Perdona nuestras deudas como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. (Mateo 6, 12)
Esta petición del padre nuestro es diferente a todas las demás. No se trata tan sólo de una oración a Dios, sino que también menciona lo que hacemos nosotros: “como hemos perdonado” o “como perdonamos”. La primera variante es la preferida por los biblistas, la segunda es la que ha quedado en el uso común. Quien reza así “se presenta a sí mismo ante Dios como ejemplo de virtud, si es que podemos decirlo así, al pedir a Dios, que está por encima de cualquier imitación, que le imite”, tal y como hacía notar, no sin asombro, San Máximo Confesor, un comentarista del siglo VII. Pero, ¿quién puede afirmar que ha llevado el perdón tan al extremo como para pedir a Dios que haga lo mismo? En cualquier otro lugar, la Biblia afirma la prioridad del perdón recibido sobre el perdón dado: “Como el Señor os ha perdonado, así también haced vosotros” (Colosenses 3, 13). El inmenso amor con el que Dios nos llena puede derramarse en las vidas de los demás a través del perdón que les ofrecemos.
Comunidad de Taizé
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