Te alabamos, Cristo Jesús. La luz de tu rostro, la luz de la resurrección, brilla en nuestro corazón y en la oscuridad de la humanidad. Te encomendamos a los que están sufriendo las consecuencias de los desastres naturales, y también a aquellos que buscan justicia y son víctimas de violencia en todo el mundo. Ante el sufrimiento y la muerte, nos quedamos sin palabras. Pero al mirar hacia ti, Cristo, la confianza de la fe puede nacer y renacer en nosotros. El don de tu alegría de la Pascua vuelve a darnos valor para tener esperanza, enraizados en la fidelidad de Dios hacia nosotros.
Propuesta por la Comunidad de Taizé
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