martes, 7 de mayo de 2019

LO QUE DICEN LAS RELIGIONES: EL SUFRIMIENTO

SUFRIMIENTO
Hecho de sufrir o padecer dolor físico o moral.

Lo que dicen las religiones
EL SUFRIMIENTO

por José Luis Vázquez Borau



El sufrimiento va más allá de la enfermedad, pues existe el sufrimiento físico y el espiritual. Además del sufrimiento individual, está el sufrimiento colectivo, que se da debido a los errores y transgresiones de los humanos, en especial en las guerras. Hay tiempos en que este sufrimiento colectivo aumenta. El sufrimiento tiene un sujeto y es la persona quien lo sufre. Sin embargo, no permanece encerrado en ella, sino que genera solidaridad con las demás personas que también sufren; ya que solamente tiene conciencia de esto la persona. El sufrimiento entraña así solidaridad. Es difícil precisar la causa del sufrimiento, o del mal que va junto al sufrimiento. Muchas veces la persona se lo pregunta a Dios y con frecuencia reniega de él al no encontrar la causa del mismo. 

1. El sufrimiento en el animismo 

En la religión africana tradicional, el sufrimiento lo provocan los espíritus o los ancestros que se han ofendido por los delitos cometidos contra la vida u otras faltas morales, como el robo, la esclavitud, etc. La solución al dolor será primero identificar el espíritu al que se ha ofendido y luego ofrecerle sacrificios. 

Para las creencias animistas detrás de cada realidad hay un espíritu o una fuerza espiritual y considera que detrás de los acontecimientos existe un significado espiritual. Es la convicción de que las fuerzas que ni se comprenden ni se pueden dominar, están regidas por "espíritus" dotados de pasiones y de voluntad. La cosmovisión animista no hace ninguna distinción entre el mundo observado, o físico, como el no observado, o espiritual; lo que ocurre en una dimensión afecta a la otra. El mundo visible o físico consiste en lo que podemos ver, sentir y experimentar. Incluye las fuerzas de la naturaleza y los seres físicos. En el mundo visible, la tierra juega un papel destacado porque es considerada como una entidad viva, y suele ser adorada como la Madre Tierra. Se considera que la naturaleza está viva. Además del Ser supremo que premia y castiga existen los dioses menores que median entre el hombre y el Ser Supremo, pero primero se les debe rendir homenaje. Los dioses poseen poderes específicos que están localizados en una zona geográfica. Los dioses habitan lugares como ríos, montañas, bosques, océanos, etc. Algunos dioses ejercen poder sobre asuntos humanos (negocios, matrimonio, muerte, etc.), otros ejercen poderes sobre la naturaleza (tormentas, lluvia, etc.). Los lugares o las personas donde está concentrada la fuerza vital están protegidos. Existen muchos tabúes, y el violarlos puede producir la maldición de una comunidad, que tiene que ser liberada mediante sacrificios. Hay lugares de adoración sagrados para tener comunión con el mundo espiritual. El ritual de adoración incluye el sacrificio de animales o plantas a las deidades. Los chamanes son los encargados de realizan los ritos sagrados para protegerse del mal causante del sufrimiento. 

2. El sufrimiento en el hinduismo 

Para el hinduismo, la causa del sufrimiento es el karma, que se origina como consecuencia de las acciones malas que se han cometido en la vida presente o en anteriores vidas. La ley del karma afirma que nuestros actos y hasta nuestras intenciones escriben nuestra vida futura y esta ley nunca se cambia. Pero podemos actuar sobre nuestras intenciones y sobre cada uno de nuestros actos, afectando a nuestro futuro, lo que hace que esta ley no sea tan fatalista como parece a primera vista. Por otro lado, esta ley tiene una esperanza ya que, para los hindúes, al final de las reencarnaciones se obtiene la liberación del ciclo del nacimiento, muerte y reencarnación. Se consigue la moksa, palabra sánscrita que significa liberación, cuando la virtud, el conocimiento y el amor de Dios eliminan todo el peso del karma, que exige que el yo vuelva a nacer. 

3. El sufrimiento en el budismo 

Para liberarse del sufrimiento el budismo propone "las cuatro nobles verdades": 
1) La primera noble verdad es constatar que toda existencia es sufrimiento. 
2) La segunda noble verdad es concienciarse de que la causa del sufrimiento es la pasión-ansiedad egoísta. 
3) La tercera noble verdad afirma que existe la curación y esta se da si nos liberamos de la causa que produce el sufrimiento, que puede superarse a partir del momento en el que se encuentra su causa. Y sólo el nirvana puede eliminar la causa, ya en esta vida y de una manera plena en el futuro. 
4) La cuarta noble verdad nos dice que una vez determinado el origen o la causa del sufrimiento, podremos comenzar caminar hacia el nirvana a través del sendero de "la óctuple rectitud": de visión, de pensamiento, de palabra, de acción, de vida, de esfuerzo, de atención, y de meditación. 

4. El sufrimiento en el taoísmo 

El taoísmo coincide con el budismo en considerar a los deseos como causa de la infelicidad o el sufrimiento del ser humano. Como la multiplicación de los deseos es inagotable, de ello proviene la pérdida de la paz interior. En ambos casos, la renuncia y el contento es la vía por excelencia para liberarse del sufrimiento: “Libre de deseos, conocerás el misterio (Tao). Esclavo de los deseos, solo verás lo manifestado”. Liberarse de los deseos no solo es el requisito fundamental para ser uno con el Tao, sino para llevar una vida en paz: 

“No hay peor desgracia que dejarse arrastrar por los deseos. No existe mal mayor que estar insatisfecho. No hay daño mayor que ser codicioso.” 
(Lin An define así “el camino de la felicidad”) 

La gran mayoría de las personas qué se sienten mal es debido a que usan las cosas para deleitar su corazón, en lugar de utilizar su corazón para disfrutar de las cosas. Saberse contentar con lo que uno tiene corresponde a conformarse con la voluntad del cielo. En cambio, la identificación con los cambios causa un estado de desasosiego permanente. 

5. El sufrimiento en el judaísmo 

En el libro de Job y en algunos otros libros del Antiguo Testamento, la respuesta ante el sufrimiento es que la causa del mal que lo provoca está en la transgresión del orden natural creado por Dios. Sufrimiento y desorden serían lo mismo, o al menos se piensa que el sufrimiento es causado por el desorden. Este es el pensamiento de los amigos de Job. Sin embargo, Dios desmonta estos argumentos aprobando la inocencia de Job; su sufrimiento es un misterio: no todo sufrimiento viene por transgresión; el sufrimiento de 

Job es una prueba de su justicia. Es un preanuncio de la pasión del Señor Jesús. Más aún, se afirma que el sufrimiento es una pena infligida para corregirse, esto es, para que del mal se siga un bien, para la conversión, para la reconstrucción del bien. 

6. El sufrimiento en el islamismo 

En el islamismo, el sufrimiento se origina por la oposición a la palabra de Dios. Dios es quien puede remediar el dolor. En la corriente "chiita" se afirma la solución por una compensación; según esta corriente existió un redentor, de nombre Al Hallj, que murió crucificado en Bagdad en el año 922. 

El Corán da el ejemplo de un navío: cuando el barco navega sin problemas, los ocupantes no recuerdan a Dios, pero cuando el viento amenaza con volcar el barco, de repente los ocupantes comienzan a rezarle sinceramente a Dios. El Corán dice: “Vuestro Señor es Quien impulsa las naves en el mar para que con ellas podáis procurar Su favor [vuestro sustento]. Él es Misericordioso con vosotros. Y cuando os alcanza una desgracia en el mar os dais cuenta de que cuanto invocabais fuera de Dios no puede salvaros, y que sólo Dios es Quien puede hacerlo. Pero cuando os salva llevándoos a tierra firme, os alejáis de Él, pues el ser humano es ingrato”. (Corán 17:66-67) El sufrimiento no necesariamente es algo malo, y la prosperidad no necesariamente es algo bueno. Dios dice en el Corán: “Es posible que detestéis algo y sea un bien para vosotros, y que améis algo y sea un mal para vosotros. Dios sabe y vosotros no sabéis”. (Corán 2:216)

7. El sufrimiento en el cristianismo 

El sufrimiento consiste en la experiencia de la privación del bien. La privación del bien es el mal. La causa del sufrimiento es así un mal; por tanto, sufrimiento y mal no se identifican. Con respecto al mal, este es privación, no tiene en sí entidad positiva y así no puede tener causa o principio positivos; su origen es una mera privación. Hay tantos males cuantas carencias; genera dolor, tristeza, abatimiento, desilusión, y hasta desesperación, según la intensidad del mal; existe en dispersión, pero a la vez entraña solidaridad. Jesús de Nazaret, el Cristo, se acercó sobre todo al mundo del sufrimiento humano por el hecho de haber asumido este sufrimiento en sí mismo. Durante su actividad pública probó no sólo la fatiga, la falta de una casa, la incomprensión incluso por parte de los más cercanos; pero sobre todo fue rodeado cada vez más herméticamente por un círculo de hostilidad y se hicieron cada vez más palpables los preparativos para quitarlo de entre los vivos. Cristo era consciente de esto y muchas veces hablaba a sus discípulos de los sufrimientos y de la muerte que le esperaba. Cristo, en su vida mortal suprime con los milagros el dolor, asume el dolor de todos y conscientemente lo padece en su cruz. Cristo va hacia su pasión y muerte con toda la conciencia de la misión que ha de realizar de este modo. Precisamente por medio de este sufrimiento toca las raíces del mal, plantadas en la historia del hombre y en las almas humanas.

Precisamente por medio de su cruz debe cumple la obra de la salvación. Con la cruz vence al pecado, y con su resurrección la muerte (Jn 3,16). Siguiendo el pensamiento de Teilhard de Chardin, el mal, bajo todas sus formas, es inevitable en el curso de una creación que se desarrolla en el Tiempo. Pero la acción creadora de Dios se ejerce en proporción a lo que nosotros percibimos de la evolución del Universo. El acontecimiento crístico de la Encarnación nos dice que este mal, en apariencia inevitable, como la muerte que a él va ligada, no tiene la última palabra. Somos liberados por la fuerza liberadora de Dios creador, plenamente actuante en la resurrección de Cristo, que no se manifiesta más que a medida que evoluciona el mundo y el universo. Al menos así es percibido desde el corazón y hasta en las sombras de la fe. Las últimas líneas de Cómo yo Creo, de Teilhard son significativas: No, Dios no se esconde, estoy seguro, para que nosotros le busquemos – como igualmente no nos deja sufrir para aumentar nuestros méritos-. Bien al contrario, inclinado sobre la creación que asciende a Él, trabaja con todas sus fuerzas para santificarla e iluminarla.

Como una madre Él vigila su recién nacido, pero mis ojos no saben todavía percibirlo. ¿No hace falta aún que pasen muchos siglos para que nuestra mirada se abra a la luz? Nuestras dudas, como nuestros males, son el precio y la condición, incluso, de un final universal. Acepto en estas condiciones caminar hasta el final por un camino en el que voy cada vez más seguro, hacia horizontes cada vez más y más difuminados en la niebla. Así es como yo creo. En El Medio Místico, escribe estas sinceras líneas emocionantes, evocando, y además experimentando la experiencia espiritual y enfrentando a la consistencia del mal, la consistencia de Dios: La flor que tenía se ha marchitado entre mis manos… Un muro se ha levantado ante mí alrededor del paseo… La frontera ha aparecido entre los árboles del bosque que yo pensaba sin fin… Una llama de fuego ha consumido la hoja que albergaba mi pensamiento… La prueba ha llegado… Y yo no he estado nunca tan triste. ¿Por qué Señor? Pues porque en este fracaso de los soportes inmediatos que yo intentaba dar a mi vida, he experimentado de una forma única que no descansaré más que sobre vuestra propia consistencia. En Cristo se revela el enigma del dolor y de la muerte. Sólo en el amor se puede encontrar la respuesta salvífica del dolor.

FUENTE:
REVISTA HOREB EKUMENE
ISSN 2605 - 3691 - Mayo 2019- Año II - Nº 9
Comunidad Ecuménica Horeb Carlos de Foucauld



2 comentarios:

  1. Muy interesante el artículo
    Gracias por su publicación
    Nacho

    ResponderEliminar
  2. No nos gusta el sufrimiento, Solo vivimos por y para la felicidad, a veces no queremos ni mirarlo, apartamos la vista y nos olvidamos de quien sufre

    ResponderEliminar