ENCUENTRO INTERRELIGIOSO
¿QUÉ APORTA HOY EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO?
Madrid, 26 de marzo de 2017
PARTE - III (Final)
3. FUTURO DEL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO.
Mesa redonda. Futuro del diálogo interreligioso.
Estuvo coordinada por Inmaculada González, miembro de la Asociación Ecuménica Internacional, y del Grupo ECUDIR de la Institución Teresiana. Además, participaron en ella los seis portavoces de los grupos del Taller de Textos Sagrados.
Como indicamos al principio, el trabajo sobre los textos sagrados se llevó a cabo en seis grupos interreligiosos. La reflexión y el diálogo sobre los textos sagrados tenía un doble objetivo: por un lado, descubrir las convergencias que existen entre los textos respecto al trato con el prójimo, y, por otro, definir entre todos qué papel tendría que jugar en el futuro el diálogo interreligioso a nivel personal y en el conjunto de la sociedad.
Inmaculada comenzó la sesión con una presentación en power point en la que sintetizó la historia del grupo interreligioso convocante de la jornada. Este grupo tiene también un pasado, un presente y un futuro, dijo. Ese futuro lo vamos a diseñar en esta tarde con las aportaciones de todos los grupos de trabajo.
Los portavoces presentaron la síntesis del trabajo realizado en torno a la primera pregunta.
A) Convergencias encontradas entre los seis textos.
Lo primero que sorprendió a todos fue las grandes convergencias existentes entre los seis textos, a pesar de haber sido elegido cada uno independientemente por el representante de la tradición correspondiente. Se constata que todas las tradiciones religiosas poseen textos sagrados inspirados con los que nutren a sus seguidores.
- En todos los textos, aparece la centralidad del amor en el trato con el prójimo. El amar a los demás como a uno mismo. Amar al diferente va más allá de no odiarle, es acogerlo diciendo: Tú eres importante para mí, y por eso te amo y te respeto. El amor es inseparable del perdón. El perdón es "la prueba del 9" del verdadero amor.
- Todos ofrecen un camino abierto a la trascendencia. La religión es un camino abierto para el encuentro interior con Dios. Desde el judaísmo, se subrayó el “santos seréis” y “amarás” como llamada a esa trascendencia y al amor al prójimo. Amar al prójimo es un mandamiento en todas las tradiciones. Si amo al otro, amo a Dios, y, si amo a Dios, tengo que amar al hermano. El término “seréis” es un plural, y es un futuro, es una potencialidad para ser santos. La dimensión espiritual del ser humano forma parte de su ADN. Todas las tradiciones religiosas se dirigen a la Divinidad, y hablan de ella y con ella con delicadeza y respeto, sea cual sea el concepto que se tenga de Dios.
- Amor al prójimo supone un trato de igualdad, sin exclusiones, ni siquiera de quienes nos han hecho daño o son nuestros enemigos. Algunas tradiciones, incluso, nos invitan a tener a los enemigos y a los que nos hacen daño como “maestros” y “personas valiosas” que nos pueden ayudar, con sus actitudes, a revisar nuestro modo de ser y de obrar. La existencia del otro es esencial para las religiones ya que nos impide encerrarnos en nosotros mismos, y abrirnos a la alteridad. El amor al prójimo es la regla de oro para todas las religiones.
- En todos los textos, aparece la idea de la igualdad, al descubrir que todos somos iguales y, a la vez, diferentes. Todos compartimos el mismo origen, y venimos de un mismo ser Creador. Ese trato de igualdad entre todos los seres humanos parte de la igualdad básica y esencial de todo ser humano. Es esencial vivir entre las tradiciones la no prevalencia, el no situarse las unas por encima de las otras. Cada religión emite un destello de luz propio, y es importante saber acogerlo para iluminar con él también nuestra propia religión.
- La diversidad es compatible con la unidad entre todos los seres humanos, y con la universalidad. Existe una única humanidad de la que yo formo parte, como también forma parte de ella el otro; por eso, somos responsables los unos de los otros.
- Todas las tradiciones nos invitan a hacer el bien y evitar el mal.
- Todas las tradiciones predican la humildad. La humildad como camino hacia la interioridad y hacia la búsqueda del otro. La humildad ante Dios y ante los otros como base para el reconocimiento y el respeto mutuo. La humildad es necesaria para no enorgullecerse de la propia religión menospreciando a las otras, o creyéndose poseedores de la verdad absoluta.
- Ese estar atento al otro nos lleva a captar sus necesidades, y a ponernos a su servicio.
- Se pone de manifiesto el valor del diálogo como medio para buscar la armonía entre todos en el compartir, en la convivencia mutua, evitando hacer daño a los otros. Destacamos el valor de la diversidad, que pide el esfuerzo de hacernos cercanos unos a otros para conocernos mejor, y respetarnos más. Cada uno, desde su libertad, puede elegir un camino para llegar a la plenitud de su ser, y este camino ha de ser respetado. Constatamos que, cuanto más conocemos las otras tradiciones religiosas, más enriquecemos la nuestra, y viceversa, cuanto más conocemos nuestra religión, mejor dispuestos estamos para acercarnos a las otras tradiciones.
- Destacamos la importancia de la pequeña comunidad para este camino: en ella, nos sentimos escuchados y acompañados.
B) ¿Qué papel tendría que jugar en el futuro el diálogo interreligioso a nivel personal y en el conjunto de la sociedad?
Aunque el tiempo para tratar esta cuestión fue breve, sin embargo, se hicieron aportaciones interesantes que recogemos a continuación. En ellas, aparecen entremezcladas las que van más en una línea personal, y las que se refieren al ámbito colectivo o social. La mayoría de las aportaciones nacen de la toma de conciencia que se ha ido produciendo en la trayectoria de la experiencia personal en el DIR.
- Antes de hablar del papel que tendría que jugar en el futuro el diálogo interreligioso, es necesario hablar de la necesidad de una formación seria como preparación para este diálogo, un mejor conocimiento de las diferentes religiones, incluida la propia. Hay que avanzar en el conocimiento de la inmensa diversidad de tradiciones religiosas, y de espiritualidades. Necesitamos ser educados para este diálogo en los diferentes ámbitos: la escuela, la familia, la universidad, las parroquias y lugares de culto, los grupos de reflexión, etc.
- Aunque hoy estamos aquí un grupo numeroso, creemos que el DIR tiene que crecer. Tenemos la responsabilidad de contagiar a otros de la necesidad de abrirse a este diálogo.
- En el camino del conocimiento, no basta estudiar la historia de las religiones; es necesario acercarnos unos a otros, encontrarnos, visitar lugares de culto, participar en actos religiosos, celebraciones, fiestas y peregrinaciones, promover encuentros interreligiosos de diversas modalidades, etc. Es necesario practicar el diálogo no solo con palabras, sino también con obras y acciones conjuntas. Este conocimiento hace que se disipen los miedos y los prejuicios que tenemos hacia lo desconocido.
- El DIR tiene que fomentar el diálogo con la vida, y la construcción conjunta de la paz. Es un antídoto contra la intolerancia y la radicalización religiosa.
- Es necesario fomentar la responsabilidad ante este diálogo para poder compartir experiencias, y practicar la empatía. Propiciar encuentros creativos donde cultivar el servicio a los demás en una entrega que aporte alegría, haciendo que la convivencia ofrezca una forma de vida donde juntos construyamos una nueva sociedad. El conocimiento correcto de las religiones es un remedio para no dejarnos manipular por las informaciones desinformadas o mal informadas que, a veces, nos transmiten los medios.
- Para ello, es necesario propiciar un lugar físico para el encuentro y la convivencia, donde se pueda dar la comunicación interpersonal, y podamos ayudarnos a descubrir más lo que nos une que lo que nos separa.
- El DIR tiene que provocar en nosotros una conversión personal que nos abra a la cooperación con otros asumiendo compromisos sociales, para construir juntos un mundo mejor que sea fuente de esperanza para todos.
- El DIR nos ha de ayudar a vivir con generosidad de corazón para que podamos irradiar la luz que llevamos dentro, de forma que ilumine la oscuridad de nuestro mundo. Cada religión encierra un tesoro que ha de ser compartido. Todos podemos abrirnos a nutrientes que pueden venir de otras tradiciones sin perder la propia identidad.
- El DIR aporta un plus de paz a la familia humana y a las realidades en conflicto. En la medida en que fomenta la paz entre las personas, es un camino para solucionar problemas comunes a la humanidad, como es la consecución de la paz, la protección del medioambiente, la supresión de desigualdades injustas, etc.
- Creemos importante cultivar en el DIR la dimensión espiritual, el silencio y la contemplación; es en el interior donde se produce la comunión más profunda.
- Es importante conseguir cotas mayores de libertad religiosa y de conciencia. Cuanto más avanza cada persona en el conocimiento de su propia tradición, más fácil es para ella establecer el diálogo con lo diferente.
- Sugerimos la creación de una revista o publicación que nos permita facilitar información, intercambiar experiencias, compartir diálogos y vivencias.
- Para terminar, recogemos la aportación de una joven, Teresa Gutiérrez, que nos hizo sentir, de forma cercana, la presencia del colectivo de jóvenes. Teresa dijo: Hay muchísima gente que no practica ninguna religión. ¿Qué pasa con todos ellos? Muchos de ellos son jóvenes. Sería necesario tenerlos en cuenta, y ver por qué no profesan ninguna religión cuando nosotros afirmamos que las religiones aportan tantos bienes. A veces, ellos opinan lo contrario; piensan que no fomentan la paz ni la justicia, ni el amor. ¿Qué nos pasa entonces, cuando estamos seguros de que, básicamente, todas las religiones buscan abrir caminos a la paz y al amor? Esto debe cuestionarnos. ¿Qué es lo que hemos hecho mal a lo largo de la historia? Para construir, lo primero que tenemos que hacer es deconstruir lo mal construido o aprendido, los prejuicios en contra de los otros. Necesitamos para ello pequeñas comunidades que nos acompañen y nos ayuden a iluminar este camino, y, al mismo tiempo, no podemos reducirnos solo al pequeño grupo, hemos de salir al encuentro del otro, del diferente, de los otros.
Terminada la intervención de la mesa redonda, Inmaculada hizo una presentación del calendario de actividades y celebraciones previstas en las diferentes tradiciones para los próximos meses.
CELEBRACIÓN INTERRELIGIOSA
Llegábamos a este momento celebrativo iluminados por el destello de luz que encierra cada tradición, y por el que fraternalmente nos habíamos dejado iluminar a lo largo de la jornada. Nos situábamos en el nivel más profundo del encuentro, en el corazón de cada religión, para compartir diversos modos de oración en forma de celebración interreligiosa.
En la celebración, se quiso tener en cuenta tres elementos que ayudaran a percibir el modo de orar y celebrar en las tradiciones religiosas presentes en la celebración: un signo o gesto significativo de la tradición, una oración de petición, y una oración o expresión de acción de gracias, o bendición, al finalizar la jornada.
Shánkara presentó, por parte del hinduismo, el símbolo del OM, símbolo de lo divino, de lo absoluto. Juntos pronunciamos y repetimos la sagrada palabra, cuya vibración quedó resonando en la sala, abriendo en medio de nosotros una experiencia de profundidad y apertura al misterio.
Por parte del Islam, se presentaron dos gestos: la llamada a la oración, y la postración, símbolo de la máxima humildad ante Dios, y de la perfecta sumisión a Él.
El grupo Baha’i presentó un tapiz con la inscripción en árabe Yá Bahá’u’l-Abhá, que significa: Oh, Tú, Gloria del Más Glorioso. En los escritos bahá'ís se dice que ese es el nombre más grande de Dios. Sergio García, portando el tapiz entre sus manos, recorrió la sala, que en ese momento estaba a oscuras, como quien acerca la luz a la oscuridad del mundo.
Por parte budista, Karma Tenpa hizo la ofrenda de las postraciones en la práctica budista. Ante un pequeño altar de Buda, que es forma que no tiene forma, y nombre que no tiene nombre, que es nuestra naturaleza extraordinaria, ese núcleo de bondad y de compasión que hay en nosotros. A ese núcleo procuramos llegar, y en él intentamos estabilizar el encuentro. Estas postraciones son un medio para despertar la naturaleza auténtica de nuestra mente y de nuestro corazón. Con las manos extendidas, se hace la ofrenda de estas postraciones, y las diferentes súplicas se hacen llevándose las manos a la cabeza para purificar la mente, a la garganta, para purificar las palabras; al corazón… hasta postrase tocando con ellas el suelo en un gesto de desprendimiento, de soltar nuestro yo, nuestro ego.
El grupo cristiano ofreció el gesto del lavatorio de los pies a los representantes de las diversas religiones con la lectura del capítulo 13 de S. Juan, que nos narra que Jesús “habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo”. Haced vosotros lo mismo, dijo Jesús; os he mostrado el camino para que os sirváis los unos a los otros. Durante el gesto del lavatorio, toda la asamblea repetía el canto del Ubi caritas et amor, ubi caritas Deus ibi est (Donde hay caridad y amor, donde hay caridad, allí está Dios).
A continuación, cada tradición religiosa hizo una petición en sintonía con todo lo vivido durante la jornada, y, para terminar, un gesto de acción de gracias y bendición para toda la asamblea; con estas expresiones, se deseaba que lo vivido en la jornada se convirtiera para cada uno en paz y bendición que pudiéramos llevar, como don recibido, allí donde fuéramos.
Por último, Luis Miguel Avilés ofreció a todos los participantes un rito cultural con base antropológica de la región de Isaan de Tailandia, el Bai sii su khuan (puk khen) que consiste en atar unos hilos en la muñeca de otro, de "nuestro prójimo", al despedirnos de él, expresándole de corazón nuestros mejores deseos de bondad y bendición para él y los suyos.
No cabe duda de que, a medida que nos íbamos despidiendo, quedaba en el ambiente y en lo profundo del corazón que algo importante se nos había regalado: el don de una fraternidad que no conocía fronteras. En mí, quedaban resonando las palabras del cardenal Désiré Mercier hechas ahora realidad: Tenemos que encontrarnos para conocernos, conocernos para amarnos, amarnos para unirnos.
Inmaculada González Villa
Grupo ECUDIR de la Institución Teresiana
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ResponderEliminarVINICIO SANTOS:
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