CARTAGENA Y EL PROTESTANTISMO.
LA LUCHA POR LA LIBERTAD
por Francisco Henares
1.- Los libros y folletos que se descargan de un barco. Finales del siglo XVI en Cartagena.
Con frecuencia hablamos del Protestantismo como importantes incursiones de entrada en España a partir del siglo XIX. Sin embargo, existe en el Archivo Histórico Nacional (Madrid) una larga documentación de este hecho ocurrido en Cartagena a fines del XVI. La publiqué en mi tesis sobre Arce, y en la Revista de la Inquisición. Se trata de un alijo grande (los llama balas) de libros, y de textos en rama (cuadernos sueltos) que quieren colar en España a través de un barco, que ha sido investigado y detenido en el puerto y cuyos documentos iban a ir luego hacia Medina del Campo, y otros sitios de venta o propaganda. Llega esto a oídos de la Inquisición de Murcia, vienen los agentes al puerto de Cartagena y requisan todas las balas. Es la hora de la censura. Se entrega todo en Murcia para que opinen dos teólogos hermanos muy conocidos: uno, el famoso franciscano Diego de Arce, al cual dediqué entera mi tesis doctoral, y a quien se llevó luego el Virrey Lemos a Nápoles como su Confesor, allí fue obispo, y allí murió; otro, el hermano del anterior, Pedro de Arce, canónigo en la catedral de Murcia. A propósito de lo apresado en el puerto, deben dar su opinión teológica página por página y autor por autor, y entregarla a la Inquisición.
Dos hechos:
1) Asoma la prohibición frente a todo lo que no llevara censura, La Iglesia y monarquía católica (Felipe II en este momento) no podía consentir que se rompiera la unidad de la patria hispana, según su mentalidad.
2) Se advierte que en esos libros se hacían trampas. Por ejemplo, se ponía bajo el nombre de un autor católico o santo padre antiguo (amparo en la Patrística) una gavilla de páginas, o párrafo entero, para así poder colar mejor ideas luteranas. O esto otro: ni se nombraba ahí a los libros deuterocanónicos, ni se admitían éstos para la Biblia.
Queda, pues, en pie la lucha por la libertad de expresión, la libertad de conciencia, por un lado; y por el otro, la convicción de la Inquisición de que no entre falsa doctrina, según opina aquélla.
- Quien más pierde aquí es la propia Biblia, porque se ponían trabas a conocerla.
- Y esto en un ámbito de analfabetismo o poca formación del pueblo fiel. Por el lado contrario, el protestantismo quería una Biblia sin notas, para que no hiciera de intermediario ningún otro que el fiel lector. Y esto en tiempos donde tanto Reina como Valera y Fray Luis de León pedían a gritos traducir la Biblia. Lo pagaron fuertemente con muchas persecuciones.
2.- El siglo XIX en Cartagena y el protestantismo
Estamos en una época más cercana, que aún se vive históricamente en el aspecto físico y urbano de la ciudad.
Lo primero que hay que situar es a la Cartagena de esa época en muchos aspectos: el puerto con harto movimiento, la minería de La Unión, la interrelación económica con Inglaterra, el sector técnico cualificado que viene y va a Inglaterra. Y los consulados, en su mayoría de la Europa del Norte.
El consulado es el portador de muchas cosas, y goza de prestigio en la ciudad. Pero además es el refugio del protestantismo. Unas veces claramente y otras con disimulo va dejando que entren doctrinas de apertura en España, incluidas las bíblicas, y las traducciones de la Biblia (la del padre Scio de San Miguel, el escolapio). Más aún, el consulado es muchas veces el que hace de templo, de reunión, de culto y oración del mismo protestantismo, ya que no hay libertades todavía de culto, sino poco a poco.
La novela de Mr Witt en el Cantón da fe de este mundillo de ingenieros ingleses casados con españolas, y de consulado por medio ante los hechos del Cantón que ocurrieron, declarándose República independiente Cartagena. Una utopía no excepcional.
A esto colabora la vida política de España, muy movida en ese siglo. Recordemos dos hitos: el Bienio progresista y el Sexenio revolucionario (1868-1874).
-La región de Levante fue la elegida para la expansión dentro de nuestro mapa del Sureste. Alicante fue la ciudad ideal para los agentes bíblicos, aunque por aquí no pasó Georges Borrow. Era natural (hasta todavía hoy) que ahí se asentaran comunidades extranjeras, es decir, semillero para el protestantismo.
Cartagena seguía esa huella, y de hecho J. Graydon, el militar de tremendo empuje, seleccionó como campo de operaciones a Alicante, Murcia, Cartagena.
Era la de Cartagena una diócesis muy grande en extensión (Murcia, Albacete, parte de Almería, Alicante, Jaén). Por tanto interesaba para la expansión.
Graydon estuvo en Cartagena y Murcia varias veces. En Murcia vivió un ruidoso incidente. Tuvo que intervenir el Gobierno español y el británico. Llevaba mucha publicidad de folletos, de Biblias, de textos. Lo interceptaron y lo expulsaron de la nación. Más tarde le ocurrió algo igual en Málaga por un anuncio que salió en un periódico y que fue juzgado como que insultaba a la nación. En Cartagena fueron apresados 12.450 ejemplares de distintos textos, y entraba todo en los planes de Graydon. Otra vez escapó de mayores iras, y por intermedio del cónsul sólo fue expulsado de España de nuevo. Investigador nada sospechoso contra el protestantismo como Juan Bta.Vilar habla de él: de “la incontinencia verbal anticatólica del agente bíblico” (Intolerancia y libertad en la España contemporánea. Edit. Istmo 1994, 202).
Atención a esto: más de una vez entraban con lo bíblico, por intereses de libreros, novelas inmorales, o Los Miserables, o la Vida de Jesús, de Renán. De ahí que el obispo de Cartagena, Barrio, escribiera pastorales elocuentes como queja contra “los malignos inventos de los reformadores” (Vilar, 264).
Lo más interesante es que en Cartagena cuajó una Iglesia, un grupo protestante español. Para todo eso fue necesario que hubiera un cónsul como Charles W. Turner, Presidente de la famosa Sociedad Anglohispana. Hombre muy querido y que salvó de represiones contra los sublevados en Cartagena, y hasta logró que se fueran al extranjero sin cárceles por medio. Fue cónsul hasta su muerte en 1856. Su coto minero en Cabo de Palos fue refugio a veces de propagandistas bíblicos, y por ese pequeño puerto entró mercancía bíblica y teológica. Es más: fue un depósito de publicaciones de propaganda evangélica. Está Turner enterrado en el cementerio británico de Cartagena.
El nuevo cónsul dirigió su oficina 25 años, y estaba relacionado con el anterior. En principio ayudó mucho a la mentada propaganda evangélica, pero poco a poco se fue diluyendo. O mejor: se casó con una murciana de clase alta en la capilla del palacio episcopal en Murcia. Se llamaba ella Manuela Meseguer.
Por su parte, la eclesiogénesis de la Cartagena protestante le debe mucho a José Vázquez. Vino acá varias veces y alentó, y orientó a los creyentes.
En 1865 el gran apóstol Matamoros escribe una carta desde Pau (Francia) y comenta que en Cartagena, ha arraigado la fe evangélica entre conversos. Se reunían en clandestinidad, obviamente.
Pero el mayor impulso data de 1868 con la libertad religiosa en curso, merced al Sexenio revolucionario. Ocurrió gracias a la actividad de dos pastores: Miguel Trigo, y Felipe Orejón.
3.- El cementerio de los ingleses
El pastor Orejón, aprovechando la Septembrina-Sexenio pide al Ayuntamiento (abril de 1873) “se separe un sitio en el cementerio de esta ciudad para dar sepultura a todos los cadáveres de los que no pertenecen a la religión católica, en virtud de haber en esta localidad 130 ciudadanos que han abrazado el Evangelio “ (citado por Vilar, o. c. pág.404).
Se puso un muro junto al cementerio de Sta. Lucía, aislándolo sencillamente, y con una puerta propia, distinta a la general. He aquí una historia religiosa que emparenta con la civil, con la presencia extranjera en la ciudad.
Y con la conexión de otras iglesias cristianas: Evangélica española, Asamblea de Hermanos, Evangélica Bautista. La última inhumación fue el 12- 1- 1968, con el fallecido Augusto Siljestron, Vice-Cónsul de Suecia, Noruega, Dinamarca. La Guía de Federico Casal (1933) cita a tal cementerio. Otros cronistas ni pum, y eso que hablan del barrio de Sta. Lucía.
Al final del siglo XIX fue decayendo tal cementerio. Y en 1968 lo administró todavía el pastor de la Asamblea de Hermanos.
Luego, hubo actos vandálicos, y gamberros asaltaron fosas, rompieron lápidas rotas, y hubo robos de éstas. Año 1974.
Las denuncias que se pusieron, trajeron luego la consecuencia del traslado de los restos en 1985 al cementerio de Sta. Lucía. Y el cementerio viejo se demolió. Yo llegué a conocerlo antes de todo esto.
Los restos (o en buena parte al menos) están en el Osario, a guisa de monumento.
4.- Un Ecumenismo nos llegó recientemente por las nuevas leyes en España
Me refiero a esa historia de siglos pasados en los que se enterraban separados a católicos, protestantes, y hasta a otros muertos gravados de ateísmo, o con similares connotaciones (la del suicidio, por ejemplo). Desapareció tal de un plumazo ya en los años de la Democracia española. Y entonces ocurrió ese ecumenismo que mentamos: protestantes y católicos ocupan hoy una fosa o nicho en los cementerios, y esto unos vecinos de otros, y pocos saben de qué cristiano requiem aeternam provienen. Lo diré mejor: a veces, evangélicos, y fieles de otras Iglesias están colocados hoy junto a católicos, y con frecuencia también en esas fosas de evangélicos sus parientes han colocado escritos en la lápida. En el cementerio de San Antón (Cartagena) hay varios casos. Son textos bíblicos por lo general. Y ahí está el saber del buen lector, porque se extraña de la traducción de los versículos que se hallan grabados en la fosa. Suele ser esa traducción de la llamada Biblia del Oso con el hermoso castellano del Siglo de Oro que porta. Hablo de Casiodoro de Reina y de Cipriano de Valera. A ellos (sobre todo a Casiodoro), le ha dedicado un estudio oportuno Doris Moreno titulado Casiodoro de Reina. Libertad y tolerancia en la Europa del siglo XVI. He aquí que hoy en cementerios como el de San Antón de Cartagena duermen juntos quienes creyeron en Cristo. Unidos. A mí me impresiona una lápida que guarda a un hombre joven (cerca de mi hija) y lo guarda con el texto del Apocalipsis 3, 8-9: Dios tiene una puerta abierta que nadie puede cerrar. Eso dicho a un difunto, hermano en la fe cristiana, es todo un surtidor de agua viva, seas de la confesión cristiana que fueres. Ha sido una gracia juntarse, aunque sea en el cementerio. No sólo oramos ya juntos, sino que también dormimos en el Señor también juntos. Un solo Señor, una sola Fe, un solo Dios y Padre.
Muy bonita conferencia debió ser. Un texto evocador que repasa el despertar que produjo la Palabra en aquellos años. Cuando hay intercambio comercial, también lleva aparejado el cultural. Y a la postre, a pesar de la oposición y la censura e incluso la persecución, hoy "todos juntos" descansando en la misma esperanza.
ResponderEliminarUn abrazo!!
;-)