El sufrimiento de las multitudes de personas que padecen a causa de la crisis económica, -o mejor dicho, de la estafa financiera- que padecemos, es cada vez más clamoroso y flagrante: Ya no se puede ocultar; no se puede ignorar, ni tan siquiera distraer la atención para evadirse de lo que nos hace daño porque sin duda es, como cualquier guerra, una derrota de la humanidad: No hemos sabido aprovechar responsablemente los recursos, nos hemos vuelto consumidores compulsivos y poco a poco, hemos depredado los recursos y las oportunidades para aquellos más débiles.
Y hablo en primera persona, porque ante la gravedad de la hora actual, nadie puede escaquearse: Todos somos parte del problema, todos de una forma u otra hemos sido cómplices, y por lo mismo, todos tenemos que apostar por la recuperación, por la solución, desde el compromiso personal, los cambios de hábitos de vida y la opción por la causa de la justicia y la paz: la opción por un mundo más sostenible, más fraterno y donde la causa de la humanidad, sea la causa que nos hermane y nos haga superar las barreras, divisiones, estereotipos y estigmas.
¿Por qué explico esto hoy aquí? Porque este clamor, reclamo y lamento impotente; unas veces resignado, otras desesperado, llegó al torno del Monasterio y tocó el corazón de mis hermanas las monjas y no pudieron dejar de acoger. Quien se dedica a contemplar el rostro de Dios y a buscarle en la oración, le encuentra en la historia y no puede desentenderse de la suerte de sus hermanos los hombres y mujeres, especialmente los que sufren, porque el gran derecho de Dios es que sus hijos vivan con dignidad.
Y abriendo el torno, y escuchando, nació un banco de alimentos y un espacio de escucha y acogida. Pronto pasamos a acoger, con la ayuda de voluntarios en un locutorio, que también se quedó pequeño. Y creciendo el número de familias que se iban quedando en la cuneta, crecía también el número de voluntarios. Y del locutorio pasamos a un local en el centro de Manresa, y de allí a otro más grande. En un año y medio pasamos de atender 40 personas, a casi 600 familias por mes, de dos monjas y tres voluntarios a 84 voluntarios y una gran cantidad de personas anónimas que cada día se suman para plantar cara a la crisis….
Creció la necesidad, y con ella la oportunidad de que muchas personas se den cuenta de que alguna cosa pueden hacer para que los otros estén un poco mejor. Poco a poco, con un trabajo constante y silencioso, intentando dar junto con los alimentos calor, escucha, acogida, humanidad, nació una Plataforma ciudadana de Solidaridad, que se constituyó en Fundación Rosa Oriol. Hoy somos un equipo de personas que amamos la vida, que hemos optado por la persona y que queremos juntos trabajar para defender los derechos de Dios que son los derechos de los hombres.
Seguir a Jesús, dice Pagola, y lo hago mío en este contexto, implica poner en el centro de nuestra mirada y de nuestro corazón a los pobres. Situarnos en la perspectiva de los que sufren. Hacer nuestro sus sufrimientos y aspiraciones. Asumir su defensa. Seguir a Jesús es vivir con compasión. Sacudirnos de encima la indiferencia. No vivir solo de abstracciones y principios teóricos. Sino acercarnos a las personas en su situación concreta y desarrollar la acogida, no vivir con mentalidad de secta, no excluir ni excomulgar. Seguir a Jesús es hacer nuestro su proyecto integrador, derribar fronteras y construir puentes… Seguir a Jesús es eliminar la discriminación y no dejar de definirnos y tomar partido por miedo a las consecuencias".Seguir a Jesús es cargar con el peso de la cruz de todos los crucificados de la historia y confiar en la vida que brota dentro nuestro cuando creemos en el amor.
Sor Lucía Caram O.P. de su blog “Sintonia cordial”
Me parece precioso el texto y la labor que estáis haciendo las monjas y los voluntarios en Manresa ¡Adelante! y a seguir siendo testigos del Amor atento y solidario de Dios.
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