Francisco: "El hermano Roger ayudó a cambiar las relaciones entre los cristianos"
El papa Francisco junto al hermano Alois, actual prior de Taizé |
El hermano Roger, buscando con pasión la unidad de la Iglesia, Cuerpo de Cristo, abrió el tesoro depositado en las diversas tradiciones cristianas, sin romper con su origen protestante.
Así lo asegura el santo padre Francisco en su mensaje al hermano Aloïs y a toda la Comunidad de Taizé, por el 75 aniversario de su fundación, que se celebra el 20 de agosto. Además, este año se cumple el centenario del nacimiento de su fundador, el hermano Roger Schutz, y el décimo aniversario de su asesinato.
Así, Francisco se une a “vuestra acción de gracias a Dios, el que siempre crea nuevos testigos fieles hasta el final”. Además, recuerda que le pidió al cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la promoción de la Unidad de los Cristianos, que transmitiera a todos los miembros de la Comunidad, “el testimonio de mi afecto”.
Retomando las palabras de su predecesor, el papa emérito Benedicto XVI, Francisco afirma que el hermano Roger fue “testigo incansable del Evangelio de la paz y de la reconciliación, animado por el fuego de un ecumenismo de la santidad”. Este es el fuego --asegura el Papa en su mensaje-- que lo llevó a fundar una comunidad que puede ser considerada una verdadera "parábola de comunión", que, hasta hoy, ha jugado un papel importante para construir puentes de fraternidad entre los cristianos.
Por otro lado, el Pontífice afirma que el hermano Roger, “por la perseverancia que demostró durante su larga vida, ayudó a cambiar las relaciones entre los cristianos todavía separados, trazando para muchos una forma de reconciliación”. Y prosigue: “alimentado por la Escritura, el hermano Roger se refirió también a la enseñanza de los Padres de la Iglesia, que se basó en fuentes cristianas y supo actualizar con la juventud”.
El hermano Roger -indica Francisco- comprendió a las nuevas generaciones; confiaba en ellos. “Hizo de Taizé un lugar de encuentro, donde los jóvenes de todo el mundo se sienten respetados y apoyados en su búsqueda espiritual”, afirma el Santo Padre.
Asimismo, recuerda que el hermano Roger “amaba a los pobres, los desfavorecidos, los que aparentemente no importan”. Se ha demostrado por su existencia y la de sus hermanos --observa-- que la oración va a la par que la solidaridad humana.
Para concluir su mensaje, el Pontífice argentino da gracias a Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, “por la vida donada del hermano Roger, hasta su muerte violenta”. Y desea que la Comunidad de Taizé mantenga “siempre el testimonio ardiente que le dio a Cristo resucitado y la llamada que se renueva constantemente a optar por el amor”.
La historia de la Comunidad de Taizé comenzó en 1940 cuando, a la edad de veinticinco años, el hermano Roger deja su país natal, Suiza, para ir a vivir a Francia, el país de su madre. "Había estado inmovilizado durante años por una tuberculosis pulmonar. Durante esta enfermedad había madurado en él la llamada a crear una comunidad. En el momento en que comienza la Segunda Guerra Mundial, tuvo la certeza de que, al igual que su abuela había hecho durante la Primera Guerra Mundial, tenía que ir sin demora a ayudar a las personas que atravesaban esta ruda prueba. La aldea de Taizé donde se estableció se encontraba muy cerca de la línea de demarcación que dividía a Francia en dos: una buena situación para acoger a refugiados que escapaban de la guerra. Algunos amigos de Lyón comenzaron a dar la dirección de Taizé a aquellos que necesitaban refugio. En Taizé, gracias a un módico préstamo, el hermano Roger compró una casa abandonada desde hacía años y sus dependencias. Propuso a una de sus hermanas, Geneviève, que viniera a ayudarle en su trabajo de acogida".
"Hoy la comunidad de Taizé reúne a unos cien hermanos, católicos y de diversos orígenes protestantes, procedentes de más de treinta naciones. Por su existencia misma, la comunidad es un signo concreto de reconciliación entre cristianos divididos y pueblos separados. Los hermanos viven de su propio trabajo. No aceptan ningún donativo. Tampoco aceptan para sí mismos sus propias herencias, sino que la comunidad hace donación de ellas a los más pobres".
A lo largo de 2015, la comunidad de Taizé celebra el 75 aniversario de su fundación e invita a recordar al hermano Roger, su fundador, 100 años después de su nacimiento y 10 años después de su partida a la vida eterna. Al ser el tema de reflexión de este año "Hacia una nueva solidaridad", la comunidad ha decidido encargar la pintura de un icono que refleje la historia del buen samaritano. Este texto bíblico del capítulo 10 del Evangelio de San Lucas aporta un ejemplo concreto de solidaridad. El icono se realizó en el taller de iconografía francés San Juan Damasceno.
Descripción
El personaje principal del icono es Cristo, representado de pie en el centro. Está vestido con una túnica blanca tirando a verde. Su rostro, hermoso y afable, es la parte más significativa de su cuerpo. Con la mano derecha hace un gesto de bendición y en la mano izquierda sostiene el Evangelio abierto mostrando las letras griegas alfa y omega.
Cristo está rodeado por una mandorla hecha de capas de color azul oscuro y rojo, con rayas blancas y oro que producen un movimiento ondulante. Una banda blanca gruesa forma el borde de la mandorla. Esta banda no se limita a seguir su contorno, sino que se separa creando seis círculos colocados regularmente alrededor de la mandorla. Dentro de estos círculos, se representa la parábola del buen samaritano en seis episodios.
De izquierda a derecha, de arriba a abajo, las imágenes relatan a ambos lados de Cristo el pasaje del Evangelio. La primera imagen muestra a los dos ladrones golpeando a la víctima. En la segunda vemos a la víctima en el suelo, y al sacerdote y el levita pasando y orando, dejando a la víctima al borde de la carretera. Entonces, llega el buen samaritano con su burro, se inclina hacia el hombre y lo levanta. Le cura sus heridas. En la posada, el hombre herido está en la cama y el buen samaritano se mantiene a su lado. Finalmente, en la última imagen, la víctima, el buen samaritano y el posadero están sentados y compartiendo una comida alrededor de una mesa.
Por encima y por debajo de la mandorla con Cristo en su centro, se representan cuatro ángeles adorando a Dios. Tres de color rojo y uno de un color azul verdoso. En la parte superior del icono detrás de los ángeles se encuentra una banda roja ondulante y detrás de los ángeles de la parte inferior se encuentra una banda verde. En las bandas se puede leer: "Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis" (Mt 25:40).
Significado
La figura de Cristo vestido de blanco representa al Cristo celestial, transfigurado tal como vendrá al final de los tiempos. Con su presencia nos bendice y nos cuenta la historia del buen samaritano. La mandorla significa el misterio de Dios que no podemos entender. Pero vestido de blanco como un recién nacido, Cristo viene a nosotros y nos da a conocer a Dios.
En las imágenes que cuentan la parábola, la víctima también está representada con un vestido blanco: Cristo está presente en el ser humano herido que necesita nuestra ayuda. En varias imágenes, la posición de la víctima recuerda momentos de la pasión de Cristo (la flagelación, el descendimiento de la Cruz). El buen samaritano está vestido de verde, el color que simboliza la presencia del Espíritu Santo. Ciertamente no es fácil ayudar a los necesitados, pero si empezamos a hacerlo, el Espíritu Santo nos llena y actúa a través de nosotros.
En la primera imagen podemos ver a tres personas: los dos ladrones que golpean a la víctima. La imagen muestra una trinidad desfigurada. Recordando el asesinato de Abel a manos de Caín al principio de la Biblia, la historia comienza mostrando la armonía quebrantada por el pecado. El hombre, aunque creado a imagen de Dios, no se le asemeja. En la última imagen vemos otra vez tres personas. Se sientan alrededor de una mesa en la que hay una copa como en el icono de la Santísima Trinidad: se ha restablecido la armonía trinitaria. Mientras que una piedad que olvida a su prójimo, como la del levita y el sacerdote que pasan al lado de la víctima, es sólo una forma de idolatría, lo que devuelve a la humanidad la semejanza de Dios es el amor, el acto de caridad realizado por el buen samaritano.
Estilo artístico
El icono se ha realizado utilizando la técnica tradicional de la iconografía transmitida por la Iglesia Ortodoxa: temple al huevo y dorado con pan de oro sobre madera cubierta de lefka (ungüento blanco a base de tiza). Como en la mayoría de los iconos, el estilo es predominantemente bizantino. Aunque teniendo en cuenta que el arte de los iconos no es un don reservado sólo al cristianismo oriental, se han introducido en la expresión de la figura de Cristo y en el conjunto de la composición diversos elementos de la tradición artística occidental, y especialmente de la región borgoñona. Así, el Cristo recuerda al Cristo glorificado de la capilla de los monjes de Berzé o el Cristo representado en los tímpanos de las iglesias románicas, por ejemplo, en Vézelay. Toda la composición, con los lazos alrededor de la mandorla, está inspirada en el arte de los manuscritos iluminados.
Desde un punto de vista artístico, el interés del icono se encuentra principalmente en el hecho de que no es una copia de una imagen tradicional, sino una representación nueva. De la reflexión sobre la parábola del buen samaritano surge una imagen que, a través de sus formas y colores, revela el Evangelio con una nueva frescura. Por tanto, el icono es parte de la tradición viva por la que el Espíritu Santo siempre nos lleva a descubrir de nuevo la fe.
FUENTES:
Zenit.org
Comunidad Taizé
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