Todos juntos
Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

lunes, 21 de julio de 2025

MIGRANTES

El Dios que migra


por Santiago Morán

“…Este trabajo intenta una reflexión, a partir del evangelio y de las experiencias de hombres y mujeres comprometidas con el proceso de liberación, en este subcontinente de opresión y despojo que es América Latina. Reflexión teológica que nace de esa experiencia compartida en el esfuerzo por la abolición de la actual situación de injusticia y por la construcción de una sociedad distinta, más libre y humana. No se trata de forjar una ideología, ni de forjar una teología de la que se deduzca una acción política. Se trata de dejarnos juzgar por la palabra del Señor, de pensar nuestra fe, de hacer más pleno nuestro amor, y de dar razón de nuestra esperanza desde el interior de un compromiso que se quiere hacer más radical, total y eficaz…” (Gutiérrez, G. (1972) Teología de la liberación. Perspectivas. P.17).

De esta manera empezaba G. Gutiérrez en 1971 su obra que trataba de ser una sistematización de la teología de la liberación, teología que se desprende, como bien lo describe “desde la experiencia y compromiso” con hombres y mujeres dentro de un continente dependiente, subdesarrollado y, por ende, oprimido.

G. Gutiérrez focalizaba algo que ya estaba haciendo revuelo en todo el paradigma teológico latinoamericano y, por qué no decir, en todas las estructuras del quehacer teológico mundial: un giro antropológico, un giro desde la búsqueda de un lenguaje sobre Dios, un desde el reverso de la historia, una mirada desde abajo y desde los olvidados de la historia hizo que la teología “tome” palabra y acción, no desde los lugares siempre establecidos, sino de una nueva manera: la situación de los pobres, la opción de Dios hacia los vulnerables y desclasados (Sobrino, 1993). Este signo de los tiempos hoy expande la dimensión de pobreza, que ya no solo se ubica en aquellos/as que, privados de las condiciones básicas de la vida, son apartados hacia unas desechables condiciones y estructuras que los hacen pertenecer, sin salida y destino, a ese ciclo vicioso sin fin. Hoy “el pobre” es todo grupo, comunidad o colectivo despreciado, excluido, apartado, desechado, secundario, sin voz, sin humanidad (o, en palabras de la Teología de la liberación, los no-personas, no-humanos).

En este artículo quisiera enfocarme en uno de esos grupos, el de los migrantes y refugiados.

Ellas/Ellos hoy son ese “acto primero” a quien no solo los especializados en teología contemplan. Todos/as, estamos expuestos a la realidad, a esa que nos interpela, nos provoca, nos espanta, nos asusta y mueve las entrañas: la cantidad de millones que se desplazan de un sitio a otro no por condiciones extravagantes, sino por situaciones que las obligan, que las sacuden sin preaviso, aquellos para quienes, en el abrir y cerrar de ojos, el traslado ya es verdad que atropella —en palabras de las propias personas migrantes, a quien, escuchándoles en una Parroquia en San Fernando-Badajoz (Extremadura) dicen: “..venimos, no porque queremos, sino porque necesitamos para mejorar nuestras situaciones de vida: la de nosotras y nuestros hijos..”

Son familias enteras, niños, niñas, madres solteras, jóvenes, adolescentes —aquí no hay división de clases, ni de edad, es un factor que envuelve a todos sin distinción alguna— y las situaciones pasadas que permitieron el migrar son infinitas, cada una/o es “su historia y parte de ella”, su contexto, su tierra, su cielo, su familia, su raíz que hoy es confrontada desde la nostalgia y lejanía, desde ese desapego, desde ese recuerdo donde el cuerpo se formó con la sencillez y diversidad cultural propia de cada pueblo. Hoy, en ese acto primero, contemplamos y nos dejamos leer y examinar por esta realidad. Desde las vivencias de mujeres y hombres, que trabajan en cuidado de adultos mayores (trabajando por horas o internos/as por 2 años), por los y las que trabajan en los campos recogiendo frutas y verduras, pasando frío y calores, con horarios interminables y semanas de trabajo mal pagadas, por los/las jóvenes que buscan progresar en sus estudios, ajustándose así a exigencias, cambios y educaciones distintas, solventándose sus propios estudios desde la marginalidad de trabajar sin ser regularizados. Desde todos/as nosotros que, ante la burocracia, xenofobia estructural y sutil, imploramos hasta el cansancio que, si no es “por nuestra humanidad”, que nos miren, aunque sea, desde nuestra legalidad, como “otros” dignos de respeto, amor, acogida, promoción e integración.

Hoy son ellas/os, las y los migrantes, desde donde y con quienes hacemos esa vía theologica 1, por esa experiencia dinámica del migrante y del Dios que se mueve en ellos, donde balbuceamos sobre Dios, pronunciamos “algo”, desde ese “cuerpo migrante” golpeado, cansado y en silencio, transportado en el tiempo y maduro por las vueltas que da el destino. Retomo esas palabras de Rubem Alves, pronunciadas en Teologia como Juego que son de inspiración y animo:

“…Cada gemido es el anuncio de un futuro nuevo. Gimen los hombres, gime la creación entera, sinfonía de gemidos, teniendo al Espíritu Santo como regente: dolores de parto, de la esperanza de la redención del cuerpo. La teología es un decir de lo que el cuerpo no puede llorar. Ejercicio sobre el crucificado. De las entrañas de los sacrificados surge este juego de las cuentas de vidrio que llamamos teología. Palabras, nada más que palabras. Pero las palabras son ayes, suspiros, profecías. Y con ellas se construyen mundos…” (Alves, 1982).

En un intento fiel tratamos de acercarnos a ese Misterio, a ese “totalmente otro” (como lo dijo Rudolf Otto), para que se baje, se vista con nuestras ropas, idiomas, jergas y adaptaciones en los mundos extraños por donde transitamos, huela como nosotros, sienta lo que sentimos, camine desde nuestras urgentes circunstancias y nos ayude a expresar, como esa dialéctica humana-divina, palabras de vida y amor, esperanza y resistencia, deseo y acción, alegría y baile, liberación y construcción, desde nuestros propios horizontes y ventanas, una imaginación histórica (como cantaba John Lennon) o un Wondeful World – Maravilloso Mundo (Luis Armstrong). Así lo expresan también Juan Carlos Velasco y María Caterina La Barbera:

“…Si entendemos a los migrantes marginalizados como un grupo que padece “injusticia estructural” comprenderemos también que sus luchas cotidianas por su reconocimiento como personas con plenos derechos son solo aparentemente individuales: muchas de sus reivindicaciones contienen demandas de justicia de alcance global que merecen ser atendidas. En la medida en que la distribución justa de los recursos de la tierra y de las innovaciones humanas no es una simple alternativa, sino un imperativo en aras de la supervivencia pacifica de la especie, los migrantes son portadores de demandas por un mundo mejor que afectan a todos…” (Velasco y La Barbera).

Por lo tanto, quisiera que durante el desarrollo de este articulo nos fijemos en tres dimensiones bíblico-hermenéuticas. La primera, una mirada migrante de la teología propia de Dios articulándole como un migrante en la revelación bíblica; la segundo, la máxima manifestación del Nuevo Testamento: el Dios-Jesús que desde su kenosis se vuelve un símbolo de esa migración y traslado; por último, un recuerdo misionológico para nuestras comunidades de fe que pueden volverse camino y rostro junto con el migrante y refugiado.

Lo bosquejo de una manera más resumida:
  • El Dios que migra con nosotros
  • El Dios que migra entre nosotros
  • El Dios que migra desde nosotros

El Dios que migra con nosotros

Dentro del Antiguo Testamento existen diferentes usos de palabras que se traducen como “extraño, forastero, inmigrante u otro”. Entre ellas se encuentran Nekar (נֵכָר), Nokri (נָכְרִי), Ben Nekar (בֶּן־נֵכָר), Zar (זָר/זוּר), Tosab (תּוֹשָׁב) y Ger (גֵּר). Claramente sus significados se adecuan al contexto en el que se utilizan (Bravo, 2022).

Arturo Bravo, en su artículo “Los migrantes en Antiguo Testamento” demuestra que la palabra mas utilizada para traducir “migrante” es Ger (גֵּר). Esta engloba toda la dimensión de una persona que se traslada a otro territorio en el cual se realizan varias etapas: viaje, emigración, alojamiento, residencia, etc. El sustantivo Ger (גֵּר) aparece en el Antiguo Testamento 92 veces. Denota a esa persona de origen extranjero que migra a Israel debido a situaciones que ponen en peligro su vida, como guerra, hambruna, pobreza, riesgo de vida. En la revelación bíblica —que es la historia de los judíos, que en el relato bíblico es un “Pueblo migrante”— la personificación de ese suceso es el hombre Abraham, que fue llamado de “su tierra, para ir a otra” (ahí se encuentra el concepto de migración, de este Ger (גֵּר)) en base a una “alianza” del Shalom eterno de un Dios desconocido. Este pueblo, por lo tanto, se vuelve “gente del camino, pueblo nómada, que migra de sitio en sitio” para experimentar a Dios de diferentes maneras en situaciones diversas que hacen relucir los rostros multiformes de Dios (Bravo, 2022). (Textos bíblicos que lo verifican: Dt. 16:11; 26:11; Ex. 12:48; Lv. 19:33: 25:45; Ez. 47:22).

La experiencia de la Migración dentro del pueblo escogido por Dios se presentaba como confesión de fe, identidad y actitud existencial, como afirma Bravo (2022):

La conciencia de este origen se expresa en el conocido credo histórico que tenía que recitar cada israelita al ir al templo a presentar las primicias de la cosecha, que aparece en Dt. 26:5-10 y que empieza con las siguientes palabras: “Tu dirás ante el Señor tu Dios: mi Padre era un arameo errante”.

La fe y la esperanza de este pueblo se nos transmite a nosotros, los que migramos, y así nos afirmamos en un Dios que dentro de la revelación bíblica se volcó, se encarnó, se vacío “para volverse migrante” con su pueblo, conmigo y con tantos otros/as. Esta es la “fe migrante” en todas sus posibles expresiones acerca de Dios: nada en este mundo, ni toda la ultraderecha y sus políticas anti-migratorias podrán separarnos de un Dios de amor que cruza el desierto, salta las murallas y las fronteras y camina con sed y hambre.

La vida del migrante es esa via theologica (Campesse, 2008) que desde una posición existencial se puede articular con la esperanza, liberación y el deseo de un nuevo cielo y tierra nueva. Nuestra dimensión no solo cumple un quehacer teológico, también es una denuncia profética-escatológica (Cro 29:15; Sal. 39:13; Sal. 119:19).

La fe migrante de un Dios que migra con nosotros es la fe y vivencia diaria de un Dios que camina con los vulnerables de la historia, un Dios que se revela en el rostro del migrante, se adentra en su condición y camina en pro de su liberación integral, en un cosmos que a veces se presenta como desesperanza, como muerte inocente, en todos los aspectos de vida integral y básica. La fe migrante de un Dios que migra con nosotros se percibe como fidelidad en medio de las burocracias, protección en medio de las injusticias y exclusiones, amor sobrecogedor en las comunidades de creyentes o no-creyentes que extienden su mano fuerte y hospitalaria. La fe migrante de un Dios que migra con nosotros es ese espacio inaugurado por Jesús en donde se practica la justicia de Dios, donde los lazos no son de sometimiento sino de hermandad, donde no existe una estructura basada en la dominación, sino donde el mayor es el que sirve al otro, donde los mas grandes son los pequeños, donde se construye un reino que no se basa en el poder sino en el amor, no en la meritocracia sino en la gracia (Reyes, 2020, p.74).


El Dios que migra entre nosotros

La misión encarnacional de Jesús determino toda forma de comprender a Dios: Jesús migró de su condición divina para hacerse humano (Fil. 2:6-7). Dios se hizo “extranjero”, “otro”, “un nosotros”. Para caminar en medio nuestro ese Jesús “salió” —incluso de su propia ciudad— para “pasearse” como dice el texto de Mateo 4:15 en la “galilea de los gentiles”, gente de mar que luchaba por sobrevivir, gente desacomodada y excluida. Con ellos Jesús caminaba, con ellos Jesús hacia vida, con ellos Jesús afirmaba su vocación mesiánica, con los perdidos y migrantes. Miguel Reyes comenta este fenómeno migratorio como paradigma cristológico que se alinea simbólicamente a la vida del migrante hoy, y que, incluso, es el rostro que busca aquel que, vacío y despojado, se traslada a otros espacios y tiempos:

…Dios ha experimentado el fenómeno migratorio en la encarnación. El verbo al hacerse carne migró de su confortable eternidad a la extraña temporalidad, de la total omnisciencia a la ignorancia, de la suficiencia a la interdependencia. El rompimiento de fronteras por parte de Dios y su movimiento hacia la raza humana sirve como detonante de una migración cósmica (Reyes, 2020).

Jesús se mostró y muestra como “Abba, digno de toda confianza”, y hoy como el migrante que se muere, es juzgado y deportado inocentemente. En esa situación inmediata no le importa tanto al migrante un Jesús, un Cristo, un Kyrios entronizado, sino un Jesús manchado y adolorido que manifiesta su amor abierto y sin barreras, un Jesús capaz de abrazar y amar en medio del dolor, un Dios y Jesús “omni-abarcante”. El rostro de un Jesús caminante, que es errante, nómada, que muere y resucita junto con los anhelos, sueños y liberaciones (Sobrino, 1993). En palabras de Valzura, el Dios que migra entre nosotros: es ese Jesús dasein en nuestras tragedias, angustias, incertidumbres, sufrimientos y muertes (Valzura, 2023).

El migrante, más que articular una convicción sin pensar, necesita de un Dios no que esta sobre nosotros de manera alienante y extra mundana, sino un Dios entre nosotros que apropie nuestros dolores, insatisfacciones, impotencias y transiciones repentinas.


El Dios que migra desde nosotros

¿Cuál es la misión del Espíritu en medio de su Iglesia? Desde mi experiencia con distintos migrantes, creo que las Escrituras nos abren a pensar que somos, o debemos ser, una Iglesia con esencia y rostro migrante, que apropia, ama, y sirve a lo distinto. En todas sus obras milagrosas Jesús marca una premisa levinasiana “recibir, acoger, amar” al otro/a, al distinto, distinta al extranjero o extranjera. Que paradigmático sería tener este espíritu y accionar ecuménico de ser hogar para el extraño, de vivir los dogmas de la fe desde las sencilleces “sufrientes y alegres” de nuestra existencia y de la existencia de los que por asilo humanitario, ideológico, sexual o político buscan condiciones mejores, en base a la promesa de una vida abundante de un Dios que desea, sueña y quiere el shalom de toda la humanidad.

¿Cómo ser iglesia desde la realidad migratoria? Mirar al otro/a sin estigmatizarlo y adoctrinarlo, mirarlo/a desde la novedad del reino, desde otro paisaje, desde la clara conversión, desde una fe real que concibe al migrante como rostro de Dios. La iglesia migrante, enlazada con el Dios que migró, apropia el movimiento de denuncia y anuncio, no se queda quieta, sino que se mueve como en performance profética-subversiva de denuncia ante las estructuras estáticas y monolíticas. Una iglesia migrante se vuelve, desde sus vivencias y camino, con los migrantes, como anuncio de las buenas noticias, es decir, piensa como el migrante, sueña como el migrante, para reconfigurar así las realidades de este mundo (Reyes, 2020).

La opción preferencial que la Iglesia hace desde este lugar o via teológica es la opción por la vida, la esperanza, antes que la inminente y violenta muerte (Reyes, 2020).

Retomando nuevamente camino hacia el Antiguo Testamento, vemos que Rut se presta —para con los lectores y comunidades de fe— como pista en cuanto a ejercer como iglesia con esencia y rostro migrante. Rut, siendo moabita recibida en tierras israelitas, genera una visión más universalista y aperturista que puede ser el espíritu de nuestra comunidad de fe hoy, integrada ante esta situación tan urgente de los/las migrantes y refugiados. En su propia confesión de fe, expresada por Rut hacia Noemi, en ese amor migrante, de compañía y acogida, resalta una actitud inclusiva, ecuménica, integradora y de un mundo sin fronteras:

“…Donde tú vayas, yo iré, donde habites, habitaré. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios. Donde tú mueras moriré y allí seré enterrada…” (Rut. 1:16)

Por último, cito a José moreno Losada y su pertinente comentario sobre una iglesia posible en medio de los migrantes y refugiados:

…la Iglesia está llamada en medio del mundo a comprometerse con su gestión y mancharse las manos en el compromiso social y político desde el ejercicio de una verdadera ciudadanía para ejercer la caridad política. Ese Dios migrante nos invita a que seamos pescadores de hombres, pero no con ese fin proselitista y desencarnado “de llevarlos a” o “salvar el alma” sino de trascender la misión, a tender “Redes” que liberan de la asfixia de la muerte y opresión a tantos/tantas en este mar/mundo de muerte y dolor y que `proponen desde el ya, una salvación “en” la historia.

REFERENCIAS:
  • Alves, R. (1982). La Teología Como Juego. Buenos Aires, Argentina : La Aurora.
  • Bravo, A. (2022). Los migrantes del Antiguo Testamento: ¿aceptación o rechazo? Scielo, 30.
  • Campesse, G. (2008). Hacia una Teología de las migraciones. Guadalajara, México: Catedra.
  • Gutiérrez, G. (1972). Teología de la Liberación: perspectivas. Salamanca, España: Sígueme.
  • Reyes, M. (2020). “Reino, Migración y Violencia: acompañamientos de nuevos paradigmas del Reino de Dios”. En M. Andrade Vinueza, & E. Cetina Sanchez, Teología Migrante: Fe y desplazamiento en la era global (pág. 165). Guatemala: Fraternidad Teológica Latinoamericana.
  • Sobrino, J. (1993). Jesucristo liberador: lectura histórico-teológica de Jesús de Nazaret. Madrid, España : Trotta.
  • Valzura, E. (2023). Teología Indisciplinada: una apuesta por la teología asistemática y liberdora. Mar de Plata, Argentina: Ediciones Diapason.
  • Velasco, J., & La Barbera, M. (s.f.). Migraciones, fronteras y filosofía: una presentación . 6.

NOTA:
  1. Termino propuesto por Nancy Bedford como critica al estatismo del término “locus Theologi” la realidad del migrante no se da solamente en un “lugar” sino que es en movimiento desde su propio origen a otro lugar extraño (Campesse, 2008)

AUTOR:
Santiago Morán. Estudiante de Teología en proceso de Licenciatura por la Universidad Evangélica del Paraguay. Miembro del Equipo Diocesano de Ecumenismo y Diálogo interreligioso (Extremadura, España). Migrante Paraguayo haciendo teología junto con otros migrantes.

FUENTE:
https://www.lupaprotestante.com/


AGENDA - PRÓXIMOS ACTOS

HOY LUNES 21 JULIO 2025

19’00 horas

Oración al estilo de Taizé
Locales parroquiales
ARENYS DE MUNT (Barcelona)

21’00 horas

Oración de Taizé
Centro Padre Claret, c/ Joan Maragall, 23
GIRONA

21’00 horas

Oración Común (Taizé)
Iglesia Catedral de San Lorenzo, plaza de la Villa, s/n
SAN FELIÚ DE LLOBREGAT (Barcelona)


22 julio 2025 - 20’45 horas

Oración de Taizé
Parroquia Mare de Déu dels Dolors, c/ Begur, 10
BARCELONA

22 julio 2025 – 21’00 horas

Oración Taizé
Parroquia de Santa María, c/ Rectoría, 1
VILANOVA I LA GELTRÚ (Barcelona)

23 julio 2025 – 20’30 horas

Oración al estilo Taizé
Parroquia El Cristo del Mercado, c/ José Zorrilla, 125
SEGOVIA

23 julio 2025 – 20’30 horas

Oración Común
Parroquia de la Purísima Concepción, Vía Massagué, 21
SABADELL (Barcelona)

25 julio 2025 – 20’00 horas

Oración Interconfesional
Iglesia Luterana, paseo Castellana, 6
MADRID

25 julio 2025 – 21’00 horas

Oración de la Cruz (Taizé)
Parroquia de Sant Marcel, c/ Petrarca 52
HORTA-BARCELONA

25 julio 2025 – 21’00 horas

Oración común al estilo de Taizé
Iglesia de Nuestra Señora de Gracia y San José (Els Josepets), plaza Lesseps, 25
BARCELONA

26 julio 2025 – 17’00 horas (hora Argentina)

Encuentro de Oración por la Unidad
Parroquia de la Asunción, Gavilán 1137
BUENOS AIRES (Argentina)

26 julio 2025 - 20’30 horas

Oración de la noche desde Taizé
Retransmitida en directo en redes desde Taizé
TAIZÉ (Francia)
ON LINE

26 julio 2025 – 21’30 horas

Oración Taizé
Convento de las Vedrunes de Caldes de Malavella, c/ Doctor Furest
CALDES DE MALAVELLA (Girona)

27 julio 2025 – 17’30 horas (Hora Argentina)

Espacio de Oración por la Unidad
Parroquia de ja Asunción. Franklin. 2173 - FLORES
BUENOS AIRES (Argentina)

27 julio 2025– 18’30 horas

Oración común al estilo de Taizé
Parroquia de Santa María. c/ de Joan Puig, 3.
RUBÍ (Barcelona)

28 julio 2025 – 21’00 horas

Oración de Taizé
Centro Padre Claret, c/ Joan Maragall, 23
GIRONA

28 julio 2025 – 21’00 horas

Oración Común (Taizé)
Iglesia Catedral de San Lorenzo, plaza de la Villa, s/n
SAN FELIÚ DE LLOBREGAT (Barcelona)

29 julio 2025 – 21’00 horas

Oración Taizé
Parroquia de Santa María, c/ Rectoría, 1
VILANOVA I LA GELTRÚ (Barcelona)

30 julio 2025 – 20’30 horas

Oración al estilo Taizé
Parroquia El Cristo del Mercado, c/ José Zorrilla, 125
SEGOVIA

30 julio 2025 – 20’30 horas

Oración Común
Parroquia de la Purísima Concepción, Vía Massagué, 21
SABADELL (Barcelona)






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