Nos encontramos en la semana más importante para el cristiano, donde rememoramos el triunfo de la vida precedida por la pasión.
Una vida que es arrebatada y a la vez entregada por la defensa hasta el final de lo que creía: el ser humano. La persona por encima de la ley, el pobre y oprimido por encima del rico y jactancioso. La vida por encima de la muerte…
No dudó en vaciarse de sí para llenarse de nosotros y todo lo que ello conlleva: dolor, esperanza, soledad, tristeza, en dos palabras: fortaleza y debilidad.
El amor y servicio superan la pasión apareciendo el perdón como respuesta, desvaneciendo todo lo demás.
No se conformó con predicar desde la barrera, quiso descender, tocar, pisar, sentir como en su momento y siguiendo sus pasos, también lo hicieron entre muchos otros, Casaldaliga, Teresa de Calcuta, el Obispo Nicolás Castellanos quien no dudó en bajarse “de su sillón” para marchar a uno de los países más pobres de Latinoamérica: Bolivia y tantos que quisieron ver con los ojos del pobre, del golpeado, del abandonado y despreciado, de la mujer prostituida o maltratada… Así es la mirada de Jesús, una mirada que transforma, que cambia la historia, que no duda en implicarse y complicarse por hacer presente el Reino de Dios. Todos conocemos más de una vida, con nombre y apellido que no osciló en dar lo mejor de sí por ganar lo mejor de los otros.
Que en estos días no nos quedemos en la sombra, en la queja o lamento, busquémosle en los pequeños detalles cotidianos, en la fiesta, en la Vida, porque es ahí donde le encontraremos…
¡Felices días desde el corazón!
Ana Bou "Un minuto para el encuentro"
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