¿ENCONTRARÁ SITIO?
por Jualián Ruiz Martorel, obispo católico romano de Jaca y de Huesca
Queridos hermanos en el Señor:
Os deseo gracia y paz.
El Señor se acerca, desea plantar su tienda entre nosotros, quiere habitar entre nosotros. Se aproxima como peregrino y solicita hospedaje. ¿Encontrará sitio?
Estamos muy ocupados y aturdidos. Son muchos los quehaceres que nos ocupan, nos preocupan y nos distraen. Tenemos muchas cosas que preparar. Hemos de seleccionar regalos apropiados para personas muy queridas. Revisamos la lista de las personas que nos felicitaron en Navidad el año pasado y siempre queda alguien cuya felicitación llegó con retraso y no recibió respuesta.
Tenemos que preparar las celebraciones, la música, la letra de nuestros mensajes, el tono de nuestra presencia. Y, en medio de tantas actividades, perdemos el horizonte y apenas disponemos de unos minutos para hacerle un lugar en nuestra vida al Señor que viene.
Experimentamos el cansancio tenso e insatisfecho de las actividades mal vividas, carentes de las motivaciones apropiadas, sin espíritu.
Hay muchos signos externos de fiesta y de consumo. Signos superficiales que desvían nuestra atención del misterio que nos disponemos a celebrar.
Vivimos inmersos en un relativismo práctico que consiste en “actuar como si Dios no existiera, decidir como si los pobres no existieran, soñar como si los demás no existieran, trabajar como si quienes no recibieron el anuncio no existieran” (Evangelii Gaudium 80).
¡Qué enorme ingratitud la de aquel pueblo que no acogió en sus hogares al Esperado de los tiempos! Vino a los suyos y los suyos no le recibieron. ¡Qué gran desprecio! ¡Qué falta de atención y de acogida!
Pero no son menores nuestra ingratitud, nuestro desprecio, nuestra desidia que nos impide crecer en atención y acogida.
Da la sensación de que no hay espacio para Dios, de que no disponemos de tiempo para abrirle las puertas de nuestra vida. Casi parece como un visitante inesperado e inoportuno.
“Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien” (Evangelii Gaudium 2).
Entre recuerdos nostálgicos y ensoñaciones fantasiosas no descubrimos la trascendencia de este “hoy” que se abre al Absoluto; mejor, de este hoy en el que el Absoluto quiere abrirse paso y solicita una amable respuesta y una cálida acogida.
El nacimiento del Señor nos invita a disfrutar del amor personal de Dios que se hace hombre, se entrega por nosotros y está vivo ofreciendo su salvación y su amistad.
Hemos de vivir con pasión el presente, para experimentar un amor apasionante y responder con apasionado amor. No podemos desaprovechar el momento oportuno, la ocasión favorable, el tiempo de gracia.
El Señor viene. ¿Encontrará sitio?
¡Que sí, que esta vez nos lo vamos a tomar en serio! En serio, pero con una alegría desbordante.
¡Que sí, que esta vez sí que encontrará sitio!
¡Feliz Navidad!
Recibid mi cordial saludo y mi bendición.
Julián Ruiz Martorell
Obispo de Jaca y de Huesca
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