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Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

martes, 30 de septiembre de 2014

XIII SESIÓN PLENARIA DE LA COMISIÓN MIXTA PARA EL DIÁLOGO TEOLÓGICO ENTRE LA IGLESIA CATÓLICA Y LA IGLESIA ORTODOXA (II)

Ecumenismo teológico y ecumenismo práctico

Prof. Dr. D. Pedro Langa Aguilar, OSA. Teólogo y ecumenista

El copresidente cardenal Kurt Koch agradece al patriarca Teófilo III en el momento de la clausura la acogida y hospitalidad dispensadas a la Comisión Mixta (22/09/2014: Amán)

Durante los últimos años de trabajo sobre la espinosa cuestión del primado, el único texto aprobado por la Comisión, bien es cierto que sin el potente apoyo del Patriarcado ruso, era el de Rávena-2007, donde aparecen definidas las relaciones entre el primado y la conciliaridad o sinodalidad como «recíprocamente interdependientes». Siete años después se ha examinado en Amán lo que, por lo menos en la intención de los redactores, habría debido «ofrecer el marco de referencia para afrontar la cuestión crucial del papel del obispo de Roma en la Iglesia universal». Tenía pocas páginas, la verdad, pero proponía y desarrollaba, no obstante, puntos centrales ya presentes en Rávena. En Amán, además, el tema se acaba de afrontar con carácter puramente teológico, dejados aparte argumentos histórico-patrísticos que en su día llevaron al empantanamiento (debido mayormente a objeciones hechas por los ortodoxos) en la discusión del texto de trabajo propuesto en las anteriores reuniones de Chipre (2009) y Viena (2010). Quiere todo esto decir que ahora se ha ido al fundamento teológico, esto es, a la luz de la Trinidad misma, donde la unidad de la naturaleza divina es común a tres Personas. Rávena indicaba, citando a San Basilio, que en la Iglesia la conciliaridad «refleja el misterio trinitario y tiene su último fundamento en tal misterio». 

Amán, en cambio, se ha propuesto verificar una vez más lo que Chipre y Viene hicieron ya en su día, esto es: si existe consenso de fondo por lo menos en cuanto a los términos teológicos delineados en Rávena, o si es preciso trabajar sin prisa sobre los «preliminares», a la espera de que lleguen tiempos mejores (de mayor madurez) que permitan dar con un punto de entendimiento entre católicos y ortodoxos. El resultado, está claro de tanto seguir oscuro, nos lleva por la cansina ruta de nuevas dilaciones. O sea, dar largas al asunto. 

En la Declaración conjunta suscrita en Jerusalén el pasado 25 de mayo, Francisco y Bartolomé I confirmaron su absoluto apoyo al instrumento de la Comisión teológica mixta e indicaron que era «sustancial» el progreso hacia la unidad llevado a cabo gracias a un diálogo que «no busca un mínimo común denominador teológico sobre el que llegar a un compromiso, sino que se basa, más bien, en la profundización de toda la verdad completa, que Cristo donó a su Iglesia». Al mismo tiempo, por supuesto, nadie oculta las resistencias de los ortodoxos: algunas van insinuadas en mi entrega anterior. Pero vale la pena recordarlas y matizarlas en esta segunda. 

Sin ir más lejos, el texto sinodal de la Iglesia ortodoxa rusa (25/12/2013) leído en Amán por Hilarión insistiendo, al hacerlo, en la propia contrariedad frente al documento de Rávena y contra cualquier hipótesis que reconozca al obispo de Roma un primado que no sea solamente «honorífico». Tenemos a la vista el talón de Aquiles: o sea, que todos los ortodoxos lo suscriban, o, por contra, que alguien acabe desmarcándose. A uno se le alcanza que la posibilidad de establecer una línea común, con efectos incluso a nivel ecuménico, radica, hoy por hoy, en el Santo y Gran Concilio panortodoxo convocado por Bartolomé I para 2016. Al fin podremos saber si en la Ortodoxia reina de verdad la unidad, o tenemos a la vista quizás pequeños dominios de taifas. Más aún: si prevalecen quienes tienden a la clausura identitaria y nacionalista (que parecen dominar en muchas Iglesias del Este de Europa: Moscú a la cabeza) o quienes prefieren un enfoque capaz de aprovechar las originales características ecuménicas y pastorales de Francisco (línea del metropolita Zizioulas). Hasta entonces, cualquier acuerdo podría quedarse en agua de borrajas y no ir más allá de un canto a la luna. En 2016, por otra parte, sabremos qué prevalece: si lo que determine el Santo y Gran Concilio panortodoxo, o la Iglesia ortodoxa rusa, amparada en su abultada demografía, se atreve a imponer su Sínodo del 25 de diciembre de 2013 al mismísimo Santo y Gran Concilio de la Ortodoxia. Estos eventuales desencuentros doctrinales chirrían todavía más analizados a la luz de cuanto rodeó a la XIII sesión plenaria e Amán. Y a ello vengo: 

En países del Oriente Medio, incluidos los fronterizos con Jordania, católicos y ortodoxos han vivido lo que Francisco llama «el ecumenismo de la sangre» en situaciones de persecución, cuando «los que asesinan a los cristianos no te piden el documento de identidad ni en qué Iglesia fuiste bautizado». ¡Qué atroz! Cierto es que «los ortodoxos, lo dejó dicho Bartolomé I en «Avvenire» el 26/04/2014, «no perciben ahora en la institución papal ningún rasgo de prepotencia, esa que en el pasado había obstaculizado las relaciones entre los católicos y los ortodoxos. Por tanto, el ejemplo de Francisco plantea en términos nuevos todo el camino del diálogo ecuménico». Es verdad. Pero, con todo y con eso, no nos hagamos ilusiones, porque los inmediatos predecesores de Francisco dudo mucho que hayan exhibido prepotencia alguna capaz de obstaculizar la marcha del diálogo, al cual, por cierto, Pablo VI elevaba, 50 años hace ahora, un espléndido monumento con su magnífica encíclica Ecclesiam suam. Habrá, pues, que esperar, insisto, a 2016 para saber si esta percepción se ha difundido y tiene consecuencias directas en el diálogo teológico sobre el primado. Mientras tanto, en el Vaticano se percibe con optimismo que haya sido el patriarca de Jerusalén (uno de los más duros con la Iglesia católica) en recibir y albergar a los miembros de la Comisión. 

La Comisión sacó adelante sus trabajos en Amán mostrándose cercana a las situaciones de sufrimiento y persecución que hoy padecen numerosas comunidades cristianas del Oriente Medio. El contacto con el difícil día a día de los cristianos en esa zona resultó indudablemente una fuente de saludable inspiración para «compartir» in situ los verdaderos sufrimientos del Pueblo de Dios. Esta vez, en suma, el camino hacia la unidad pasó por la diagonal de Oriente Medio y parece que de modo fructuoso si contemplamos las cosas desde esta perspectiva. Para subrayar su solidaridad con los pueblos que sufren en esta zona, los copresidentes tuvieron la buena idea de visitar un centro de refugiados en Amán, donde pudieron vivir en primera persona las necesidades urgentes de los refugiados. 

La Comisión, por otra parte, no dejó de expresar en el comunicado final su profunda preocupación y solidaridad con los cristianos y miembros de otras tradiciones religiosas de toda la región hoy perseguidos, desplazados y asesinados. Rechazó, faltaría más, que tan horrendos crímenes puedan justificarse en nombre de Dios o de la religión, y expresó su profunda gratitud a cuantos ayudan a los millones de refugiados y personas desplazadas. Agradeció la ejemplar labor al respecto del rey Abdalá II de Jordania y suplicó a los jefes religiosos de las zonas en conflicto que sigan ayudando a sus fieles y manteniendo viva en ellos la perspectiva del regreso a sus hogares y a sus tierras, manteniendo así la presencia constante del cristianismo en el sufrido y desorientado Oriente Medio. 

Ni que decir tiene que también renovó su llamamiento por la liberación de los metropolitas Pablo de Alepo (Patriarcado de Antioquía), Mar Gregorios Yohanna Ibrahim (de la Iglesia siria) y Boulos Yazi (de la Iglesia ortodoxa griega) y de todos los sacerdotes y religiosos secuestrados. Y en cuanto al príncipe jordano Ghazi, supo acercar el lunes 22 un saludo del rey Abdalá II de Jordania y expresar su interés personal por el progreso del diálogo, agregando que un diálogo espiritual, intelectual o teológico no debe interrumpirse por una crisis. La clausura de la sesión plenaria contó con la visita del patriarca Teófilo III y de un miembro, pues, de la dinastía reinante del Reino de Jordania, consejero de Abdalá II para cuestiones religiosas. En nombre de los miembros del diálogo teológico ortodoxo-católico los copresidentes agradecieron a Su Alteza, y, en su persona, al rey de Jordania, su ayuda y hospitalidad. Pese a los matices antedichos, digamos que un espíritu amistoso y de confiada y saludable colaboración presidió la XIII sesión de la Comisión Mixta en Amán. Los miembros de esta supieron apreciar el generoso hospedaje de la Iglesia anfitriona y no dejaron de encomendar los frutos del diálogo a las oraciones de los fieles. 

Como la índole de tales encuentros permite intercambiar saludos y contrastar puntos de vista entre miembros de las delegaciones, el metropolita Hilarión de Volokolamsk y el cardenal Leonardo Sandri aprovecharon un espacio libre del 19 de septiembre para dialogar sobre cuestiones bilaterales: asistieron a la cita el sacerdote Jacinto Destivelle, del PCPUC, y el sacerdote Alexis Dikarev, del Secretariado del DREE. En el coloquio privado abordaron la tensión que entre ortodoxos y greco-católicos han provocado los últimos acontecimientos de Ucrania. El metropolita Hilarión presentó al respecto el punto de vista de la Iglesia ortodoxa rusa. Y el cardenal Sandri, por su parte, se dijo dispuesto a contribuir para que se encuentre una solución a los problemas entre ambas Iglesias. 

Ecumenismo doctrinal, en fin, y, a la vez, ecumenismo práctico. Uno y otro. El decreto Unitatis redintegratio los contempla interdependientes y complementarios. Ortodoxos y católicos, por eso, más unidos esta vez, si cabe, por el martirio, las persecuciones, las guerras y el terrorismo. Por último, y pese a las reticencias señaladas, Iglesias sensibles a la Unidad, apostando fuerte por el diálogo y haciéndose una sola voz ante las instancias internacionales. Ni pequeña ni poca herencia, pues, la de esta XIII sesión plenaria de la Comisión mixta internacional entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa en Amán. Y de lo pequeño, no se olvide, acaba saliendo lo grande.

El cardenal Leonardo Sandri y el metropolita Hilarión de Volokolamsk en el encuentro que mantuvieron para afrontar los problemas de Ucrania (19/09/2014; Amán)

Prof. Dr. Pedro Langa Aguilar, OSA 
Teólogo y Ecumenista 
30 / 09 / 2014


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