NOCHEBUENA, NOCHE DE PASTORES
Mientras se encontraban José y María en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.
En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: "No temáis, porque os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Esto os servirá de señal: encontraréis a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre".
Junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: "¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!"
Después que los ángeles volvieron al cielo, los pastores se decían unos a otros: "Vayamos a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado".
Fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores.
Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón.
Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido. (Lucas 2, 6 - 20)
“La unidad es un camino que se debe hacer, y
se debe hacer juntos; es el ecumenismo
espiritual, rezar juntos, trabajar juntos. Y luego
está el ecumenismo de la sangre: cuando se
mata a los cristianos, la sangre se mezcla.
Nuestros mártires están gritando:
‘¡Somos uno!”.
Papa Francisco. 30 de noviembre de 2014.
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