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Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

miércoles, 1 de septiembre de 2021

HUMANIDAD: VUELNERABILIDAD COMPARTIDA. DESTINO COMPARTIDO

El secretario general en funciones del Consejo Mundial de Iglesias reflexiona sobre “nuestra vulnerabilidad compartida –y nuestro destino compartido– como una sola humanidad”


CLAVE:
  • En su intervención, el 30 de agosto, en el “Diálogo sobre la COVID-19 y sus consecuencias para la cooperación multilateral mundial”, el secretario general en funciones del Consejo Mundial de Iglesias, el Rev. Prof. Dr. Ioan Sauca, ofreció un discurso de apertura centrado en los acuciantes esfuerzos para mantener el diálogo y la cooperación multinacionales después de la pandemia de COVID-19.

La conferencia fue organizada por la fundación Dialogue for Peace y moderada por el ex primer ministro de Noruega, Kjell Magne Bondevik.

Junto con el Consejo Mundial de Iglesias, representantes de la Liga Musulmana Mundial y de la Organización Mundial de la Salud compartieron sus experiencias con ministros, embajadores, políticos y asociaciones de paz, entre otros.

El Rev. Sauca fue invitado al evento a raíz de la reciente concesión al Consejo Mundial de Iglesias del Premio Bridge Builder por su labor en la cooperación interreligiosa en pro de la paz. Otros de los ponentes principales fueron Su Excelencia el Dr. Muhammad Bin Abulkarim Al-Issa, secretario general de la Liga Musulmana Mundial, laureada también este año con el premio; Su Excelencia el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud, premiada el año pasado; y Su Excelencia, Jagan Chapagain, director general de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.

“De hecho, cómo no, es la pandemia lo que nos reúne hoy aquí, aun cuando el virus y sus variantes se propagan sin control y la colosal tarea de vacunar, proteger y asistir a la población continua mermando nuestros sistemas sanitarios y financieros”, dijo Sauca; “¡pero no dejaremos que merme nuestro valor y nuestras fortalezas!”.

Sauca ofreció un resumen de las distintas reacciones ante la pandemia en el Consejo Mundial de Iglesias, en calidad de comunidad mundial de iglesias cristianas con más de 550 millones de miembros. “Puesto que, de pronto, los viajes del personal y las conferencias quedaron descartados, buena parte de la efectividad del Consejo Mundial de Iglesias en este periodo se basó en su capacidad para crear rápidamente cauces de comunicación que permitieran la difusión de los relatos de toda la comunidad, informar sobre las iniciativas adoptadas en relación con la COVID-19 y destacar las mejores prácticas entre las iglesias en respuesta a la pandemia”, afirmó. “Gracias a ello, se han revelado ejemplos concretos de la adaptación efectiva y potencial de las comunidades religiosas”.

La identidad del Consejo Mundial de Iglesias en calidad de comunidad unida en oración y servicio ha ganado visibilidad a través de la publicación de oraciones matutinas diarias y de oraciones semanales elaboradas por miembros de la comunidad, explicó el Rev. Sauca.

“Como ven, este ha sido un periodo para aprender de nuevo sobre el rol del Consejo Mundial de Iglesias y de la comunidad mundial en el trágico devenir de nuestro planeta y sus pueblos”, dijo. “Nuestra disposición a ser transformados y a transformar el mundo a través de la satisfacción de las necesidades concretas de los demás constituye una medida de nuestra responsabilidad, en calidad de individuos e iglesias”.

Es nuestra responsabilidad y nuestra vocación contribuir multilateralmente a aliviar esta pandemia, aseveró Sauca. “Fundamentalmente, creo que hemos aprendido la importancia real de nuestro trabajo, no a pesar de nuestra identidad religiosa, sino gracias a ella”, dijo. “Nuestra identidad como comunidad cristiana mundial nos permite abordar esta crisis en sus dimensiones culturales y espirituales más profundas, derribar barreras y tender puentes, y trabajar basándonos en las relaciones”.

Las organizaciones religiosas se encuentran en una posición única para intervenir localmente de forma práctica en los asuntos de la atención sanitaria, afirmó Sauca. “El aprendizaje fundamental de esta pandemia ha sido el de nuestra vulnerabilidad compartida –y nuestro destino compartido– como una sola humanidad”, concluyó. “Ahora sentimos con mayor intensidad la fragilidad de la vida humana; es más, de toda la vida en este planeta”.


Discurso completo “Diálogo sobre Covid-19 y las consecuencias para la cooperación multilateral global, pronunciado por el Secretario General interino del Consejo Mundial de Iglesias Rev. Dr. Ioan Sauca. 30 agosto 2021

Excelencias, distinguidos invitados, señoras y señores presentes en Ginebra o que nos siguen en línea desde otros lugares:

1. Presentación

Deseo agradecer a la Fundación Diálogo por la Paz y al señor Aamir Javed Sheikh, su director, por el patrocinio y la organización de esta conferencia, y a Su Excelencia el señor Kjell Magne Bondevik, antiguo primer ministro de Noruega, por actuar como moderador de nuestras ponencias.

Mi presencia aquí, junto a Su Excelencia el Dr. Muhammad Bin Abulkarim Al-Issa, secretario de la Liga Musulmana Mundial, tiene su origen en la reciente concesión al Consejo Mundial de Iglesias del Premio Bridge Builder, por nuestra labor en la cooperación interreligiosa en pro de la paz. Estoy sinceramente agradecido al Comité Noruego del 14 de Agosto y al Centro de Oslo, que desde hace años cuentan con la participación del antiguo primer ministro de Noruega y presidente ejecutivo del Centro de Oslo, Su Excelencia Kjell Magne Bondevik, y del señor Aamir J. Sheik, presidente del Comité Noruego del 14 de Agosto, por reconocer y alentar nuestro trabajo. Agradezco asimismo la oportunidad de aprender de las experiencias de Su Excelencia el señor Jagan Chapagain, secretario general de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.

Por otro lado, también deseo expresar mi sincero agradecimiento a nuestro otro asociado en el diálogo y vecino de la Ginebra internacional, Su Excelencia el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), por su capacidad de dirección y su dedicación. Todos los que estamos aquí tenemos una deuda con usted, señor, por su liderazgo vital y estratégico en estos tiempos críticos en que el coronavirus y la pandemia nos ponen a prueba.

De hecho, cómo no, es la pandemia lo que nos reúne hoy aquí, aun cuando el virus y sus variantes se propagan sin control y la colosal tarea de vacunar, proteger y asistir a la población continúa mermando nuestros sistemas sanitarios y financieros. Pero no dejaremos que merme nuestro valor y nuestras fortalezas. Este es el momento en que todos –en las Naciones Unidas, las organizaciones no gubernamentales, las organizaciones de la sociedad civil y las organizaciones religiosas como el Consejo Mundial de Iglesias– debemos actuar y darlo todo para luchar contra el virus y velar por la seguridad y la salud de las personas en todos los lugares. Nos comprometemos solidariamente con esta campaña por la vida para todos.

2. Lo que hemos hecho y lo que estamos haciendo

Con el fin de abordar el tema específico de este diálogo, permítanme que plantee algunas preguntas, en parte a modo de autoreflexión y, en parte, con miras a las labores que compartimos con todos ustedes, nuestros aliados para poner fin a la pandemia. Deseo plantear la siguiente pregunta:
  • ¿Cómo ha respondido a la pandemia el Consejo Mundial de Iglesias, en calidad de comunidad mundial de iglesias cristianas con más de 550 millones de miembros?
  • Teniendo en cuenta nuestra experiencia en el Consejo Mundial de Iglesias, ¿qué papel podemos desempeñar –nosotros y otros grupos y organizaciones religiosos– entre nosotros, entre distintas denominaciones religiosas y en colaboración con la sociedad civil, para hacer frente a la pandemia y a sus múltiples consecuencias?
  • ¿Qué perspectivas e ideas prometedoras han surgido que podrían promover una mayor colaboración y una acción multilateral más efectiva por parte del Consejo Mundial de Iglesias y de otros grupos religiosos y sus asociados en todo el mundo?

En los dieciocho meses transcurridos desde el inicio de la pandemia, en Consejo Mundial de Iglesias, trabajando de forma remota, ha reorientado su trabajo a fin de preparar a las iglesias del mundo para afrontar los desafíos sanitarios y pastorales que plantea la pandemia y ministrar en presencia de la enfermedad, la muerte y las importantes perturbaciones que se han dado en todas partes.

Puesto que, históricamente, las iglesias y el Consejo Mundial de Iglesias tienen un estrecho vínculo con la salud y la sanación, se creó de inmediato un Equipo de apoyo al ministerio para responder a las múltiples cuestiones y problemas que habían surgido en contextos locales y regionales. El equipo, compuesto por nueve expertos de referencia en distintos ámbitos programáticos, ha estado a disposición de las iglesias para ayudarlas a discernir su función durante la pandemia de coronavirus, a adaptarse en calidad de comunidades religiosas y a comunicarse y compartir entre ellas. Rápidamente, este servicio pasó a ser un recurso rápido y muy utilizado por iglesias, pastores y demás personas de todo el mundo.

Puesto que, de pronto, los viajes del personal y las conferencias quedaron descartados, buena parte de la efectividad del Consejo Mundial de Iglesias en este periodo se basó en su capacidad para crear rápidamente cauces de comunicación que permitieran la difusión de los relatos de toda la comunidad, informar sobre las iniciativas adoptadas en relación con la COVID-19 y destacar las mejores prácticas entre las iglesias en respuesta a la pandemia. Gracias a ello, se han revelado ejemplos concretos de la adaptación efectiva y potencial de las comunidades religiosas. Las noticias e historias se reforzaron con una completa variedad de recursos COVID para las iglesias y las personas a título individual. Las visitas a la página web del Consejo Mundial de Iglesias crecieron en más del 50% en 2020 con respecto a 2019, alcanzando más de 1,3 millones de visitas de más de un millón de visitantes en 2020; una cifra que ha aumentado aún más desde que se inauguró la nueva web.

Al mismo tiempo, las innovaciones digitales también han permitido a los numerosos programas del Consejo Mundial de Iglesias trabajar virtualmente con las principales iglesias miembros y consejos asociados, a menudo en asuntos relacionados con la COVID. Fruto de ese trabajo es el gran número de transmisiones en vivo, pódcasts, publicaciones en blogs y seminarios web dedicados a analizar el desafío sanitario y ministerial inmediato, y también sus implicaciones en el replanteamiento de los asuntos en materia de justicia social, derechos humanos, igualdad racial y de género, violencia contra las mujeres y los niños, y la buena gobernanza.

Asimismo, se ha realizado un número importante de publicaciones centradas específicamente en la preparación de la comunidad para afrontar los desafíos derivados de la pandemia de COVID-19. Un Marco de respuesta ecuménica ante la COVID-19 para la salud mundial estableció los parámetros de la atención sanitaria. El Consejo Mundial de Iglesias y el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso publicaron la declaración conjunta Al servicio de un mundo herido en solidaridad interreligiosa: un llamado cristiano a la reflexión y a la acción durante y después de la pandemia de COVID-19. Y Healing the World Eight Bible Studies for the Pandemic Era (Sanando al mundo: ocho estudios bíblicos para la era de pandemia) invitó a los cristianos a luchar contra el miedo, el dolor y la incertidumbre desde una perspectiva bíblica. Una edición virtual especial de las revistas del Consejo Mundial de Iglesias ahondó en los desafíos pastorales y teológicos de la pandemia.

El uso más intensivo de los medios sociales durante este periodo ha ampliado el alcance del mensaje del Consejo Mundial de Iglesias y ha impulsado en gran medida la participación del público, especialmente en campañas solidarias y espirituales. La identidad del Consejo Mundial de Iglesias en calidad de comunidad unida en oración y servicio ha ganado visibilidad a través de la publicación de oraciones matutinas diarias y de oraciones semanales elaboradas por miembros de la comunidad, a las que se ha dado amplia difusión en los medios sociales y demás medios.

En resumen, a pesar de las enormes dificultades que ha traído la pandemia para el Consejo Mundial de Iglesias el hecho es que, en muchos sentidos, su efectividad en calidad de convocador de la comunidad mundial de iglesias, de catalizador del testimonio público, y de comunidad que trabaja solidariamente por la justicia y la paz se ha visto reforzada en estos tiempos difíciles.

En la primavera de este año, el Consejo Mundial de Iglesias designó a nueve dirigentes de iglesias para que se sumaran a los otros trescientos promotores de las vacunas (Vaccine Champions) movilizados por UNICEF para concientizar sobre las ventajas de la vacunación, luchar contra la desinformación y promover la confianza en los programas de vacunación. Como dije entonces, durante el despliegue de los programas de vacunación contra la COVID-19, los dirigentes de todas las religiones tienen una función esencial en el mantenimiento de la confianza del público en las autoridades y servicios sanitarios, y en las propias vacunas que han sido aprobadas. En calidad de comunidad cristiana, es nuestro deber y nuestra obligación moral rebatir públicamente los rumores y mitos y corregirlos aportando datos. Teniendo en cuenta que el acceso a las vacunas y su distribución plantean también problemas morales y éticos, debemos asumir la responsabilidad y defender lo que es justo desde la perspectiva médica, ética y de los derechos humanos.

De hecho, anteriormente, el Consejo Mundial de Iglesias se unió al Congreso Judío Mundial en una declaración conjunta que invitaba a los dirigentes religiosos de todas las tradiciones y lugares a reflexionar sobre la miríada de cuestiones éticas que planteaba la distribución mundial de vacunas, y a participar en su resolución.

3. Nuestras tareas más acuciantes

Como ven, este ha sido un periodo para aprender de nuevo sobre el rol del CMI y de la comunidad mundial en el trágico devenir de nuestro planeta y sus pueblos. Para mí, al menos, nuestro trabajo y nuestras relaciones durante este último periodo y en la actualidad han reforzado algunas convicciones fundamentales del movimiento ecuménico:
  • La esencia de nuestra comunidad –en calidad de iglesias y más allá– es la espiritualidad ecuménica que compartimos: esa es la llama que impulsa nuestra lucha por la justicia e ilumina nuestros esfuerzos por la paz.
  • Pero esa labor inspirada en la espiritualidad tiene un alcance mucho mayor. Su propósito es alcanzar la unidad de los cristianos y de toda la creación y superar las divisiones a fin de prestar servicio a toda la humanidad en su búsqueda de justicia y paz.
  • Nuestra disposición a ser transformados y a transformar el mundo a través de la satisfacción de las necesidades concretas de los demás constituye una medida de nuestra responsabilidad, en calidad de individuos e iglesias.
  • Dado que la salud y el bienestar del mundo están estrechamente vinculados con nuestra identidad misma en calidad de comunidad religiosa, es nuestra responsabilidad y nuestra vocación contribuir multilateralmente al alivio de esta pandemia.
  • En términos específicos, nuestra efectividad en calidad de comunidad mundial está condicionada por nuestras asociaciones indispensables con organizaciones afines, como la OMS, ONUSIDA, y UNICEF, así como con otras tradiciones religiosas y con la constelación de gobiernos y organismos internacionales que trabajan por el bien común.

Sobre esta premisa y en este momento crítico de la pandemia, a través de su Comité Ejecutivo,  el Consejo Mundial de Iglesias ha denunciado enérgicamente la injusticia mundial y las desigualdades reveladas durante la pandemia. Ha instado a compartir y administrar las vacunas, a difundir la tecnología, a superar el escepticismo y a rescatar a todos aquellos cuyas vidas y cuya salud se han visto trastocadas por la pandemia. Ha exhortado a gobiernos, organismos, dirigentes religiosos, consejos de administración y directivos de las empresas propietarias de patentes y materiales para que ejerzan su liderazgo y actúen juntos con urgencia para garantizar una distribución amplia, rápida, equitativa y asequible de las terapias y vacunas en todo el mundo, y con ello superar este fracaso y corregir este error.

Estos esfuerzos concuerdan con los esfuerzos internacionales de la OMS. El Comité Ejecutivo hizo un llamado a compartir compasivamente las tecnologías y los conocimientos técnicos para que los fabricantes de los países más afectados del Sur Global pudieran producir vacunas para su población y para otros países. “Instamos a que se dé más apoyo y contribuciones a la plataforma de Acceso Mancomunado a la Tecnología contra la COVID-19 (C-TAP) de la OMS como instrumento clave para este fin, y al Fondo de Acceso Global para Vacunas COVID-19 (COVAX, por sus siglas en inglés) para una distribución más equitativa de los suministros de vacunas disponibles”, dice su declaración. “Reconocemos que, aparte de las cuestiones del suministro y la distribución de las vacunas, otros factores han intensificado los impactos de la pandemia y aún se interponen en el camino hacia la salida de esta crisis”.

4. Perspectivas de una mayor cooperación

¿Qué hemos aprendido entonces de este viaje? Fundamentalmente, creo que hemos aprendido la importancia real de nuestro trabajo, no a pesar de nuestra identidad religiosa, sino gracias a ella. Nuestra identidad como comunidad cristiana mundial nos permite abordar esta crisis en sus dimensiones culturales y espirituales más profundas, derribar barreras y tender puentes, y trabajar basándonos en las relaciones. Concretamente:
  • La pandemia ha revelado o reforzado nuestra vulnerabilidad compartida, pero también nuestra condición fundamental de comunidad como seres humanos, nuestra solidaridad más allá de las divisiones y fronteras, y nuestra capacidad de empatía, comprensión e incluso de sacrificio heroico.
  • Las organizaciones religiosas –ya sean cristianas, musulmanas, judías o de otro tipo– se encuentran en una posición única para intervenir de forma práctica en los asuntos de la atención sanitaria y en otros problemas locales, mientras que el patrimonio en materia de atención sanitaria de los grupos religiosos los convierte en defensores creíbles ante los gobiernos y otras instancias de la “justicia de las vacunas” y de la mejora de las infraestructuras sanitarias.
  • Vemos con creciente claridad que nuestras labores programáticas se encuentran en la intersección de los organismos de las Naciones Unidas, las ONG y las organizaciones religiosas, no solo para aprovechar la economía de escala, sino para construir el consenso en torno a la forma del bien humano en nuestros tiempos.
  • También con creciente frecuencia descubrimos que nuestro compromiso de fe compartido –por muy distinta que sea su concepción– y los valores comunes nos llevan a estrechar lazos y a colaborar con otras tradiciones religiosas en el trabajo cooperativo por la justicia climática y la libertad religiosa y contra el tráfico de personas, por ejemplo.
  • Asimismo, nuestras orientaciones programáticas, arraigadas en nuestra fe y nuestra espiritualidad, están en perfecta consonancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, los cuales, a pesar de la interrupción sufrida a causa de la pandemia, siguen siendo clave para la viabilidad de la humanidad en este planeta.
  • Por último, aunque las religiones y las tradiciones religiosas, entre ellas el cristianismo, tienen mucho que lamentar y de lo que arrepentirse de su historia, y a veces son recibidas con escepticismo, siguen siendo la fuente de nuestros valores culturales más profundos y, sobre todo, del valor y la dignidad de la vida y el bienestar humanos. Aportamos ese valor en todo lo que hacemos y en todo lo que pedimos a los demás.

5. Conclusión

¿Ha revelado la pandemia algún elemento novedoso y prometedor para nuestro trabajo conjunto? Creo que sí, y no solo en nuestro trabajo sino también en el mundo en general.

El aprendizaje fundamental de esta pandemia ha sido el de nuestra vulnerabilidad compartida –y nuestro destino compartido– como una sola humanidad. Ahora sentimos con mayor intensidad la fragilidad de la vida humana, es más, de toda la vida en este planeta. Ahora valoramos más conscientemente las profundas conexiones que existen entre nosotros en la familia y en la comunidad, en las naciones y en el mundo. Ahora mostramos una nueva apertura para admitir y afrontar las injusticias históricas, y un nuevo reconocimiento moral de la raza, la clase y el género. También reconocemos y celebramos con mayor facilidad las preocupaciones y percepciones de las mujeres, los jóvenes, los pueblos indígenas y aquellos que son víctimas habituales de nuestros sistemas económicos y sanitarios, de inmigración, de asilo y policiales. De este modo, tal vez la pandemia sembrará una nueva disposición al cambio social real y al compromiso con nuestra humanidad que es una sola, en este mundo que es uno solo. Aprovechemos la oportunidad.

Para ello, creo que necesitamos una fe tranquila y tranquilizadora en la humanidad, una esperanza realista en el futuro y un amor incondicional, activo e inclusivo. En alianza con todos ustedes y con todas las personas de buena voluntad, nosotros, en la comunidad mundial de iglesias de todo el mundo, esperamos contribuir a esa vital empresa.

FUENTE:
https://www.oikoumene.org/


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Ciclo de diálogo interreligioso e intergeneracional para la cohesión social en Europa
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18 septiembre 2021
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22 octubre 2021 - 9'30 horas
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24 - 26 noviembre 2021
XIX Simposio Teología Histórica: "Ut unum sint"
VALENCIA






1 comentario:

  1. ¡CUÁNTO AYUDA RECONOCER QUE SIEMPRE HAY ALGO NUEVO QUE APRENDER!
    CON GRAN SENCILLEZ Y HUMILDAD, EL CMI, A TRAVÉS DE SU SECRETARIO, EL REV. DR. IOAN SAUCA, HA ADMITIDO EL PASADO 30 DE AGOSTO, EL APRENDIZAJE DE UN NUEVO ROL QUE ASUMIR, A CONSECUENCIA DE LA PANDEMIA.
    LA VULNERABILIDAD COMO DESTINO COMPARTIDO HA IMPULSADO A ÉSTE Y A OTROS ORGANISMO INTERNACIONALES, A SEÑALAR QUE ESTAMOS VIVIENDO "LA HORA" EN QUE "TODOS DEBEMOS ACTUAR JUNTOS Y TODOS DEBEMOS DARLO TODO" PARA LUCHAR POR LA SEGURIDAD Y LA SALUD DE TODAS LAS PERSONAS DEL PLANETA.
    EL ESPÍRITU DEL SEÑOR NOS MUEVA A VIVIR EL AMOR INCONDICIONAL DEL PADRE, ACTIVO E INCLUSIVO, FUNDAMENTADO EN LA FE EN LA HUMANIDAD, E IMPULSADO POR LA SOLIDARIDAD DE UN FUTURO DE ESPERANZA.

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