Han pasado poco más de dos mil años, pero si hubiese sido uno de aquellos pastores que cuidaban el rebaño, reunidos alrededor del fuego en aquella vigilia de la noche, tras una ardua jornada de quehaceres, hablando tal vez del Mesías prometido y de la restauración del pueblo de Dios, mientras jugueteaba con las brasas con mi cayado, me hubiese quedado estupefacto cuando:
"de pronto se les presentó el ángel del Señor, y la claridad de Dios los cercó de resplandor. Y tuvieron gran temor" Lucas 2: 9.
Puesto en pie de golpe sin comprender nada, con el corazón latiendo a un ritmo increíble y agarrado fuertemente a la única defensa posible, mi vara de pastor; sí, sin duda, yo también me habría asustado. Literalmente estaría "pasmado".
"Pero el ángel les dijo: "No temáis, porque os traigo una buena noticia, que será de gran gozo para todo el pueblo;
que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador que es Cristo, el Señor.
Y esto os será por señal. Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre" Lucas 2: 10-12
Estando todavía en estado de shock, sin salir del asombro ante la presencia del mensajero y del mensaje, oímos una
"multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios y decían:
"Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, entre los hombres buena voluntad" Lucas 2: 13, 14
Nunca habría sido testigo de tanta grandeza y humildad a la vez. La luz, el mensajero, el coro... pero, un momento, ¿ha dicho un pesebre? Todo quedó a oscuras de repente, las brasas del fuego fueron de nuevo nuestra referencia y comenzamos a hablar todos a la vez. ¿Lo habéis oído? ¿El Salvador, el Cristo, el Señor, acostado en un pesebre?
Pues sí, habíamos oído bien, después de "ir a toda prisa", vers. 16, hasta Belén y de encontrar el lugar donde estaba el Mesías, y ver a María y a José, contamos aquello de lo que habíamos sido testigos y todos "se maravillaban", vers. 18, de nuestras palabras. Y volvimos junto a nuestro rebaño "alabando a Dios por todo lo que habíamos oído y visto..." vers. 20
Me emociona recordar este episodio, y no puedo dirigir a nuestros amigos unas palabras, en nombre del Equipo Ecuménico, sin tener en cuenta esta realidad del Adviento. Emanuel, Dios entre nosotros, Dios con nosotros. Si ahora nos alegramos cuando la familia se reúne en estas fechas, ¿qué no será cuando todos juntos estemos al lado del Salvador como una gran familia? Una familia redimida por Él y para Él.
Que la grandeza y la humildad de Dios sean una referencia constante en nuestras vidas.
Feliz Navidad y Feliz Año 2015
Muchas gracias y felicidades para ustedes también hermanos en Cristo. Que el Señor Dios les llene de felicidad a ustedes y a sus familias. Gracias por hacernos presentes cada día que todos pertenecemos a la misma familia de Cristo nuestro Señor. Sigan con su trabajo de hermanamiento en el ecumenismo durante 2015, nos hacen mucho bien.
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