. La vida genera las coyunturas para la eventual confrontación, sobre todo para trascenderla. Pro y anti mascarillas es la última y fantasiosa trinchera que ha fomentado a escala mayor nuestra personalidad separatista. Tras visionado de innumerables videos y profusa lectura del argumentario correspondiente, nos hallaremos bien parapetados en nuestra posición blindada. Podemos incluso tener razón, pero su valor siempre será relativo. La Presencia no se apega especialmente a ella, no “le pone”. La Presencia busca reunir los corazones, más que salir triunfante con la razón bajo el brazo.

No somos fans de las mascarillas, nos asfixiamos con ellas. Confiamos más en el poder inmune del cuerpo sano, creemos en su cuidado y en el ingente poder defensivo que nos proporciona una vida natural en contacto con los elementos. No somos acérrimos valedores de una una mascarilla que nos va privando de rostros y sonrisas, pero mientras que sea voluntad mayoritaria la llevaremos con nosotros y nosotras. En medio de la ciudad y de los lugares públicos la estamparemos en nuestra cara. No sufriremos por ello. La Presencia es devota de la entera humanidad y aprendió a desenvolverse en todos los ambientes, a disfrazarse con todos los rostros, incluso con la falta de ellos.

SÓLO ADENTRO EL ASIDERO

He agotado con gozo todas sus letras. Todos y cada uno de sus títulos llegaron puntuales a mi mesilla de noche. Todos y cada uno fueron dádiva impagable para el alma. Ha sido cicerone indiscutible en mi Sendero y ahora por primera vez no puedo hacer mío su discurso. El visionado de un "you tube" de quien he seguido toda la vida y con el que fraternalmente ahora disiento, me lo ha confirmado. 

Definitivamente éste es el tiempo anunciado, el de las grandes pruebas y complicados discernimientos. Ésta es la hora en la que nos iban a soltar en medio de la suprema confusión para guiarnos exclusivamente por nuestro corazón. Nos iban a privar de nuestros más seguros referentes. Nos iban a conceder la mayoría de edad para así ensayar y aprender a guiarnos por nosotros mismos y nosotras mismas. Hoy más que nunca es preciso volcar para dentro y dar con nuestra propia Guía. 

Estamos a final de ciclo. A saber además de cuántos... No porque lo cante el calendario maya, ni las profecías de Nostradamos , ni los posos de tantos cafés..., que quizás también. Lo estamos porque nos hallamos sin duda alguna, en el pupitre de la graduación o lo que es lo mismo en la lanzadera de la definitiva emancipación. 

¿Acaso hemos vivido en algún momento de nuestras vidas mayor confusión? ¿Acaso han caído o zafado de repente tantos referentes? Nos han dejado sin asidero y lo han hecho a voluntad. Por ahí Arriba han concluido que había llegado el momento, que había que soltarse inevitablemente de las Manos de la Custodia. Sólo deseaban confirmar que estábamos por fin en condiciones de otorgar timón al alma, de guiarnos con nuestra sola e infalible brújula interior.

NO OFENSIVIDAD

Muy por encima de nuestras eventuales diferencias, más allá de lo que se coloque sobre la boca o se inyecte bajo la piel es mi hermano. Las crisis sociales como la que en el presente atravesamos, fomentan todo tipo de emociones. No se debería bajo ningún concepto tildar de “borregas” a las personas que defienden la mascarilla o la futura vacuna anti-COVID. Estaremos faltando a nuestros congéneres y estableciendo una nueva e injustificable separación entre los humanos. 

Las Grandes Almas son las que nos pueden guiar en esta situación crítica de confusión suprema. Dice Thích Nhất Hạnh que cuando somos capaces de observar con compasión el sufrimiento de otra persona nos vemos beneficiados: “La compasión nos hace felices y tranquiliza. Al escuchar con compasión entendemos cosas que no comprenderíamos si nos dejáramos llevar por la ira.”

En esa suerte de Mensajes hallamos liberación, remanso, sólido anclaje. Descarto la situación de alerta constante, de ligereza y a menudo incluso de negatividad en las que nos pueden sumir las Redes sociales. Más que “estar a la última” con él último “you tube” beligerante, con el reciente "whasap" inquisitivo, mantenernos en la plena conciencia, situarnos sí a "la última" en lo que a las exigencias de nuestra.

Koldo Aldai




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