Todos juntos
Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

miércoles, 26 de mayo de 2010

LOS REFORMADOS Y EL ESPÍRITU SANTO

Artículo de D. Augusto Milián, pastor Evangélico.

¿Qué creemos los reformados del Espíritu Santo?


Jn 20:19-23.

Hay muchos cristianos reformados, que como los de Efeso , expresan que nunca han oído hablar del Espíritu Santo (ES). Pero quizás esto no es del todo cierto. Quién ha oído la voz de Juan el Bautista, algo habrá oído del ES . Lo que la mayoría de los cristianos reformados no ha tenido la ocasión de advertir es que el ES está a nuestra disposición y que puede hacer diferentes cosas en nuestra vida.En nuestras comunidades en referencia al ES asumimos dos posiciones: 1º Hemos oído hablar de El pero eso es un asunto muy complicado, o 2º No es un tema para nosotros, eso es para los pentecostales y carismáticos. O sea, el ES está fuera de nuestra cotidianeidad. El cristianismo que conocemos y del que participamos consiste en asistir a los cultos dominicales, mantenernos fiel a nuestras tradiciones de creer en Dios y recordar la vida y la muerte de Jesús entre la Navidad y la Semana Santa, y hacer las cosas lo mejor posible delante de los hombres. De hecho, muy poca gente se atreve a mencionar la palabra “ES” en sus oraciones. Más bien al ES se le otorga la posibilidad de habitar solo en las Escrituras. Allí está en un lugar seguro y no en el ajetreo de nuestra vida.A principios del s.XX no había pentecostales. Hoy en día son más de veinte millones por todo el mundo y son las iglesias con más índice de crecimiento anual. Incluso dentro de la IEE son las iglesias con más miembros. ¿Cuál es el énfasis del movimiento pentecostal? La sanidad, los exorcismos, las lenguas, las profecías quizás sean sólo la parte visible del iceberg. Pero me temo que en el corazón de estas iglesias esta el deseo de comunión y de amor y de fe como lo hay en nuestros corazones.¿Entonces que diremos del ES en nuestra fe? ¿Qué haremos con el ES en nuestros cultos? ¿Qué lugar ha de tener en nuestra vida? Primeramente he de sugerir la idea de que somos hombres y mujeres intentando entender los misterios de Dios. Intentando hablar de Dios, al cual nunca le hemos visto. Podemos hablar de Dios solamente cuando su Espíritu tenga la amabilidad de revelarse a si mismo. De hecho sin el Espíritu no podemos decir nada de nuestro Dios ni de lo que Jesús hizo por nosotros . ¿Cuando nuestra iglesia conmemora el Domingo de Pentecostés que está celebrando? Algunas personas dicen que la iglesia nació en Pentecostés, que la manifestación del ES comenzó ese día y aún no ha concluido. Pero hay otra verdad merodeando esta celebración. Y es que los reformados somos trinitarios y esto hace que todo este conectado y vinculado a nuestra vida de fe. Incluso lo que conocemos de Dios.Nuestra fe tiene una base experiencial. Nuestro catecumenado es acumulativo. Llevamos veinte siglos de escuela dominical. Así que lo que decimos y proclamamos está basada en la fe que experimentaron los que creyeron antes que nosotros. Ellos creyeron que Dios era uno y a la vez singular. Ellos creyeron que Dios estaba presente en Jesús. Y después de Pentecostés creyeron que lo que habían experimentado sobre Dios en su vida era la presencia real de Jesús en medio de ellos. Alguien podría pensar que Dios se manifiesta en nuestra vida en dependencia de nuestras necesidades. Eso se llama modalismo. Pero me temo que no es así en realidad. Lo que sabemos de Jesús y de su ministerio público contradice esta teoría. Fue engendrado por el poder del ES, dice la Biblia. Fue bautizado por el ES, dice la Biblia. Y cuando sabe que tiene que marcharse le promete el ES a sus seguidores. Jesús se creía Hijo de Dios. Cuando muere en la cruz encomienda su espíritu del Padre. Está interrelación entre las manifestaciones trinitarias invalidan cualquier teoría sobre la operatividad de la Trinidad en diferentes momentos de la historia de la salvación.Cuando en la declamación del Credo decimos Creo en el Espíritu Santo estoy diciendo entre otras cosas que es el ES quien me inicia en mi vida cristiana, que es el ES quien nos afirma mediante los sacramentos, que es el ES quien nos dice donde estamos y que señales hemos de seguir, es el ES quien nos atribuye de dones.Cuando decimos Creo en el Espíritu Santo estoy proclamando entre otras cosas que es el ES quien me da libertad, que es el ES quien me da poder, que es el ES quien busca la semejanza en mi con Cristo, que es el ES quien me ilumina en la toma de decisiones, que es el ES quien hace que mi oración sea válida.Cuando repetimos Creo en el Espíritu Santo es porque entre otras cosas creemos que es el ES quien trae reconciliación a la Iglesia, porque es el ES quien crea la comunión, porque es el ES quien nos da las herramientas para la adoración individual o colectiva, porque es el ES quien nos inspira cuando leemos las Escrituras, porque es el ES quien nos habla a través del predicador, porque es el ES quien da vida al deseo de hacer misión, porque es el ES quien ha sostenido a nuestra comunidad todos estos años.

Augusto G. Milián

Publicado en Iglesia Reformada de Aragón http://iglesiareformadazaragoza.blogspot.com/

1 comentario:

  1. Vivir según el Espíritu Santo es vivir de fe, de esperanza, de caridad; dejar que Dios tome posesión de nosotros y cambie de raíz nuestros corazones, para hacerlos a su medida. Una vida cristiana madura, honda y recia, es algo que no se improvisa, porque es el fruto del crecimiento en nosotros de la gracia de Dios. En los Hechos de los Apóstoles, se describe la situación de la primitiva comunidad cristiana con una frase breve, pero llena de sentido: perseveraban todos en las instrucciones de los Apóstoles, en la comunicación de la fracción del pan y en la oración.
    Fue así como vivieron aquellos primeros, y como debemos vivir nosotros: la meditación de la doctrina de la fe hasta hacerla propia, el encuentro con Cristo en la Eucaristía, el diálogo personal –la oración sin anonimato– cara a cara con Dios, han de constituir como la substancia última de nuestra conducta. Si eso falta, habrá tal vez reflexión erudita, actividad más o menos intensa, devociones y prácticas. Pero no habrá auténtica existencia cristiana, porque faltará la compenetración con Cristo, la participación real y vivida en la obra divina de la salvación.

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