UN MENSAJE DE PASCUA
por Chris Ferguson
Los meses previos a la Pascua han sido momentos de extrema violencia y conflicto, y eso ya es mucho decir teniendo en cuenta las guerras, la violencia y los conflictos esparcidos por doquier que han afectado recientemente al mundo de Dios.
Nuestras iglesias miembro han sido sacudidas y devastadas por los crecientes conflictos geopolíticos, la violencia avivada por el racismo sistemático, la compleja lucha militar y el agresivo terrorismo con dimensiones interreligiosas. Las iglesias cristianas han sido golpeadas severamente y, por medio del dolor causado, es claro que la violencia no está dirigida solamente contra los cristianos pues los ataques antisemitas y antiislámicos muestran que la violencia que dice tener justificaciones religiosas en realidad no tiene religión.
La violencia tiene raíces profundas y no es posible separarla de las injusticias de carácter ecológico, económico, social, político y religioso predominantes en el mundo que Dios creó, ama y redime. Como respuesta a nuestras oraciones y a lo que hemos sido testigos, debemos acrecentar el amor al prójimo en forma de solidaridad cristiana, la cual por supuesto significa mucho más que solamente solidarizarse con otros cristianos. La solidaridad cristiana debe fundamentarse en el amor que es interreligioso y, sobre todo, mostrar compasión humana, apoyar y acoger a todos los afectados.
Cada año la congregación, de la cual yo era miembro en Toronto, Canadá, produce un folleto de reflexiones cortas de Cuaresma escritas por miembros de la misma. El tema este año fue “Pan para la travesía”. Me pidieron que escribiera una reflexión para el domingo de Pascua y, a la luz de la situación descrita anteriormente, permítanme compartirlo con ustedes:
“… el que cree, tiene vida eterna. Yo soy el Pan de Vida.” Juan 6:47-48
La mañana de Pascua choca con todos nuestros conflictos y sufrimientos, preocupaciones y miedos, rutinas y modelos a seguir, insensibilidad y el confort del “todo sigue igual” insistiendo en que la Vida es más fuerte que la Muerte; que este viaje—el personal, el familiar, el que hacemos como congregación, el que realizamos como comunidad—este viaje que todos realizamos es, en todos sus niveles, sobre la vida. Vida para todos, vida para toda la creación.
La vida como su eje, la vida como su propósito y la vida vivida frente al poder subyugante de las fuerzas, las estructuras y los sistemas que destruyen la vida. La Pascua irrumpe mientras la vida y la dignidad son aplastadas y mientras aquellos que se atreven a levantarse, organizarse y defender el proyecto de vida de Dios son abatidos y crucificados.
La Pascua impone la subversiva idea ante los ojos de todos de que esto continúa—que a pesar de todo—este viaje tiene como propósito dar vida para todos y en abundancia.
Creer y tener fe es elegir y acoger el viaje de vida a sabiendas de que lo estamos haciendo a pesar de las poderosas fuerzas que quieren destruir la vida. Y que además esas fuerzas de la muerte parecen ir ganando terreno día con día.
La ciudad de Éfeso, en donde por primera vez el evangelio de Juan fue escuchado, tenía en casi cada esquina de sus calles una estatua de la diosa Roma —con la inscripción “Roma Eterna”—proclamando que el dominio romano jamás terminaría. En este contexto Juan cambia la frase a “Vida Eterna” refiriéndose a la proclamación de Jesús, más fuerte y más eterna que el proyecto romano de subyugación, destrucción y muerte.
La mañana de Pascua irrumpe proclamando que Jesús ha resucitado frente a todos aquellos que destruyen la vida. Aquel que fue crucificado, humillado, pisoteado y menospreciado está de pie y nos llama a continuar. Jesús, nos dice Juan, es el Pan de Vida. Esto es más que una metáfora sobre los sacramentos y los símbolos o sobre el mensaje de Jesús. Esto es sobre decidir caminar este viaje de vida junto a aquellos que son excluidos, empobrecidos, humillados, destruidos y crucificados por los sistemas y las fuerzas de la muerte. Este viaje de vida es sobre solidarizarse con los pobres, los refugiados, las víctimas del Imperio y con toda la creación. Jesús como el Pan de Vida nos abre a la verdad de que los que nos sostendrá durante el viaje son la solidaridad y justicia.
Chris Ferguson
Secretario General de Comunión Mundial de Iglesias Reformados,
es ministro ordenado en la Iglesia Unida de Canadá, ha servido en Canadá, Costa Rica y en otros países de América Central, así como en Jerusalén, Colombia y en las Naciones Unidas
FUENTE:
http://www.protestante.eu/
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