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jueves, 29 de julio de 2021

LOS PENSAMIENTOS DE KOLDO - JULIO (II)


por Koldo Aldai

TU LUGAR EN EL MUNDO

Encuentras tu lugar en el mundo cuando deseas volar, pero igualmente retornar, cuando hacer la mochila representa tanto gozo como deshacerla y guardarla en la última estantería.

Encuentras tu lugar en el mundo cuando sales a la calle y los rostros son amables y no tienes prisa para ir a ninguna parte, porque junto a los vecinos ya estás en la mejor parte.

Encuentras tu lugar en el mundo, cuando hallas tu roca para la salida del sol, tu bosque para la salida de las penas; cuando un trozo de tierra sabe de tu azada, cuando las alubias conquistan altos palos y los tomates no ruedan mucho hasta el plato, cuando los árboles adivinan tus pasos y se acomodan a tu espalda.

Encuentras tu lugar en el mundo cuando la casa no necesita llave, cuando siempre hay cercana una puerta a llamar en el apuro, cuando tú eres igualmente acogida de otros apuros.

Encuentras tu lugar en el mundo cuando dejas de explorar las páginas de inmobiliarias, cuando el remoto pueblo abandonado no te saca ya del asiento, no te coloca de nuevo al volante.

Encuentras tu lugar en el mundo cuando el nombre de tu aldea cobra una sonoridad diferente, cuando se quita la frustración de encima, cuando lo cercano y ya familiar no desmerece de lo lejano y exótico.

Fui en pos de lejanos lugares en el mundo, pero en realidad no hacía falta sofisticada brújula, ni pesada maleta. Ese lugar se encontraba mucho más cerca de lo que podía haber imaginado. No hay fracaso en la búsqueda de ese remoto espacio, hay agradecimiento por lo que con los años, poquito a poco, aquí mismo hemos podido construir en lo físico, sobre todo en lo humano.


DESBORDADA ALABANZA

Basta toalla en el suelo y un velo más grueso sobre la arena también revuelta de la mente. A veces progresar es desaprender, sortear el ruido y las dunas que nos atrapan y acercarte sencillamente hasta Él cuando sale, cuando se esconde; pedirle toda Su Fuerza para dar, para calentar e iluminar sin descanso alguno…

Nunca se esconde tras encinares más familiares ese Disco anaranjado y sin embargo nuestras vidas tendrían que contar con estos atardeceres que todo lo apaciguan y sanan, que todo lo elevan y glorifican.

Antes de que inventáramos las modernas técnicas de meditación ese gigantesco Disco Dorado ya se zambullía en el horizonte, ya nos había dejado sin aliento. Ella rasga la concha y ya no estamos en este mundo. Entona una sublime canción "conchera" y todo se rinde, todo se postra ante el Gran Disco, deviene infinita y desbordada alabanza.


LA PLAYA TEMPRANA

La oración de la mañana se une a la oración de la playa. Sí, la playa tiene su propia oración, más pausada y soleada, de piel desnuda, de brisa nueva, de pies hundidos en la ternura de la arena. Gratitud cargada de la sal de infinitos mares.

El niño esparce los colores de su mecano por la desierta y blanca arena. Los primeros surfistas demandan al océano vértigo de espuma y salvaje cabalgadura. El viento de los días anteriores ha huido a levantar otras arenas lejanas. Se enseñorea una paz, un gozo que siempre acaba con un cuaderno en las rodillas, que siempre reclama plasmar en algún lugar profundo agradecimiento.

Poco a poco la paz se irá alfombrando de toallas, turbando de voces, pero eso será luego. ¿Cómo prolongar la gloria de la playa temprana? Ninguna prisa para abrir el libro, el relato ajeno que acabará con este Cielo propio.


LA ORACIÓN DE LA ANCIANA

Apagadas las velas con sus aún vigorosos pulmones, se recogió por unos breves instantes. Todos reían, pero ella reunió las manos, hizo silencio y se encomendó a Dios. Todos ateos, pero todos callaron. Hay pocas cosas más sagradas que una anciana en oración sincera y honda. Sus vidas han sido largas y prodigas y tienen más que agradecer. La tarta y el champán pueden esperar, pero a Dios, que le ha colmado de tanta prole y dicha, no hay que hacerle esperar.

Con su discreto silencio ella detuvo el tiempo poderoso. ¿Qué le dijo a Dios en esos breves segundos, que antes no le hubiera contado? ¿Cuánto agradecimiento no metería en tan contadas e íntimas palabras?

Siempre, siempre es la Ley. Sólo tiene la felicidad que ha cosechado en amor desbordado en cada uno de sus días, sólo tiene la dicha merecida después de salir siempre a la calle con los bolsillos cargados de monedas que va depositando en las manos arrugadas del desamparo. Por eso tiene tantas cosas para contarle a Dios y a la vez tan poco tiempo, tanta familia pendiente de que levante mirada, de que se despida del Inombrable.

Después sacó a pasear su mirada de brillo acristalado, sus ojos de transparente bondad que aún siguen acariciando. Culminó y selló con brindis su oración. Seguramente no pidió nada para sí, pues todo le ha sido otorgado. La joven dependienta de la humilde mercería no podía haber soñado mejor futuro, mejor instante que presidir esa ancha mesa tan sencilla como nutrida y gamberra. Tan sólo amó y la Vida la llenó de sobrado aire y salud para soplar feliz sobre su noventa cumpleaños.


FAMILIA PEQUEÑA, FAMILIA GRANDE

La fraternidad un día no hallará fronteras, no se limitará a quienes comparten progenitores. No debiéramos dudarlo. Un día la analogía será, la profecía se cumplirá. Lo que ahora aún es en pequeño devendrá grande. La mesa será inmensa y habrá viandas para todos. La familia de sangre es sólo ensayo para conformar la gran familia humana. Estamos aprendiendo a vivir como hermanos.

Nuestra estancia en la tierra constituye principalmente un aprendizaje de compartir la mesa y el pan, nobles metas y objetivos. El Plan divino consiste en recrear una gran familia en la Tierra, en la que nos amemos como hermanos. La pequeña familia nos ensaya en ese superior cometido, nos enseña a amarnos, a renunciar y sacrificarnos por el prójimo.

Ayer desembarcó en mi casa la familia pequeña, pero por más que compartamos o no apellidos, raza, color, nación todos somos una misma y gran familia humana.

Se acumulaban las celebraciones, sobre todo los noventa años de ella, la bendita que nos acogió en su vientre y nos dio paso a esta nueva estancia en la tierra. Todavía no me he enfrentado a la pila de platos y enseres sucios que inundan mi cocina. Los lavaré feliz poniendo en mis oídos ese fondo de risas que inundó la fiesta.

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1 comentario:

  1. Me gusta cómo escribe Koldo, muy interesante, hace reflexionar
    Nacho

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