"Señor, enséñanos a orar"
1 Una vez estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando terminó de orar, uno de los discípulos le dijo:
— Señor, enséñanos a orar, al igual que Juan enseñaba a sus discípulos.
2 Jesús les dijo:
— Cuando oréis, decid:
Padre, santificado sea tu nombre.
Venga tu reino.
3 Danos cada día el pan que necesitamos.
4 Perdónanos nuestros pecados,
como también nosotros perdonamos
a quienes nos hacen mal.
Y no permitas que nos apartemos de ti.
5 Luego les dijo:
— Suponed que uno de vosotros va a medianoche a casa de un amigo y le dice: “Amigo, préstame tres panes, 6 porque otro amigo mío que está de viaje acaba de llegar a mi casa, y no tengo nada que ofrecerle”. 7 Suponed también que el otro, desde dentro, contesta: “Por favor, no me molestes ahora. Ya tengo la puerta cerrada y mis hijos y yo estamos acostados. ¡Cómo me voy a levantar para dártelos!”. 8 Pues bien, os digo que, aunque no se levante a darle los panes por razón de su amistad, al menos para evitar que lo siga molestando, se levantará y le dará todo lo que necesite. 9 Por eso os digo: Pedid y Dios os atenderá, buscad y encontraréis; llamad y Dios os abrirá la puerta. 10 Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, encuentra, y al que llama, Dios le abrirá la puerta. 11 ¿Qué padre entre vosotros, si su hijo le pide pescado, le dará una serpiente? 12 ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? 13 Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuanto más el Padre que está en el cielo dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?
Versión BTI (Biblia de Traducción Internacional)
Comentario
por Tomás González
Este pasaje es, en cierto modo, desconcertante por su sencillez en cuanto a la forma. Siendo un pasaje tan importante, se nos presenta escueto, despojado de adornos, incluso retóricos. Jesús orando en cierto lugar. No se nos dice más. Parece que Jesús oraba en cualquier lugar. Todo el mundo es obra de su Padre, todo lugar es santuario para encontrarse con él, para él no hay lugares sagrados donde encontrarse con Dios y lugares profanos donde Dios no está. Eso lo hemos inventado los hombres, ignoro con qué propósito, si no es el de reservarnos para nosotros la parte mayor, restringiendo para Dios algunos cotos restringidos.
Pero bueno, lo esencial es que se nos dice que Jesús oraba. En cualquier momento y lugar.
Un discípulo que le ve también quiere entrar en ese trato con aquel a quien oraba Jesús. Parece que Juan había enseñado a sus discípulos a orar. Tampoco sabemos cómo. Como todo buen israelita, recitarían y cantarían salmos, en la sinagoga, en las subidas a Jerusalén, en los retornos. En la celebración de la pascua y en muchas ocasiones.
Pero eso no llamaba la atención de ningún practicante israelita. La manera de orar de Jesús debía ser más personal, más original. Se nos dice en otros lugares que se retiraba solo para orar. Buscaba una cierta intimidad.
Jesús nada dice de las condiciones para orar. Las da por supuestas.
Cuando oréis, decid: “Padre”. Así, con toda osadía, con la confianza del hijo. Como Isaac a su Padre Abrahán camino del sacrificio. “Padre”.
Pero llamar Padre a Dios, sólo Jesús lo puede hacer con todo derecho, sólo él. Dice un padre de la Iglesia, o sea un cristiano antiguo que cuando un cristiano se para a rezar el Padrenuestro, el cielo y la tierra retienen la respiración ante tamaña osadía. Algo así nos enseña la Iglesia cuando introduce la oración del Pater en la Eucaristía: “Fieles a recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir”. Porque es un atrevimiento, algo inaudito. Llamar a Dios Padre, así de tú a tú.
Menos mal que es mandato de Jesús. Pero eso quiere decir que Jesús nos introduce en su intimidad, nos hace de su “cámara y privanza” como decía Santa Teresa de Ávila. Para poder rezar con él necesitamos esa cercanía, esa confianza, esa intimidad que sólo él nos puede regalar. ¿La deseamos? ¿La pedimos con insistencia, con interés, como algo precioso?
AUTOR:
P. Tomás Gonzáles A.A.
FUENTE:
https://buenanueva.es/
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