Reproducimos el Boletín Nº 6 - 10 de Agosto de 2017 de Constructores de Paz que hemos recibido desde Argentina
CONSTRUCTORES DE PAZ
"FELICES LOS QUE TRABAJAN POR LA PAZ"
Boletín Nº 6 - 10 de Agosto de 2017
Responsable: Dr. Eduardo Castro
Colaboradores en este número: Lic. Nancy Falcón, Rab. Arieh Sztokman
EN ESTE NÚMERO
- Editorial
- Oración Interreligiosa por la Paz
- Islam: El Diálogo Interreligioso como forma de construir la Paz
- Discurso del Papa Francisco a los participantes en la Conferencia Internacional para la Paz
EDITORIAL
ORACIÓN INTERRELIGIOSA POR LA PAZ
"Hoy se necesitan constructores de paz, no de armas; hoy se necesitan constructores de paz, no provocadores de conflictos; bomberos y no incendiarios; predicadores de reconciliación y no vendedores de destrucción" (Francisco) Las palabras del papa Francisco directa a nuestro corazón, y al corazón de todos aquellos que sienten el imperioso anhelo de construir la paz en un mundo que parece haber perdido el rumbo, hoy más que nunca nos convoca a renovar nuestro compromiso de trabajo constante por una autentica fraternidad en todos los ámbitos de nuestra sociedad.
Queremos destacar y agradecer la colaboración del Rabino Arieh Sztockman y de la Lic. Nancy Falcón de la comunidad Islámica, con quienes compartimos el ideal de Francisco expresado en sus palabras: "juntos declaramos el carácter sagrado de toda vida humana frente a cualquier forma de violencia".
Paz, Shalom, Salam.
ORACIÓN INTERRELIGIOSA POR LA PAZ
Rabino Arieh Sztockman
Dios nuestro y de nuestros antepasados, Dios de Abraham, Dios de Itzjak, Dios de Yaacov, Dios de Jesus. Dios de Muhammad, Dios de todo lo existente, Dios misericordioso, Señor del Universo y de la historia humana.
Todo lo que has creado es bueno, y Tu compasión por el hombre, que te abandona una y otra vez, es inagotable.
Venimos hoy a implorarte que ampares al mundo y a sus habitantes con la paz, alejando de él, el destructivo oleaje del terrorismo, las bombas arrojadas por distintos países que hacen temblar la paz existente, restaurando la amistad y derramando en los corazones de tus criaturas el don de la confianza y la prontitud para perdonar.
Dador de la vida, te pedimos también por todos los que han muerto, víctimas de los brutales ataques terroristas y de las bombas que han sido arrojadas. Concédeles la recompensa y la alegría eternas. Que intercedan por el mundo, sacudido por la angustia y desgracias.
Te rogamos por los heridos en los distintos lugares del planeta tierra que otrora creaste: los niños y los jóvenes, las mujeres y los hombres, los ancianos, las personas inocentes y los que han sido agredidos por casualidad. Sana su cuerpo y el corazón, que se sientan fortalecidos por Tu consuelo, aleja de ellos el odio y el deseo de la venganza.
Espíritu Consolador, visita a las familias que lloran la pérdida de sus familiares, víctimas inocentes de la violencia. Cúbreles con el manto de tu divina misericordia. Que encuentren en Ti la fuerza y el valor para continuar siendo hermanos y hermanas de los demás.
Mueve los corazones de los seres humanos para que vuelvan a la senda de la paz y el bien, el respeto por la vida y la dignidad de cada ser humano, independientemente de su religión, origen o status social.
Dios, Eterno Padre, escucha compasivo esta oración que se eleva hacia Ti entre el estruendo y la desesperación del mundo. Llenos de confianza en tu infinita Misericordia, nos dirigimos a Ti con gran esperanza, suplicando el don de la paz y pidiendo que alejes de nosotros el miedo a una guerra entre hermanos.
Amén.
Lic. Nancy Falcón - Centro de Dialogo Intercultural Alba
Salam- Shalom- Paz
Al-Azhar Conference Centre, El Cairo - Viernes 28 de abril de 2017
Bismillah al Rahman al Rahim.
En el nombre de Dios, el Clemente y Misericordioso.
En el Corán, la diversidad es un signo de la capacidad creadora de Allâh: Y entre Sus portentos está… la diversidad de vuestras lenguas y colores.
(Corán 30: 22)
Así también la diversidad en las formas de adoración a Allah: Hemos asignado a cada comunidad formas de adoración [distintas], que deberían observar.
(Corán 22: 67)
Todas las religiones reveladas son vías de salvación legítimas: Ciertamente, los que creen [en esta escritura divina], los que profesan el judaísmo, los cristianos y los sabeos —todos los que creen en Allâh y en el Último Día y obran con rectitud— tendrán su recompensa junto a su Sustentador; y nada tienen que temer ni se lamentarán.
(Corán 2: 62)
Estas formas de adoración —diversas y legítimas— tienen su origen en revelaciones sucesivas, venidas del mismo Dios: Hemos suscitado en el seno de cada comunidad a un profeta.
(Corán 16: 36)
El Corán menciona algunos de estos profetas, la mayoría pertenecientes a las tradiciones judía y cristiana, pero no únicamente. El profeta Muhámmad (paz y bendiciones sean con él) se inscribe en la lista de los mensajeros enviados por Allâh: Ciertamente, te hemos enviado con la verdad, como portador de buenas nuevas y como advertidor: pues no ha existido comunidad en el seno de la cual
no haya [vivido y] muerto un advertidor.
(Corán 35: 24)
El Corán afirma que todos los profetas gozan del mismo rango a los ojos de Allâh, y exhorta al musulmán a creer en todas las tradiciones reveladas y a no hacer distinciones entre los profetas: Di: “Creemos en Allâh y en lo que se ha hecho descender para nosotros, y en lo que se hizo descender para Abrahám, Ismael, Isaac, Jacob y sus descendientes, y en lo que Moisés, Jesús y todos los profetas han recibido de su Sustentador: no hacemos distinción entre ninguno de ellos. Y a Él nos sometemos.”
(Corán 3: 84)
Desde el momento en que las considera todas las religiones reveladas por el mismo Dios, sin que exista superioridad de ninguna de ellas sobre las otras, el musulmán tiene la obligación de creer en todas ellas.
El diálogo como una forma de vida es algo inherente a la tradición islámica y por supuesto el diálogo interreligioso es casi un mandato al que nuestro Sagrado Corán nos llama como musulmanes. Sólo a través del dialogo puede construirse una paz duradera.
El Mensaje del Corán respecto al pluralismo religioso nos sitúa en la perspectiva de la ‘unidad trascendente de las religiones’: diferentes en su forma, pero iguales en sus valores esenciales. A partir de esta identidad ontológica de todas las religiones como provenientes de la misma Fuente, se hace absurda toda disputa religiosa. Todos somos seres humanos en Dios y eso nos debe unir como comunidad (umma) universal y nos debe impulsar el trabajo conjunto para el encuentro y el diálogo genuino.
Por eso en nuestros días, a veces tan teñidos de acciones violentas donde la palabra Islam se confunde y se utiliza para llevar la bandera del caos, alejándose del verdadero origen (Islam, Salam, Paz), debemos tomar hoy mas que nunca, la bandera de la Paz.
Volver al origen, tomando conciencia que en el Sagrado Corán, la Paz es un valor absoluto, una de las aspiraciones naturales de todo ser humano, que implica nuestra realización como creyentes.
La búsqueda de la Paz es la búsqueda del equilibrio. No en vano, el propio Corán afirma que el islam es «el camino del medio», un camino intermedio en el cual la moderación debe ser la norma.
Que la paz y la misericordia de Dios descienda sobre la humanidad entera.
Salam- Shalom- Paz
DISCURSO DEL SANTO PADRE A LOS PARTICIPANTES EN LA CONFERENCIA INTERNACIONAL PARA LA PAZ (Extracto).
Al Salamò Alaikum!
Es para mí un gran regalo estar aquí, en este lugar, y comenzar mi visita a Egipto encontrándome con vosotros en el ámbito de esta Conferencia Internacional para la Paz …
… Precisamente en el campo del diálogo, especialmente interreligioso, estamos llamados a caminar juntos con la convicción de que el futuro de todos depende también del encuentro entre religiones y culturas. En este sentido, el trabajo del Comité mixto para el Diálogo entre el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso y el Comité de Al-Azhar para el Diálogo representa un ejemplo concreto y alentador. El diálogo puede ser favorecido si se conjugan bien tres indicaciones fundamentales: el deber de la identidad, la valentía de la alteridad y la sinceridad de las intenciones. El deber de la identidad, porque no se puede entablar un diálogo real sobre la base de la ambigüedad o de sacrificar el bien para complacer al otro. La valentía de la alteridad, porque al que es diferente, cultural o religiosamente, no se le ve ni se le trata como a un enemigo, sino que se le acoge como a un compañero de ruta, con la genuina convicción de que el bien de cada uno se encuentra en el bien de todos. La sinceridad de las intenciones, porque el diálogo, en cuanto expresión auténtica de lo humano, no es una estrategia para lograr segundas intenciones, sino el camino de la verdad, que merece ser recorrido pacientemente para transformar la competición en cooperación.
Educar, para abrirse con respeto y dialogar sinceramente con el otro, reconociendo sus derechos y libertades fundamentales, especialmente la religiosa, es la mejor manera de construir juntos el futuro, de ser constructores de civilización. Porque la única alternativa a la barbarie del conflicto es la cultura del encuentro, no hay otra manera ...
… En este sentido, volviendo con la mente al Monte Sinaí, quisiera referirme a los mandamientos que se promulgaron allí antes de ser escritos en la piedra. En el corazón de las «diez palabras» resuena, dirigido a los hombres y a los pueblos de todos los tiempos, el mandato «no matarás» (Ex 20,13). Dios, que ama la vida, no deja de amar al hombre y por ello lo insta a contrastar el camino de la violencia como requisito previo fundamental de toda alianza en la tierra. Siempre, pero sobre todo ahora, todas las religiones están llamadas a poner en práctica este imperativo, ya que mientras sentimos la urgente necesidad de lo Absoluto, es indispensable excluir cualquier absolutización que justifique cualquier forma de violencia. La violencia, de hecho, es la negación de toda auténtica religiosidad.
Como líderes religiosos estamos llamados a desenmascarar la violencia que se disfraza de supuesta sacralidad, apoyándose en la absolutización de los egoísmos antes que en una verdadera apertura al Absoluto. Estamos obligados a denunciar las violaciones que atentan contra la dignidad humana y contra los derechos humanos, a poner al descubierto los intentos de justificar todas las formas de odio en nombre de las religiones y a condenarlos como una falsificación idolátrica de Dios: su nombre es santo, él es el Dios de la paz, Dios salam. Por tanto, sólo la paz es santa y ninguna violencia puede ser perpetrada en nombre de Dios porque profanaría su nombre.
Juntos, desde esta tierra de encuentro entre el cielo y la tierra, de alianzas entre los pueblos y entre los creyentes, repetimos un «no» alto y claro a toda forma de violencia, de venganza y de odio cometidos en nombre de la religión o en nombre de Dios. Juntos afirmamos la incompatibilidad entre la fe y la violencia, entre creer y odiar. Juntos declaramos el carácter sagrado de toda vida humana frente a cualquier forma de violencia física, social, educativa o psicológica. La fe que no nace de un corazón sincero y de un amor auténtico a Dios misericordioso es una forma de pertenencia convencional o social que no libera al hombre, sino que lo aplasta. Digamos juntos: Cuanto más se crece en la fe en Dios, más se crece en el amor al prójimo.
Sin embargo, la religión no sólo está llamada a desenmascarar el mal sino que lleva en sí misma la vocación a promover la paz, probablemente hoy más que nunca. Sin caer en sincretismos conciliadores, nuestra tarea es la de rezar los unos por los otros, pidiendo a Dios el don de la paz, encontrarnos, dialogar y promover la armonía con un espíritu de cooperación y amistad. Nosotros, como cristianos —y yo soy cristiano— «no podemos invocar a Dios, Padre de todos los hombres, si nos negamos a conducirnos fraternalmente con algunos hombres, creados a imagen de Dios».
Hermanos de todos. Más aún, reconocemos que inmersos en una lucha constante contra el mal, que amenaza al mundo para que «no sea ya ámbito de una auténtica fraternidad», «a los que creen en la caridad divina les da la certeza de que abrir a todos los hombres los caminos del amor y esforzarse por instaurar la fraternidad universal no son cosas inútiles». Por el contrario, son esenciales: En realidad, no sirve de mucho levantar la voz y correr a rearmarse para protegerse: hoy se necesitan constructores de paz, no de armas; hoy se necesitan constructores de paz, no provocadores de conflictos; bomberos y no incendiarios; predicadores de reconciliación y no vendedores de destrucción.
Asistimos perplejos al hecho de que, mientras por un lado nos alejamos de la realidad de los pueblos, en nombre de objetivos que no tienen en cuenta a nadie, por el otro, como reacción, surgen populismos demagógicos que ciertamente no ayudan a consolidar la paz y la estabilidad. Ninguna incitación a la violencia garantizará la paz, y cualquier acción unilateral que no ponga en marcha procesos constructivos y compartidos, en realidad, sólo beneficia a los partidarios del radicalismo y de la violencia.
Para prevenir los conflictos y construir la paz es esencial trabajar para eliminar las situaciones de pobreza y de explotación, donde los extremismos arraigan fácilmente, así como evitar que el flujo de dinero y armas llegue a los que fomentan la violencia. Para ir más a la raíz, es necesario detener la proliferación de armas que, si se siguen produciendo y comercializando, tarde o temprano llegarán a utilizarse. Sólo sacando a la luz las turbias maniobras que alimentan el cáncer de la guerra se pueden prevenir sus causas reales. A este compromiso urgente y grave están obligados los responsables de las naciones, de las instituciones y de la información, así como también nosotros responsables de cultura, llamados por Dios, por la historia y por el futuro a poner en marcha —cada uno en su propio campo— procesos de paz, sin sustraerse a la tarea de establecer bases para una alianza entre pueblos y estados. Espero que, con la ayuda de Dios, esta tierra noble y querida de Egipto pueda responder aún a su vocación de civilización y de alianza, contribuyendo a promover procesos de paz para este amado pueblo y para toda la región de Oriente Medio.
Al Salamò Alaikum!
CONSTRUCTORES DE PAZ
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