"La ermita abierta" es un nuevo libro de Emili M. Boïls, tal vez muy indicado para leer y hacer un rato de oración durante esta Semana Santa, Emili es miembro de la Comunidad Ecuménica Horeb Carlos de Foucauld. Os presentamos hoy este nuevo trabajo suyo.
PRESENTACIÓN DE “LA ERMITA ABIERTA”
Aquí te presento un puñado de oraciones. Propias. Y comunitarias. Punzantes, las más. Íntimas, casi todas ellas.
Las redacté yo, pero la materia prima la aportásteis vosotros y vosotras. Hice de cronista de mi propia indigencia y de la vuestra. Lo acusa el desvalimiento que impera en muchas de ellas. Pero también la confianza y la esperanza que sólo el Divino Amigo puede proporcionárnosla. Heridas. Y resucitadas. Largas, y cortas, según el hambre de Verdad, de ternura, y de indigencia, pero todas auténticas, veraces, directas: repito, propias, porque surgieron de vosotros y de vosotras, y a vosotros y a vosotras pretenden volver. Sois sus destinatarios universales.
Estoy seguro de que os identificaréis con unas u otras, que captaréis el pálpito que dejasteis en días muy oscuros y noches muy luminosas, cuando vertíais vuestras cuitas a la orilla del fuego del hogar común, fraterno, donde todas las cadenas y ligaduras eran desatadas, liberados de muchos yugos o, cuando ya de noche entrada, salíamos a pasear bajo las estrellas, la luna, y un frío liberador en su frescura, andando en silencio, suspirando, o recordando lo que acabábamos de hablar, de descubrir, de abocar, junto al fuego del hogar en aquella casa-ermita-fraternidad-de-acogida donde todo era posible, intramuros de vuestras verdades, extramuros de todas las marginaciones.
Son lo que fueron: una queja, unos lamentos, muchas lágrimas ardientes con distintos estilos y orígenes, exhalaciones profundas del paso por el exilio antiguo, y siempre presente, feroz, y desarmado para muchos y muchas de vosotros y de vosotras, que emitía y emite nuestro pueblo.
De eso se trata, de aunar voces de y secar lágrimas.
Lo propio de quienes ejercen el cultivo de la oración, es el guardar cierto sigilo, una discreción notable, y aún una ausencia de palabras, que enmarquen y den valor a la interioridad que se intenta vivir. De ahí el que sobren muchos raciocinios, discursos, sean de palabra o mentales que el orante, en este caso, el solitario, deben observar.
Pero el solitario vive y desempeña su vocación en medio de los hombres y, éstos, con sus múltiples cuitas y problemas. Si quieres estar siempre rodeado de gente, hazte ermitaño. El aforismo es completamente real y válido. Es posible que no sean pocas las puertas a las que llamen los más diversos asuntos humanos, sus búsquedas, sus angustias, sus interrogantes, como las de una ermita cualquiera. Hay, debe haber, un trasvase entre contemplación y acción.
De ahí, las muchas palabras que contienen las oraciones que siguen a continuación. Unas pertenecen a la vida íntima del ermitaño, de las cuales no hace exhibicionismo alguno, sino compartir lo vivido por él y que muchos/as no saben, no conocen. Otras, son el resultado de la escucha paciente y atenta que el solitario ha escuchado a lo largo de muchos años y de muchas humanidades dolientes, sufrientes, convirtiéndolas en propias al interiorizarlas participativamente: de otro modo no sería caridad, sino vana conversación.
De manera que, lo que los a veces atribulados visitantes de la ermita, abocaban, el solitario lo haya convertido en oración propia, metiéndose en la piel del alma de sus hermanos y hermanas, hasta darles expresión propia, encarnada, al batiburrillo, galimatías o nudo gordiano que portaban o padecían. La mayoría no sabían lo que es la oración interior. Así que hubo que darles cauce mediante tanta palabrería…
Que el benévolo lector se apropie de aquellas oraciones que más le digan. O gusten. O no.
Ad majoren Dei gloria.
A la mayor gloria de Dios.
¡Oh, la oración, qué dulce veneno es! ¡Cómo llena todas mis carencias, todas mis ansias, incluso mis posibles neurosis! ¡Qué gran acierto tan inspirado cuando San Pablo nos dice orad incesantemente, orad sin interrupción! Es exacto lo que desea mi alma: orar ininterrumpidamente, es decir, amorosamente, pues la oración es un negocio de amor.
Estar en comunicación permanente con el Dios al que se ama, en diálogo mudo, sin palabras, con obras. Ora trabaje, ora piense, descanse, duerma, coma, actúe, todo está trascendido de amor, de deseo de amar, incluso cuando las fuerzas me abandonan oro con mi impotencia, con mi cansancio creciente, con mi nulidad.
Oro porque busco, busco incesantemente, y solamente la oración me devuelve las respuestas que necesito, aunque sólo sea dándome paz y sosiego.
Oro porque amo, y cuanto más amo, más oro; y cuanto más oro, más amo. Simbiosis de amor, de enamorados. ¿Cómo se puede uno comunicar con el Dios inaprehensible, sino mediante la oración? La oración no es una carga, es un gran alivio, una gran liberación, aun cuando el alma y las potencias nos pesan mucho.
Oro porque pido, pido de continuo TODO y POR TODOS. Por lo que me ha sido pedido, y por lo que veo que otros piden sin pedirlo. El hombre es pura necesidad, ¿cómo no pedir siempre? Y dar las gracias parejamente, sin olvidar de hacerlo nunca. Tanto gusta a Dios ser pedido como ser agradecido. Porque Él, antes de juzgar, ama.
Por eso deseo tanto volver a este lugar de vida-oración-intimidad plena. Sé que ayudo a otros con mi oscuridad, con mi anonimato, con mi desaparecer, como Jesús lo es de mí en todas esas cosas. Comunión de amor, de solidaridad en la soledad, cuando, después de haber hecho todo lo que se puede, no se puede más, o no nos es permitido hacer más.
La enfermedad que padece la humanidad se cura con la oración. Hay que ingresar a los hombres urgentemente en la U.C.I. de la oración.
La oración nos sana, nos esconde, nos hace ser diferentes en nuestro mundo interior, aunque en el exterior, todo siga igual. También esto es bello, sugerente, muy apasionante: guardamos nuestra intimidad inviolada ante los ojos de todos los hombres. Tal vez algunos intuyan algo, te miran de reojo, o se quedan diciendo, ¿éste, de qué va?, sin acabar de sospechar por dónde van realmente los tiros. A nadie importa esto. Y a todos ayuda nuestra actitud orante secreta. Que la esencia de la oración, como los buenos perfumes, no se la lleve el viento inútilmente.
Orar para descansar. Descansar para orar. Fundirse en la flaqueza de nuestras pobres fuerzas y sentirse transportado por el deseo, la ofrenda de nuestro ser, y aun las sequedades, en el gozo de la intimidad con Dios. Obligar a Dios a que nos ame, a que nos muestre que nos ama. Y exponerle que si no le amamos más y más perfectamente, en gran parte la culpa es suya por no habernos hecho más perfectos, más coherentes con lo que decimos, con lo que pensamos.
Reposo en el regazo de María y, mientras dormito, Ella me acaricia la cabeza, oye los latidos de mi corazón, y me entiende…
EL AUTOR
EMILI M. BOÏLS. Poeta, narrador y religioso español, nacido en Valencia el 8 de diciembre de 1936. Tras haber cursado estudios de bachillerato, sintió la llamada de una poderosa vocación religiosa que habría de llevarle, unos años después, a fundar en compañía de otros hermanos Las Fraternidades de la Amistad, una congregación dedicada a la atención y el auxilio de los grupos sociales marginados.
Al tiempo que desarrollaba estas obras piadosas, Emili M. Boïls fue creando una interesante trayectoria literaria que, escrita en su lengua vernácula, comprende varios títulos de poesía y prosa. Entre sus obras poéticas más sobresalientes, cabe citar Nissaga. Poemes Incivils (Valencia: Lindes, 1977) y Les quatre estacions i un testament (Catarroja, Valencia: Ayuntamiento, 1983), esta última galardonada con el premio Pascual Assins de poesía.
En su faceta prosista, ha publicado una narración extensa titulada Els Qüaderns d´Emili Coniller (Valencia: Editorial Gorg, 1973), obra que, como buena parte del resto de su producción impresa, ha sido traducida al idioma portugués. El resto de su obra se completa de varias entregas de teología moral, entre las que conviene recordar aquí las tituladas La mar de Dios: de intimidades, de añoranzas y de presencias (Madrid: Narcea, 1994) y El mitssager ferit (Barcelona: Publicacions de l´Abadia de Montserrat, S.A., 1993), obra cuyo éxito entre los lectores catalanes parlantes aconsejó su inmediata traducción al castellano, de la que, bajo el mismo título de El mensajero herido, salieron dos ediciones antes de que hubiera concluido aquel año de la publicación de su versión original (Barcelona: Publicaciones Horeb 1993; y Barcelona: Ediciones STJ, 1993). Orar con Carlos de Foucauld. Comunidad Ecuménica Horeb Carlos de Foucauld. Barcelona, 2016.
FICHA TÉCNICA
Título: “La ermita abierta”
Autor: Emili M. Boïls.
ISBN: 978-1-365-82232-2
Edita: Universa Terra Ediciones.
Primera Edición: Marzo de 2017. (España)
Imprime: Lulu Ediciones. (Encuadernado en tapa dura con sobrecubierta plastificada a color) Nº de páginas: 54
Precio: 12,20 euros más IVA y gastos de envío.
Enlace de compra: http://www.universaterra.com
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