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Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

sábado, 25 de junio de 2011

ECUMENISMO HOY

El objetivo principal del ecumenismo es conseguir que los cristianos de las diferentes denominaciones recuperemos la unidad que Cristo quiso para su Iglesia cuando oraba al Padre diciéndole: “Que todos sean uno, como tu, Padre, estás conmigo y yo contigo; que también ellos estén con nosotros, para que el mundo crea que Tú me enviaste” (Juan 17, 21). Para lograrlo, se trabaja a dos niveles: en el campo doctrinal, buscando recuperar el sentido de la Palabra de Dios en su verdad profunda, y, en el campo social, colaborando en proyectos comunes de promoción y de caridad. Pablo VI consideraba el ecumenismo como “la empresa más misteriosa e importante de su ministerio pontifical”. Y Juan Pablo II, al visitar al Patriarca de Constantinopla el 30 de noviembre de 1979, exclamó: “¿Cómo podemos permanecer todavía separados?”.

Desde hace años se celebra en enero la “Semana de oración por la unidad”, pues la oración de la gente común por la unidad tiene tanta importancia como los debates de los teólogos (P. Couturier).

Es que la unidad auténtica no es fruto estratégico de ningún voluntarismo más o menos político o clerical. Es fruto, ante todo, de la acción del Espíritu Santo sobre nosotros y de nuestra docilidad libre e inteligente a sus dones. En este campo, lo que queda por hacer es enorme, pero los avances de los últimos 40 años han sido también notables, de manera que podemos ser optimistas creyendo que seguimos avanzando en la buena dirección, aunque no sea siempre a gran velocidad, como deseaban aquellos precursores que fueron Congar, Béa y Willebrands, por citar solo a algunos católicos.

Además no es solo cuestión de aproximar instituciones; aunque esto pueda parecernos lo más importante, lo institucional es siempre secundario respecto de la vida teologal propia de la espiritualidad cristiana y esta consistirá siempre en vida de fe, esperanza y caridad. A ese dinamismo hay que retornar mediante una profundización del significado de las Sagradas Escrituras y de la Vida de Jesús, nuestro Maestro, desposado con una sola Esposa, que es la Iglesia. Esta Iglesia vive grandes desafíos en el mundo actual porque, por un lado, se le acusa (a veces con justa razón) de sostener esquemas obsoletos propios del pasado de los que debería desprenderse cuanto antes, y, por otro lado, predica una fe y una esperanza a contrapelo del mundo pagano y materialista en el que navegamos con gran peligro de zozobrar.

Sin embargo, sigue siendo verdad que “es la precariedad de la obra lo que pone al artista en una posición heroica” (Georges Braque). Aquí está, para mí, una gran clave y motivación para perseverar en lo arduo del ideal y del apostolado cristiano. Estamos (todos los cristianos y no solo los católicos) al servicio de quien es más grande que nosotros y por cuya grandeza y en cuyo testimonio deberíamos estar dispuestos a morir. Antaño se daba el testimonio de la fe en la debilidad de la carne ante las fieras, y hoy brindamos el mismo homenaje de aquella misma fe, en la debilidad de unas instituciones eclesiales que ante la gran Historia solo son justificables por la utopía (infinitamente superior a cualquier ideología) que encierran y que, como cristianos de las distintas confesiones, sabemos que se hizo carne en la persona del Señor Jesús.

Por Roberto Fernández. Quito. Ecuador

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