Celebrar la fe: claves ecuménicas para una espiritualidad compartida
por Juan G. Biedma
CLAVES:
- Este trabajo pretende ofrecer una reflexión accesible y teológicamente fundamentada sobre la dimensión celebrativa de la fe cristiana, considerando su potencial integrador en clave ecuménica. He procurado abordar el tema desde un enfoque orante, integrador (koinonía) y respetuoso con la diversidad de tradiciones, subrayando especialmente las posibilidades que ofrece una espiritualidad de la unidad en el marco de nuestras confesiones distintas, pero a la postre hermanas. El texto desarrolla cuestiones como el sentido de la liturgia común, la espiritualidad de los mártires, el lenguaje de la memoria y la posibilidad de compartir signos y tiempos litúrgicos. Está pensado como contribución para el diálogo pastoral, bíblico y celebrativo entre cristianos que, sin negar nuestras diferencias, deseamos caminar juntos al encuentro del Señor.
- El presente trabajo propone un calendario litúrgico ecuménico centrado en las fiestas cristianas compartidas (Pascua, Pentecostés, Navidad, Epifanía, Ascensión, Trinidad, Transfiguración, Todos los Santos, conversión de Pablo y san Pedro y san Pablo) y nuevas jornadas con fuerte carga simbólica (por la paz, dignidad, creación, memoria). Parte de una base teológico–antropológica que considera la fiesta como actualización del misterio de Cristo en la comunidad, como «tiempo de gracia» y catalizador cultural e identidad colectiva.
- A partir de un análisis comparativo histórico–teológico, examina el origen, evolución y práctica litúrgica de cada fiesta en varias tradiciones (católica, ortodoxa, anglicana, luterana, reformada, evangélica), evaluando su pertinencia para un calendario común. Además, se documenta la integración de testigos del Evangelio martirizados en España y América Latina (siglos XX y XXI) —pastores y laicos de diversas confesiones—, como expresión de unidad espiritual en contextos de persecución ideológica.
- Finalmente, plantea la institucionalización del calendario propuesto, mediante comisiones ecuménicas globales y locales, sugiriendo formato litúrgico (liturgia de la Palabra, letanías, signos simbólicos, compromiso) para celebrar juntos. El objetivo es promover una unidad visible y acción misionera común, sin homogeneizar tradiciones, sino reconociendo la «diversidad reconciliada» como don del Espíritu y herramienta de testimonio cristiano en el mundo actual.
I. INTRODUCCIÓN
1. La fiesta cristiana: espacio de revelación, comunión y memoria
Las fiestas litúrgicas, lejos de constituir meras efemérides religiosas o celebraciones rituales periódicas, son, desde la perspectiva cristiana, espacios teológicos densos, donde el misterio de Dios se celebra, se actualiza y se comunica sacramentalmente al pueblo creyente. En ellas, la Iglesia no solo recuerda, sino que proclama y vive sacramentalmente la historia de la salvación, anclada en el acontecimiento pascual de Jesucristo, muerto y resucitado, y dinamizada por la acción continua del Espíritu Santo.
El tiempo cristiano —santificado por las fiestas— se convierte así en tiempo de gracia, kairos redentor que estructura la vida del creyente y de la comunidad.
2. Naturaleza teológica de la fiesta cristiana
Toda fiesta cristiana es una actualización del misterio de Cristo. No celebra un hecho pasado con nostalgia, ni proyecta una utopía hacia el futuro, sino que hace presente aquí y ahora la acción salvífica de Dios. Como enseñó el Vaticano II: «El año litúrgico, al conmemorar los misterios de la redención, abre a los fieles las riquezas de las obras y méritos de Cristo, de tal modo que estos se hacen como presentes en todo tiempo» (SC, n. 102).
Por tanto, cada solemnidad, memoria o ciclo litúrgico no es solo un acto de culto, sino una proclamación teológica, una catequesis simbólica y una experiencia comunitaria de fe. En este sentido, la liturgia de las fiestas es el locus privilegiado donde la Iglesia confiesa, vive y transmite su fe.
3. Valor antropológico, cultural y eclesial de las fiestas
Desde el punto de vista antropológico, la fiesta es un fenómeno estructural en la vida humana. Marca el tiempo, establece referencias colectivas, crea identidades compartidas y permite a las comunidades renovar sus vínculos fundacionales. No existe religión sin fiesta, ni pueblo sin calendarios. El cristianismo no ha sido ajeno a esta dinámica, sino que la ha elevado, dotándola de un contenido salvífico. Como afirmara Mircea Eliade, la fiesta religiosa es siempre «reactualización de un tiempo sagrado».
Culturalmente, las fiestas cristianas han modelado el calendario civil de muchas sociedades, han nutrido la literatura, la música, el arte y las formas de sociabilidad. Desde la Navidad hasta la Pascua, desde la Epifanía hasta Pentecostés, el ciclo festivo cristiano ha sido fuente inagotable de inspiración, cohesión y transformación cultural.
En el plano eclesial, las fiestas son memoria eclesiológica: permiten a la Iglesia reconocerse a sí misma en la luz de los misterios que celebra. Son expresión de su identidad profunda y, al mismo tiempo, vehículo privilegiado de su misión en el mundo. Por eso, el calendario litúrgico no es accesorio, sino estructura teologal de la vida eclesial.
4. La necesidad de un calendario ecuménico significativo
En el contexto de las divisiones entre las Iglesias, el calendario litúrgico puede ser tanto un signo de fractura como una llave hacia la reconciliación. Las diferencias en la fecha de Pascua, las solemnidades propias de cada tradición, o las divergencias en la manera de celebrar los mismos misterios, han sido históricamente elementos de separación. Sin embargo, en las últimas décadas, se ha reconocido que las fiestas compartidas —como la Resurrección del Señor, la Natividad, Pentecostés o la conmemoración de los apóstoles— constituyen una plataforma ecuménica de comunión espiritual.
El Consejo Mundial de Iglesias (CMI), el Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos (DPUC), así como numerosos diálogos bilaterales y multilaterales, han subrayado la importancia de promover una mayor armonía litúrgica entre las iglesias. Celebrar juntos lo que ya compartimos —sin forzar la uniformidad, pero reconociendo la convergencia— es un paso fundamental hacia la unidad visible. Un calendario ecuménico, flexible pero significativo, puede ser instrumento de diálogo, memoria común y profecía de reconciliación.
5. Objetivo y metodología del trabajo
Este estudio tiene por finalidad ofrecer una propuesta coherente y teológicamente fundamentada de calendario ecuménico, basada en aquellas fiestas que ya son compartidas por la mayoría de las confesiones cristianas trinitarias, así como en jornadas contemporáneas que expresan valores comunes, como la paz, la justicia, la dignidad humana o el cuidado de la creación.
La metodología que seguir es histórico–teológica y comparativa. Se parte del análisis del origen, sentido litúrgico y evolución de cada fiesta o jornada, atendiendo a su presencia en las distintas tradiciones (católica, ortodoxa, anglicana, luterana, reformada y evangélica). A continuación, se examina su posible o real significado ecuménico, con base en documentos oficiales, praxis litúrgicas y propuestas de diálogo. Finalmente, se articula una propuesta integradora que permita su inclusión en un calendario común simbólicamente denso, pastoralmente útil y espiritualmente fecundo.
Esta introducción prepara así el terreno para recorrer, una por una, las fiestas fundamentales del calendario cristiano, reflexionando no solo sobre su contenido, sino también sobre su capacidad de generar unidad, reconciliación y esperanza en un mundo fragmentado y necesitado de signos visibles de comunión.
II. FUNDAMENTO TEOLÓGICO Y ANTROPOLÓGICO DE LA FIESTA CRISTIANA
1. Fiesta y celebración en la historia de las religiones
La fiesta constituye un elemento fundacional de toda experiencia religiosa. En las culturas tradicionales, la celebración está vinculada a los ritmos naturales —las estaciones, las cosechas, los solsticios— y a los mitos fundadores que articulan la relación del ser humano con lo divino. La fiesta, en su sentido más profundo, restablece el orden originario, reactualiza el contacto con el tiempo sagrado y permite, como dice Eliade, «una salida del tiempo profano hacia el tiempo mítico de los orígenes» 1.
La fiesta religiosa no es, pues, simple evasión ni ornamentación de lo cotidiano. Es una forma de existencia comunitaria donde el grupo humano se reconcilia con el cosmos, con la divinidad y consigo mismo. En ella se suspenden las estructuras ordinarias del tiempo, y se ingresa en un ámbito donde el misterio se manifiesta de manera simbólica, corporal y ritual.
Esta dimensión aparece también en las Escrituras: el calendario judío estaba estructurado por fiestas anuales (Pascua, Pentecostés, Tabernáculos) que no eran solo conmemoraciones históricas, sino celebraciones memoriales (zikkarôn) que hacían presente la acción salvadora de Dios. El cristianismo, en continuidad con esta tradición, asumirá esta visión sacramental del tiempo. «Toda fiesta sagrada reactualiza un acontecimiento sagrado, el que tuvo lugar en un tiempo mítico, al principio» 2.
2. El tiempo litúrgico como pedagogía del misterio
La liturgia cristiana no solo distribuye celebraciones a lo largo del año: organiza una teología del tiempo, donde cada momento tiene valor salvífico. Desde la encarnación hasta la parusía, el año litúrgico despliega la totalidad del misterio de Cristo en sus diversas etapas. El Catecismo de la Iglesia Católica lo expresa de esta manera: «A lo largo del año litúrgico, la Iglesia celebra todo el Misterio de Cristo, desde la encarnación hasta su retorno glorioso» 3.
El calendario cristiano no es, por tanto, una repetición cíclica sin sentido, sino una progresión espiritual que conduce al creyente a través del nacimiento, la muerte, la resurrección y la glorificación de Cristo. Pascua, como centro, estructura el tiempo cristiano. Las fiestas no están aisladas: componen un itinerario formativo, una catequesis continua que incorpora al creyente en el misterio pascual mediante la participación activa en los sacramentos, la Palabra y la comunidad.
Esta pedagogía del tiempo es también eclesial. Al celebrar los misterios de Cristo en su ciclo anual, la Iglesia renueva su identidad y activa su misión. El tiempo litúrgico forma, transforma y envía: es una escuela espiritual y comunitaria que moldea interiormente a la Iglesia según la lógica del Reino.
3. Las fiestas como lenguaje común de la fe
La fiesta es un lenguaje denso, simbólico, performativo. A través de sus gestos, cantos, signos y textos, expresa la fe de la Iglesia en forma celebrativa y participativa. Como señaló Romano Guardini, «la liturgia no explica, muestra; no enseña, hace vivir; no discute, exulta» 4. En este sentido, la liturgia festiva es una epifanía de la fe eclesial: no solo representa, sino que actúa lo que proclama.
Este carácter performativo de la fiesta tiene un profundo valor formativo: configura al creyente, le hace interiorizar los contenidos de la fe de modo corporal, emocional y comunitario. La fiesta educa sin imponer, informa sin didactismo, transforma sin violencia. Por eso, es también vehículo de transmisión intergeneracional de la identidad cristiana: niños y ancianos, pobres y sabios, participan por igual del misterio celebrado.
En una cultura fragmentada, donde la experiencia religiosa corre el riesgo de reducirse a lo individual y subjetivo, el calendario litúrgico ofrece una gramática compartida de la fe. Las fiestas constituyen un espacio privilegiado de comunión expresiva entre las iglesias, incluso cuando no existe plena unidad sacramental. Allí donde las doctrinas aún dividen, la fiesta puede unir.
4. Dimensión cultural y social de la celebración cristiana
Las fiestas cristianas no han sido únicamente celebraciones internas de una comunidad religiosa. En muchos contextos históricos, han contribuido decisivamente a estructurar el tiempo colectivo, dar forma al imaginario simbólico de los pueblos, y generar tradiciones culturales duraderas. Navidad, Pascua o Pentecostés no son solo solemnidades eclesiales, sino acontecimientos culturales que moldean la vida social.
La fiesta cristiana ha influido en el arte sacro, la música coral, las procesiones, los calendarios escolares y laborales, las ferias populares, el urbanismo litúrgico, la gastronomía e incluso el turismo. Esta capacidad de inculturación convierte a las celebraciones en verdaderos lugares de encuentro entre la fe y la cultura.
Sin embargo, la progresiva secularización ha provocado una pérdida del sentido profundo de muchas fiestas, reducidas a festividades comerciales o vacacionales. En este contexto, recuperar el contenido teológico y espiritual de las fiestas es un imperativo pastoral y ecuménico. Como observó Paul Tillich, «la religión celebra lo que el arte revela» 5: la fiesta, bien entendida, puede ser aún hoy un puente entre lo sagrado y lo humano, entre la Iglesia y el mundo.
III. FIESTAS COMPARTIDAS Y CELEBRACIONES CONVERGENTES
1. Pascua del Señor
Origen histórico
La Pascua es la fiesta más antigua y central del cristianismo. Desde el siglo II, las comunidades cristianas celebraban la Resurrección del Señor como el acontecimiento fundante de la fe.
El concilio de Nicea [325] estableció un criterio común de celebración: el primer domingo después de la luna llena que sigue al equinoccio de primavera.
Significado teológico
La Pascua es el centro de la vida litúrgica. «La Iglesia celebra con la mayor solemnidad la Resurrección de Cristo, fuente de vida para el mundo» 6.
La Iglesia ortodoxa proclama: «La Santa Pascua es la fiesta de las fiestas, la solemnidad de las solemnidades» 7.
Valor ecuménico
Todas las Iglesias cristianas celebran la Pascua. El Documento de Lima afirma que la Eucaristía es «memorial del sacrificio pascual de Cristo» y «celebración de la Resurrección» 8.
En los años en que se celebra el mismo día, es signo de unidad vivida visible. Por eso se discute hoy una posible fecha común fija.
2. Pentecostés
Origen histórico
Celebrada desde los primeros siglos, Pentecostés conmemora la efusión del Espíritu Santo (Hch 2), cincuenta días después de Pascua.
Significado teológico
Pentecostés marca el nacimiento de la Iglesia: «En Pentecostés, la Iglesia se manifestó públicamente ante la multitud y comenzó la difusión del Evangelio» (CIC, n. 731) 9.
La liturgia ortodoxa proclama: «Hoy todas las naciones reciben el fuego divino del Espíritu».
En la Confesión de Augsburgo (1530), los luteranos declaran: «La Iglesia es la congregación de los creyentes donde el Evangelio es predicado y los sacramentos son correctamente administrados» 10.
Valor ecuménico
Es fiesta compartida por todas las confesiones trinitarias. Se celebran vigilias ecuménicas y encuentros interconfesionales, especialmente entre comunidades carismáticas.
3. Navidad del Señor
Origen histórico
Celebrada en Roma desde el siglo IV, el 25 de diciembre fue elegido respuesta cristiana al solsticio de invierno. Las iglesias orientales la celebran el 7 de enero (calendario juliano).
Significado teológico
«En la solemnidad de la Navidad, la Iglesia celebra el nacimiento del Salvador» (Misal Romano, Prefacio I de Navidad) 11.
Los ortodoxos cantan: «Hoy nace de la Virgen el que creó todas las cosas».
El Book of Common Prayer (anglicano) afirma: «Hoy recordamos la Encarnación del Verbo eterno, que habitó entre nosotros lleno de gracia y verdad» 12.
Valor ecuménico
Fiesta compartida universalmente. Su fuerza cultural y espiritual la convierte en ocasión privilegiada de diálogo y solidaridad ecuménica.
4. Epifanía
Origen histórico
En Oriente, la Teofanía celebra el Bautismo de Jesús; en Occidente, la manifestación a los Magos. Ambas tradiciones convergen en la idea de revelación universal de Cristo.
Significado teológico
«Hoy has revelado en Cristo la luz de las naciones» (Oración colecta del 6 de enero, Misal Romano) 13.
La liturgia bizantina canta: «Hoy se manifiesta la Trinidad: el Padre da testimonio, el Hijo se bautiza, el Espíritu desciende».
El calendario luterano celebra la Epifanía como signo de misión universal 14.
Valor ecuménico
Subraya la catolicidad de la fe: Cristo se revela a todos los pueblos. Fiesta particularmente apta para acciones misioneras conjuntas.
5. Ascensión del Señor
Origen histórico
Fijada 40 días después de Pascua, es atestiguada desde el siglo IV. Basada en Hechos 1:9–11.
Significado teológico
«Cristo subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre» (CIC, n. 665) 15.
La liturgia ortodoxa proclama: «Elevado en gloria, tú llenaste todas las cosas con tu divinidad».
El Common Worship anglicano proclama: «Celebramos a Cristo, exaltado sobre todas las cosas, cabeza de la Iglesia y Señor de la historia» 16.
Valor ecuménico
Fiesta compartida. Expresa la esperanza escatológica y la autoridad universal de Cristo.
6. Santísima Trinidad
Origen histórico
Fiesta establecida en el siglo XIV, el domingo después de Pentecostés.
Significado teológico
«Con tu Hijo y el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor» (Prefacio trinitario, Misal Romano) 17.
San Basilio enseña: «La Iglesia es imagen de la Trinidad» (De Spiritu Sancto, 45).
La Alianza Evangélica Mundial profesa: «Creemos en un solo Dios, eternamente existente en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo» 18.
Valor ecuménico
La confesión trinitaria es el criterio mínimo de cristianismo para el Consejo Mundial de Iglesias. Fiesta teológica de unidad doctrinal.
7. Transfiguración del Señor
Origen histórico
Celebrada en Oriente desde el siglo VI (6 de agosto), incorporada en Occidente en el siglo XV.
Significado teológico
«Cristo se manifestó en gloria ante sus discípulos» (Prefacio de la Transfiguración, Misal Romano) 19.
La liturgia bizantina canta: «Hoy el monte Tabor ha sido santificado por la presencia luminosa del Señor».
Está incluida en el calendario anglicano como fiesta de revelación gloriosa 20.
Valor ecuménico
Celebración compartida. Revela la vocación común a la transformación en Cristo.
8. Todos los Santos
Origen histórico
Establecida en el siglo VIII (1 de noviembre). En Oriente se celebra el domingo siguiente a Pentecostés.
Significado teológico
«La Iglesia honra la memoria de los santos y se une a su intercesión» (CIC, n. 957) 21.
Las Iglesias luteranas y anglicanas conservan la fiesta como celebración del testimonio de la fe 22.
Valor ecuménico
Expresa la comunión de los santos más allá de las divisiones visibles. Fiesta propicia para recordar testigos de diversas tradiciones.
9. Conversión de San Pablo
Origen histórico
Celebrada el 25 de enero desde tiempos antiguos. Clausura la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.
Significado teológico
Pablo es el apóstol de los gentiles. «Pablo es testigo de la universalidad de la gracia» (BEM, II, 6) 23.
Valor ecuménico
Celebración clave para el ecumenismo. Pablo une a todas las confesiones cristianas. Su conversión simboliza la vocación eclesial a la transformación.
10. San Pedro y San Pablo
Origen histórico
Fiesta establecida en Roma desde el siglo III (29 de junio).
Significado teológico
«Pedro, fundamento de la Iglesia; Pablo, maestro de las naciones» (Prefacio de la solemnidad) 24.
Valor ecuménico
Fiesta ecuménica por excelencia. Desde hace décadas, intercambios litúrgicos entre Roma y Constantinopla. Reconocida también por la Comunión Anglicana como celebración apostólica conjunta 25.
IV. FIESTAS PROPIAS DEL CATOLICISMO CON POTENCIAL ECUMÉNICO
1. Corpus Christi
Celebrada el jueves posterior a la solemnidad de la Santísima Trinidad, fue instituida por el papa Urbano IV en 1264 mediante la bula Transiturus de hoc mundo. Celebra la presencia real de Cristo en la Eucaristía. El Concilio de Trento afirmó: «En el santísimo sacramento de la Eucaristía, está contenido, verdadera, real y sustancialmente, el cuerpo y la sangre juntamente con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo» (DS, 1651) 26.
Aunque la mayoría de las iglesias surgidas de la Reforma no conservan la misa como sacrificio, el Documento de Lima reconoce que la Eucaristía «es memorial, sacrificio y comunión» 27. Desde esta perspectiva, la solemnidad del Corpus Christi puede ser reinterpretada hoy como una exaltación del misterio compartido de la mesa del Señor y del cuerpo místico que es la Iglesia.
2. Sagrado Corazón de Jesús
La fiesta, establecida en 1856 por Pío IX, tiene su origen en la espiritualidad mística medieval y en las revelaciones de santa Margarita María de Alacoque. Simboliza el amor redentor de Cristo. El Catecismo de la Iglesia Católica enseña: «Jesús nos ha amado con un corazón de hombre» (CIC, n. 478) 28.
Aunque esta devoción no es oficialmente reconocida por la mayoría de las iglesias protestantes, su contenido teológico —el amor de Cristo como centro de la fe— es ampliamente compartido. Algunas iglesias anglicanas y luteranas incluyen formulaciones devocionales similares. Hans Urs von Balthasar sintetiza este significado: «En el Corazón traspasado de Cristo se abre el espacio definitivo del amor divino» 29.
3. Asunción / Dormición de María
Celebrada el 15 de agosto en la Iglesia católica, el dogma de la Asunción fue proclamado por Pío XII en 1950 (Munificentissimus Deus): «La Virgen Inmaculada, terminado el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial» (DS 3903) 30.
La Iglesia ortodoxa celebra la Dormición de la Madre de Dios el mismo día, aunque sin formular el dogma de forma definida. A pesar de las diferencias doctrinales, ambas tradiciones coinciden en que María participa ya de la gloria pascual. Algunas Iglesias anglicanas celebran esta festividad con un tono de acción de gracias por la vida y vocación de María, sin adherirse a su dogmatización 31.
4. Cristo Rey del Universo
Esta solemnidad fue instituida por el papa Pío XI en 1925 mediante la encíclica Quas Primas, como respuesta al secularismo y a las ideologías totalitarias. El concilio Vaticano II incorporó la fiesta al ciclo escatológico del año litúrgico. El Misal romano proclama: «Dios ha querido recapitular todas las cosas en Cristo, cabeza del cielo y de la tierra» 32.
Aunque la fiesta no figura con ese nombre en las demás tradiciones, muchas Iglesias reformadas concluyen su calendario litúrgico con una celebración similar conocida como el Domingo de la Eternidad (Totensonntag), en la que se conmemora a los difuntos y se afirma la soberanía de Cristo sobre la historia 33. Esto abre la posibilidad de una reinterpretación ecuménica del reinado de Cristo como horizonte común.
V. FIESTAS NUEVAS Y CONMEMORACIONES PROPUESTAS PARA UN CALENDARIO ECUMÉNICO
1. Jornada por la Paz y la Justicia
Esta propuesta toma como referencia la Jornada Mundial de la Paz, establecida por el papa Pablo VI en 1967 mediante su mensaje La Paz: un don de Dios confiado a los hombres, celebrándose desde 1968 cada 1 de enero como jornada de reflexión y compromiso social 34. La encíclica Populorum progressio ya había vinculado el desarrollo humano con la justicia y la paz como condiciones del bien común.
A nivel ecuménico, el Consejo Mundial de Iglesias ha impulsado campañas similares, como la Década para Superar la Violencia (2001–2010) y el Peregrinaje de Justicia y Paz, iniciado en la Asamblea de Busan (2013) 35. Un día ecuménico por la paz permitiría oraciones compartidas, declaraciones conjuntas, gestos simbólicos y foros intereclesiales. Su lema podría ser el bíblico «La justicia y la paz se abrazan» (Sal 85:11), ya utilizado por el Consejo Mundial de Iglesias. Esta jornada integraría el testimonio profético de las Iglesias en favor de la reconciliación mundial.
2. Día de la Salvaguarda de la Creación
El Patriarcado Ecuménico de Constantinopla fue el primero en establecer el 1 de septiembre como Jornada de Oración por la Creación, mediante una carta del patriarca Dimitrios I en 1989, dirigida a todas las Iglesias ortodoxas 36. Esta iniciativa fue asumida oficialmente por el Consejo Mundial de Iglesias, que desde 2001 invita a celebrar un Tiempo de la Creación del 1 de septiembre al 4 de octubre (fiesta de san Francisco de Asís) 37.
El papa Francisco incorporó esta fecha al calendario católico en 2015, mediante una carta al cardenal Peter Turkson y al cardenal Kurt Koch: «Como cristianos queremos ofrecer nuestra contribución a la superación de la crisis ecológica que vive la humanidad» 38.
La primera celebración ecuménica conjunta tuvo lugar en 2016 con el lema «La Tierra es nuestra casa común». Desde entonces se han sucedido campañas anuales centradas en temas como el agua, la biodiversidad, la justicia climática y la conversión ecológica. Esta jornada, ya consolidada, favorece liturgias ambientales, peregrinaciones verdes, ayunos ecológicos y declaraciones conjuntas de las iglesias, expresando un compromiso compartido con el cuidado de la creación como dimensión esencial de la fe cristiana.
3. Jornada por la Dignidad Humana y la Libertad Religiosa y de Conciencia
Esta celebración se propone como una jornada común de las Iglesias cristianas para afirmar su compromiso con la libertad religiosa y la dignidad de toda persona humana. Podría coincidir con el 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, en memoria del prólogo del Evangelio de Juan: «La luz brilla en las tinieblas» (Jn 1:5).
La jornada haría memoria de los mártires de la conciencia, promovería la defensa de los perseguidos por su fe y alentaría a las Iglesias a reflexionar sobre el derecho a creer, a disentir y a buscar la verdad sin coacción. El Consejo Mundial de Iglesias ha defendido en múltiples ocasiones estos principios, como en su documento Religión y Derechos Humanos, y en las declaraciones de su Comisión de Fe y Constitución sobre la libertad de conciencia en contextos pluralistas.
4. Jornada por la Unidad de la Iglesia
Más allá de la tradicional Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos (18–25 enero), se propone una fecha litúrgica ecuménica establecida que exprese el anhelo de unidad visible de las Iglesias. Entre las fechas posibles se destacan:
El Domingo de Pentecostés, símbolo de la Iglesia naciente, plural y guiada por el Espíritu Santo; El 29 de junio, solemnidad de san Pedro y san Pablo, considerados columnas apostólicas de la Iglesia indivisa.
La jornada podría incorporar el intercambio de predicadores entre confesiones, celebraciones de la Palabra, vigilias intereclesiales, proclamaciones conjuntas y acciones de reconciliación pública. A nivel simbólico, este día permitiría visibilizar el camino de la sinodalidad ecuménica y el compromiso común de ser una sola Iglesia en medio de la diversidad de estructuras, confesiones y tradiciones.
Su motivación profunda radica en que la Iglesia —una, santa, católica y apostólica— tiene en Cristo su único fundador y Señor. Por ello, todas las confesiones cristianas, aun en su diversidad, participan de ese único Cuerpo, que es la Iglesia de Cristo. Esta jornada reconoce que la única Iglesia de Cristo no está ausente de ninguna de las iglesias y comunidades eclesiales, sino que en todas ellas de alguna manera «subsiste» y es celebrada por el mismo Cristo que las convoca a la unidad visible.
VI. MARTIROLOGIO COMÚN Y CELEBRACIONES DE LOS TESTIGOS DE LA FE
1. Hacia un martirologio ecuménico
La memoria de los mártires y testigos de la fe constituye uno de los lugares más fecundos para el diálogo y la comunión espiritual entre las confesiones cristianas trinitarias. En un contexto de creciente reconocimiento recíproco, la conmemoración conjunta de aquellos que ofrecieron su vida por fidelidad a Jesucristo —sin distinción confesional— se presenta hoy como signo profético de unidad y reconciliación.
Desde los albores del cristianismo, la sangre de los mártires ha sido considerada semilla de nuevos creyentes (sanguis martyrum semen christianorum). En los siglos XX y XXI, esta entrega ha conocido un nuevo florecimiento, muchas veces en contextos de persecución ideológica, totalitarismos, conflictos étnico-religiosos y violencia anticristiana. Reconocer a estos mártires contemporáneos, más allá de las barreras doctrinales, no es solo un acto de justicia espiritual, sino una expresión viva de catolicidad y comunión eclesial.
1.1. Fundamento teológico y ecuménico
El martirio —como testimonio hasta la muerte (gr. martyría)— no pertenece a una Iglesia particular, sino a Cristo mismo, prolongado en sus miembros. Como ha recordado el papa Francisco: «El ecumenismo de la sangre nos une» 39. La fidelidad suprema de quienes entregan su vida por amor a Cristo y a los hermanos supera divisiones históricas y revela la unidad esencial del Cuerpo de Cristo.
El Consejo Mundial de Iglesias, en sus declaraciones sobre misión y testimonio, ha afirmado la existencia de una memoria común de los mártires, procedentes de diversas tradiciones cristianas, que configuran un legado compartido 40. La Iglesia católica ha expresado esta conciencia en signos visibles como la Basílica de San Bartolomé en la isla tiberina de Roma, dedicada a los nuevos mártires del siglo XX y XXI.
1.2. Testigos representativos del siglo XX y XXI
1.2.1. Figuras paradigmáticas
Presento a continuación una selección significativa de mártires y testigos cristianos contemporáneos, representativos de diversas confesiones. Su inclusión no pretende ser exhaustiva, sino paradigmática.
- Dietrich Bonhoeffer (1906–1945): Pastor y teólogo luterano, ejecutado por el nazismo. Figura del testimonio intelectual y profético.
Fecha conmemorativa propuesta: 9 de abril.
- Óscar A. Romero (1917–1980): Arzobispo católico de San Salvador, asesinado durante la misa. Mártir de la justicia y la opción por los pobres.
Fecha conmemorativa propuesta: 24 de marzo.
- Martin Luther King Jr. (1929–1968): Pastor bautista, asesinado por su lucha pacífica contra el racismo.
Fecha conmemorativa propuesta: 4 de abril.
- Esther John (1929–1960): Protestante pakistaní, martirizada por su conversión y testimonio evangélico.
Fecha conmemorativa propuesta: 2 de febrero.
- Veintiún mártires coptos de Libia (2015): Obreros egipcios decapitados por el Estado Islámico confesando a Cristo.
Fecha conmemorativa propuesta: 15 de febrero.
- Santa María Skobtsova (1891–1945): Monja ortodoxa rusa, muerta en Ravensbrück por salvar a judíos.
Fecha conmemorativa propuesta: 31 de marzo.
- San Maximiliano Kolbe (1894–1941): Franciscano polaco que se ofreció en Auschwitz por un padre de familia.
Fecha conmemorativa propuesta: 14 de agosto.
- Carlos de Foucauld (1858–1916): Ermitaño en el desierto argelino, testigo del Evangelio en clave de diálogo.
Fecha conmemorativa propuesta: 1 de diciembre.
- Jim Elliot y compañeros (1956): Protestantes asesinados durante su misión entre los huaorani en Ecuador.
Fecha conmemorativa propuesta: 8 de enero.
- Padre Stanley Rother (1935–1981): Sacerdote estadounidense, asesinado en Guatemala por su defensa de los campesinos.
Fecha conmemorativa propuesta: 28 de julio.
1.2.2. Mártires en la Europa del Este y la URSS:
- Petro Paolo Oros (1953): Sacerdote greco-católico clandestino, asesinado en Ucrania soviética.
- Benjamin de Petrogrado, Alexander Hotovitzky y Vasyl Lypkivsky: Jerarcas ortodoxos ejecutados en la URSS.
- Alexander Men (1990): Sacerdote y teólogo ortodoxo, asesinado por causas aún no esclarecidas.
1.2.3. En España: Católicos testigos del Evangelio en tiempos de conflicto (1936–1939)
La Guerra Civil Española constituyó un escenario trágico donde la fe cristiana fue puesta a prueba en todos los frentes. Las persecuciones religiosas —a menudo instrumentalizadas por motivos políticos e ideológicos— afectaron de forma dramática a fieles y ministros de diversas confesiones. Este hecho interpela hoy al conjunto de las iglesias a una memoria reconciliada que reconozca el sufrimiento compartido más allá de las adscripciones eclesiales.
La mayoría de las víctimas pertenecían a la Iglesia católica, entre ellas obispos, sacerdotes, religiosos y laicos comprometidos. Sin embargo, también fueron perseguidos y asesinados cristianos de otras confesiones minoritarias, especialmente del protestantismo, lo cual reclama una integración más justa y ecuménica en el martirologio contemporáneo.
Entre los testigos más representativos:
- Mons. Florentino Asensio Barroso (1877–1936): Obispo de Barbastro, torturado y fusilado el 9 de agosto de 1936. Beatificado por san Juan Pablo II en 1997, es símbolo de mansedumbre pastoral frente a la barbarie.
- Fr. Prudencio de la Cruz (1883–1936): Religioso trinitario, ejecutado el 31 de julio. Su causa fue incluida en la beatificación de 2007 como testimonio de fidelidad inquebrantable.
- P. Felipe de Jesús Munárriz Azcona (1875–1936): Claretiano fusilado en Barbastro junto con una treintena de sus hermanos de comunidad. Beatificado en 1992 como parte del numeroso grupo de mártires claretianos.
- Federico Cobo Sanz (1919–1936): Joven aspirante salesiano de solo 16 años, martirizado por su fe el 22 de septiembre. Beatificado por Benedicto XVI.
- P. José de Jesús y María (1880–1936): Religioso trinitario, asesinado en septiembre de 1936 por odio a la fe, también beatificado en 2007
1.2.4. Guerra civil española y franquismo: persecución y muerte de los evangélicos españoles (1936–1950)
La Segunda República española (1931–1936) había traído, desde su Constitución, libertades religiosas que permitieron cierta expansión del protestantismo en España. Sin embargo, tras el estallido de la Guerra Civil en 1936 y con la victoria del ejército sublevado franquista, la minoría protestante enfrentó una dura represión. Lugares de culto fueron asaltados o incautados, escuelas protestantes clausuradas (dejando miles de niños sin escolarizar) y templos destruidos. Al finalizar la guerra solo permanecían abiertos tres templos evangélicos en todo el país (Madrid, Sabadell y Sevilla); el resto fueron confiscados o cerrados por el nuevo régimen marcado por el catolicismo más rancio y tórpido. Lo más grave fue la pérdida de recursos humanos valiosísimos: «Unos (pastores) son obligados a exiliarse, otros son encarcelados y/o fusilados» 41. De hecho, el franquismo reforzó la condición de los protestantes como «ciudadanos de segunda» 42, suprimiendo la libertad de religión y conciencia y tratando de borrar la memoria del protestantismo español del suelo patrio 43.
Entre 1936 y 1942 fueron asesinados numerosos dirigentes protestantes. El caso más conocido es el del amigo de Miguel de Unamuno, Atilano Coco Martín —pastor anglicano en Salamanca— fusilado en diciembre de 1936 44. Coco, además de pastor, era maestro y masón, y su ejecución (sin juicio) pocos meses después de iniciada la guerra causó consternación incluso en su amigo, el escritor e intelectual Miguel de Unamuno. Junto a él hubo «otros como Germán Araujo Mayorga (catedrático de matemáticas), Pedro de Vega Hernández (librero), Abdón Alonso (molinero), Gabriel Sánchez, Miguel Blanco Ferrer (San Fernando, Cádiz), y mujeres protestantes como Virtudes de la Puerta, o la maestra jerezana Carmen Hombre Ponzoa —que estaba embarazada en el momento de su fusilamiento— entre otras muchas más víctimas. Estos fieles fueron ejecutados o represaliados simplemente por sus convicciones religiosas evangélicas.
Entre los testigos más representativos:
- Atilano Coco Martín (1902–1936): Pastor de la Iglesia Española Reformada Episcopal (tradición anglicana), maestro, masón y miembro de entidades políticas de izquierdas, detenido el 31 de julio y fusilado el 9 de diciembre de 1936 en Salamanca por orden del gobernador militar. Su muerte constituye un caso emblemático de intolerancia religiosa contra la minoría protestante bajo el régimen franquista. La IERE lo venera como mártir del Evangelio, y su figura representa hoy un puente ecuménico entre memorias divididas 45.
- Carmen Hombre Ponzoa (1903–1936), maestra jerezana, protestante y militante del sindicato de la Unión General de Trabajadores (UGT), fue detenida tras el golpe de 1936 por su fe y compromiso social. Embarazada de ocho meses, fue fusilada sin juicio, en uno de los crímenes más atroces e inhumanos del franquismo que confesaba ser cristiano católico. Su testimonio encarna la memoria silenciada del protestantismo español y el doble martirio de la mujer y del no nacido. Hoy es símbolo de dignidad y resistencia evangélica frente a la intolerancia religiosa y la persecución violenta por la defensa de la conciencia personal.
Estas nóminas —incompletas pero significativas— revelan que la fe cristiana fue testimoniada con valentía desde diferentes contextos eclesiales en medio de un conflicto fratricida. Tales vidas no deben ser vistas como patrimonio exclusivo de una confesión, sino como expresión del seguimiento radical de Cristo en circunstancias extremas.
1.2.5. Mártires en América Latina (siglo XX)
En la historia del siglo XX, numerosos pastores y miembros de iglesias protestantes sufrieron persecución, prisión, exilio e incluso la muerte a causa de su fe y compromiso cristiano. Este fenómeno se dio tanto durante la Guerra Civil Española y la inmediata posguerra franquista (1936–1950), como bajo regímenes dictatoriales y conflictos sociales en América Latina (El Salvador, Guatemala, Chile, Argentina, entre otros).
1.2.5.1. El Salvador: pastores evangélicos en medio del conflicto civil
El caso de El Salvador ilustra cómo, en contextos de violencia sociopolítica, la fidelidad al Evangelio llevó a algunos evangélicos a compartir el destino martirial de otros cristianos. Ya en 1932, durante la insurrección campesina y su brutal represión (la Matanza bajo el general Martínez), varios protestantes fueron asesinados. La noche del 22 de enero de 1932, en el occidente cafetalero salvadoreño, la represión terminó con la vida de varios evangélicos, «entre ellos los pastores Pedro Bonito y Eulalio Rivera». Ambos ministros fueron ejecutados en aquellas masacres, posiblemente por sospechas de simpatizar con los campesinos alzados. Bonito fue fusilado junto a su esposa. Este traumático evento marcó a las incipientes iglesias evangélicas salvadoreñas, que desde entonces se replegaron en actitudes más apolíticas y discretas 46.
Décadas después, durante la guerra civil salvadoreña (1980–1992), volvemos a encontrar testimonios de pastores protestantes martirizados por su compromiso con la justicia y la paz. Si bien la mayoría de los mártires cristianos de ese conflicto fueron católicos (sacerdotes, religiosas, catequistas vinculados a la teología de la liberación), también varios líderes evangélicos fueron asesinados por los escuadrones de la muerte u otros actores por alzar la voz profética, sin que haya tenido el impacto mediático de los anteriores. Un ejemplo temprano es el del pastor Policiano Albeño López, de la Iglesia Bautista, quien junto a su hermano Raúl Albeño fue asesinado el 10 de octubre de 1980 en San Salvador. Son recordados como «mártires de la fe y la justicia» en El Salvador. Años más tarde, el 7 de agosto de 1985, fue asesinado el pastor Christopher Williams, un ministro protestante comprometido con la solidaridad, considerado «mártir de la fe y la solidaridad». Estos asesinatos ocurrieron en el mismo periodo en que fueron ultimados el arzobispo católico Óscar A. Romero (1980) y seis sacerdotes jesuitas de la UCA (1989), entre muchos otros, evidenciando que la persecución alcanzó a cristianos de distintas confesiones por igual 47.
La motivación de estos crímenes radicó en el compromiso cristiano con los pobres y la verdad. Como recordó monseñor Óscar Romero, «a quienes se reprime, se expulsa y se encarcela… son aquellos que cuestionan el poder establecido, recordó Romero, señalando así que la gran mayoría de sacerdotes y pastores evangélicos asesinados durante la guerra civil salvadoreña habían sido perseguidos por su compromiso con la verdad y la justicia» 48. En otras palabras, católicos y evangélicos salvadoreños que denunciaron la injusticia compartieron un mismo martirio. Su sangre sembró inspiración ecuménica: hoy son venerados conjuntamente como testigos de la fe comprometida, y su legado impulsa esfuerzos de reconciliación y memoria en El Salvador. Como afirmará Oscar Romero: quienes eran más perseguidos no eran los indiferentes, sino quienes ‘cuestionan el poder establecido’, entre ellos sacerdotes y pastores evangélicos que denunciaban la injusticia social» 49.
1.2.5.2. Guatemala: fe protestante en tiempos de violencia y genocidio
La guerra civil guatemalteca (1960–1996) fue otra época oscura de represión donde la Iglesia tuvo un papel ambivalente. Aunque Guatemala tuvo en 1982–83 un dictador protestante, el general Efraín Ríos Montt (miembro de una iglesia evangélica) 50, esto no evitó la persecución religiosa; por el contrario, su régimen impuso la violencia indiscriminada en nombre de la «Biblia y la metralleta» 51. Durante la campaña contrainsurgente de principios de los 80, se perpetró un genocidio contra las comunidades indígenas mayas, muchas de las cuales se habían ido tornando evangélicas por la labor de misioneros. Algunos pastores y líderes evangélicos se encontraron atrapados entre dos fuegos: el Ejército los presionaba a colaborar, mientras la guerrilla los veía con recelo.
Varios pastores protestantes indígenas fueron asesinados en esa época, ya fuera por militares (acusados de encubrir insurgentes) o por la guerrilla (acusados de colaborar con el Ejército). Un caso conocido es el del Pastor Nicolás (documentado por el antropólogo David Stoll), líder evangélico en la región ixil que trató de proteger a su pueblo de las represalias militares. Tras mediaciones con el Ejército, Nicolás organizó patrullas civiles para evitar masacres, lo que le valió ser incluido en la «lista negra» de la guerrilla. Finalmente, este pastor fue emboscado y asesinado en 1982 cuando iba a predicar a una aldea, convirtiéndose en víctima de la dinámica perversa de la guerra civil guatemalteca 52. También se recuerda el asesinato de catequistas evangélicos y líderes comunitarios cristianos durante las masacres en el Quiché y otras zonas mayas. Si bien la mayoría de los mártires religiosos en Guatemala fueron católicos (por ejemplo, el obispo Juan Gerardi en 1998, numerosos sacerdotes y catequistas indígenas en los años 80), la memoria evangélica también registra a sus fieles caídos. La represión no distinguió denominaciones cuando los creyentes optaban por defender la vida y la dignidad de sus comunidades.
Irónicamente, mientras pastores de base morían por su gente, la figura de Ríos Montt –un general convertido en predicador pentecostal– evidenció la instrumentalización de la religión para legitimar la violencia. Su régimen fomentó cultos evangélicos desde el poder mientras masacraba poblaciones indefensas. Este contraste traumático marcó a las iglesias guatemaltecas: por un lado, sectores evangélicos fueron asociados al régimen; por otro, algunos evangélicos comprometidos (así como la Iglesia Católica profética) sufrieron la represión. Hoy día, la memoria histórica en Guatemala empieza a visibilizar también a los evangélicos víctimas, integrándolos en el relato ecuménico de martirio junto a los católicos, todos ellos «semilla de nuevos cristianos» en tierra de sangre.
1.2.5.3. Chile: solidaridad ecuménica bajo la dictadura de Pinochet
En Chile, tras el golpe militar de 1973, la mayor parte de las iglesias evangélicas (especialmente las pentecostales) optaron por la prudencia o incluso mostraron cercanía al régimen de Augusto Pinochet. Sin embargo, hubo notables excepciones de resistencia desde la fe protestante. Líderes luteranos, anglicanos y metodistas se unieron a la Iglesia católica en la defensa de los derechos humanos, creando instancias ecuménicas de protección a perseguidos. Un ejemplo destacado fue el obispo luterano Helmut Frenz, quien junto al cardenal católico Raúl Silva Henríquez fundó en 1974 el Comité Pro-Paz 53 para salvar vidas de detenidos y buscar desaparecidos. Por su incansable labor humanitaria, Frenz fue expulsado de Chile el 3 de octubre de 1975 «debido a su compromiso con los perseguidos» 54, lo que además forzó la disolución del Comité de Paz. Su expulsión simbolizó la persecución que también alcanzó a algunos pastores protestantes que se opusieron al régimen.
Aunque en menor número que en otros países, Chile también tuvo mártires protestantes. En los días posteriores al golpe, al menos dos predicadores evangélicos fueron asesinados por las fuerzas armadas. Entre ellos se cuenta a José Matías Ñanco, predicador laico de 60 años, ejecutado por militares el 31 de octubre de 1973 en la zona de San José de la Mariquina (Valdivia) 55, y a Eliseo Segundo Jara Ríos, miembro metodista chileno, quien fue detenido y asesinado por la dictadura ese mismo mes 56. Eliseo Jara Ríos –que era predicador laico y padre de un futuro obispo metodista– cayó víctima del régimen en octubre de 1973. Su caso, reconocido oficialmente por la Iglesia metodista, subraya que la represión de Pinochet cobró también vidas dentro de las filas evangélicas, aunque fueran modestos líderes locales. Adicionalmente, varios pastores protestantes extranjeros fueron expulsados o amenazados (como sucedió con misioneros norteamericanos y europeos que denunciaron abusos). La Fundación de Ayuda Social de Iglesias Cristianas (FASIC), de carácter ecuménico, continuó la labor tras la expulsión de Frenz, mostrando la unidad de distintas denominaciones en la causa de los derechos humanos 57.
El legado de esta época en Chile es agridulce para las iglesias evangélicas: por un lado, algunas disfrutaron del favor oficial; por otro, la luz profética de ciertos pastores que desobedecieron a Pinochet brilla como «luces en la tiniebla». Hoy, tanto católicos como evangélicos chilenos rinden homenaje conjunto a figuras como Helmut Frenz, y afirman el «Nunca Más» a la persecución religiosa por motivos políticos.
1.2.5.4. Argentina: desaparecidos por el Evangelio durante el Proceso (1976–1983)
La dictadura militar argentina llevó la represión a todos los ámbitos, incluyendo a la comunidad protestante comprometida. Aunque una parte del evangelicalismo argentino se mantuvo al margen o en silencio, varios pastores, laicos y líderes de iglesias históricas se involucraron en la defensa de los derechos humanos, pagando un alto precio. Esa militancia cristiana anti-dictatorial tuvo como resultado decenas de desaparecidos, muertos y exiliados entre los protestantes argentinos 58. De acuerdo con investigaciones del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, al menos 40 evangélicos fueron asesinados o desaparecidos durante el Proceso (1976–83) por causas políticas 59. Esta cifra se suma a las víctimas católicas (sacerdotes, religiosos/as y laicos comprometidos), evidenciando que la persecución alcanzó a cristianos de ambas tradiciones. De hecho, cálculos oficiales de la CONADEP señalaron la muerte o desaparición de unos 120 religiosos en total: «entre ellos 2 obispos, 18 sacerdotes, 11 seminaristas, 46 católicos laicos, 40 protestantes» 60. La dictadura no hizo distinción: cualquier voz desde las iglesias que denunciara las injusticias o socorriera a víctimas podía ser blanco del terror de Estado.
Varios casos concretos ilustran este martirologio ecuménico en Argentina. El 1º de enero de 1977 fue secuestrado en Mendoza el Dr. Mauricio López, teólogo laico de la Iglesia de los Hermanos Libres y rector universitario, que colaboraba estrechamente con la Iglesia Metodista 61. Mauricio López, ex Presidente del Consejo Mundial de Iglesias para América Latina, nunca apareció; su desaparición golpeó profundamente a las comunidades evangélicas y ecuménicas, convirtiéndolo en un símbolo del pastor protestante entregado a los demás hasta las últimas consecuencias. Meses después, el 4 de mayo de 1977, fue secuestrado y asesinado Óscar (José) Alajarín, un colaborador evangélico en Buenos Aires 62. También las instituciones de las iglesias fueron atacadas: en noviembre de 1980, tres bombas incendiarias destruyeron parte del Instituto Superior Evangélico de Estudios Teológicos (ISEDET) en Buenos Aires 63, centro de formación teológica ecuménica.
Un caso especialmente emblemático fue el del pastor laico bautista Víctor Pablo Boinchenko y su esposa Lilian Coleman. Ambos, miembros activos de una iglesia
evangélica en Cosquín (provincia de Córdoba), fueron secuestrados el 4 de abril de 1976. Se presume que fueron llevados al tristemente célebre centro clandestino La Perla, donde habrían sido brutalmente torturados y luego asesinados 64. Boinchenko era un predicador y líder juvenil conocido por su fe activa; su martirio conmovió a la pequeña comunidad bautista y fue recogido en informes internacionales sobre persecución religiosa 65. Asimismo, el pastor metodista Carlos A. Servetti fue asesinado en 1977 tras denunciar violaciones a los derechos humanos, y el misionero anglicano Rev. Sidney Anderson murió en prisión en 1977 luego de ayudar a perseguidos 66. En total, se calcula que al menos 10 pastores protestantes fueron asesinados o desaparecidos en Argentina, junto con decenas de laicos creyentes. Las iglesias protestantes históricas (metodistas, luteranas, reformadas, anglicanas, etc.) respondieron formando el Consejo de Iglesias y la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos junto a católicos y judíos, para denunciar los atropellos 67. Aún en medio del horror, esta respuesta conjunta fue un testimonio de unidad cristiana.
Al recuperarse la democracia, la Secretaría de Culto de la Nación reconoció el sacrificio de esos religiosos (católicos y protestantes) que «perdieron la vida, padecieron persecuciones, sufrieron torturas o se les impidió su labor pastoral» durante la dictadura 68. Hoy, la comunidad evangélica argentina honra la memoria de sus mártires junto a la católica —por ejemplo, cada 24 de marzo (Día de la Memoria) se leen los nombres de pastores desaparecidos al lado de curas tercermundistas— evidenciando un genuino ecumenismo del dolor y la esperanza nacido en aquellos años oscuros.
1.3. Legado e impacto ecuménico de estos testimonios
Los casos aquí expuestos —desde España hasta América Latina— revelan un martirologio ecuménico donde las divisiones confesionales se difuminan ante el testimonio supremo de la fe. Pastores protestantes, al igual que sacerdotes católicos, fueron perseguidos y asesinados por vivir el Evangelio de Jesucristo de manera comprometida en contextos de intolerancia o tiranía. Sus historias, antes a menudo marginadas en las narrativas dominantes, hoy se están recuperando como parte de una memoria cristiana común.
En España, la reivindicación de los mártires evangélicos de la Guerra Civil ha impulsado a la comunidad protestante a exigir reconocimiento en las leyes de Memoria Histórica. Se subraya que la democracia tiene una deuda con aquellos «ciudadanos de segunda» que sufrieron por su fe bajo el franquismo. Este reconocimiento tardío no solo dignifica a las víctimas protestantes, sino que enriquece la comprensión global de la persecución religiosa en la España del siglo XX, incluyendo a todas las confesiones.
En América Latina, la sangre de católicos y evangélicos asesinados ha sido llamada por el papa Francisco «ecumenismo de la sangre». El sufrimiento compartido ha acercado a las iglesias en el camino de la unidad. En El Salvador, las iglesias históricas recuerdan conjuntamente a sus mártires —por ejemplo, en liturgias ecuménicas que incluyen al pastor baptista Policiano Albeño junto a monseñor Romero—, mostrando que «la verdad por la que murieron molesta por igual a los poderosos» sin distinguir denominación. En Chile y Argentina, la colaboración ecuménica forjada en la resistencia dejó instituciones permanentes (FASIC, Asamblea de DDHH) y una sólida red de respeto mutuo entre iglesias. En Argentina en particular, el hecho de que hubiera 40 evangélicos entre los religiosos asesinados derriba prejuicios y testimonia que el Espíritu suscitó profetas en todas las comunidades cristianas durante la noche del terror.
Estos testimonios han tenido también un impacto teológico y pastoral. Han inspirado una reflexión sobre el martirio como vocación transversal: obispos, pastores, sacerdotes, monjas, laicos… todos discípulos de Cristo que entregaron su vida por amor al prójimo y fidelidad al Evangelio salvador. Sus biografías —a menudo silenciadas— hoy alimentan una hagiografía ecuménica. Se escriben libros, se realizan actos conjuntos de memoria, se promueve la inclusión de estos nombres en los calendarios conmemorativos de distintas iglesias. Por ejemplo, Helmut Frenz es recordado en Chile tanto por luteranos como por católicos; Mauricio López en Argentina es homenajeado por metodistas, reformados y también por comunidades católicas inspiradas en su ejemplo.
En conclusión, la persecución de pastores protestantes en la primera mitad del siglo XX español y en las dictaduras latinoamericanas del siglo pasado nos deja una herencia de unidad en el martirio. Sus vidas y muertes constituyen un capítulo indispensable de un martirologio ecuménico ampliado: un capítulo donde la «sangre de los mártires» efectivamente «es semilla de la unidad de la Iglesia». Al integrar estas historias en una narrativa común, no solo honramos a quienes sufrieron por la fe, sino que reforzamos los lazos de comprensión y solidaridad entre las distintas ramas del cristianismo. Su legado nos anima a seguir trabajando juntos –más allá de etiquetas confesionales —por la justicia, la verdad y la dignidad humana—, tal como ellos lo hicieron hasta las últimas consecuencias.
1.4. Propuesta conmemorativa
Se propone la instauración de una Jornada de Memoria Ecuménica Española, en torno al 9 de diciembre (fecha del martirio de Atilano Coco), o integrada en la jornada ecuménica global de los mártires del siglo XX. La celebración podría alternarse cada año entre distintas ciudades (Salamanca, Barbastro, Madrid), incorporando:
- Liturgia de la Palabra con textos bíblicos sobre reconciliación, fidelidad y perdón.
- Letanía ecuménica con los nombres de mártires españoles de diversas confesiones.
- Gesto simbólico: encendido de una vela común o lectura de un manifiesto conjunto por la libertad religiosa y de conciencia.
- Compromiso: oración compartida por la paz, el diálogo intereclesial y la dignidad de toda confesión minoritaria.
Este capítulo del martirologio ecuménico no solo repara memorias históricas, sino que apunta al horizonte escatológico de la unidad querida por Cristo. Allí donde hubo odio, proclamamos comunión; donde hubo exclusión, celebramos hospitalidad. Y donde hubo muerte, afirmamos la vida del Espíritu que todo lo renueva.
1.5. Jornada ecuménica: estructura y propuestas
Se propone instituir una Jornada Ecuménica de los Mártires y Testigos de la Fe Contemporáneos, en torno a una de las siguientes fechas: 24 de marzo (Óscar Romero); 15 de febrero (mártires coptos); o bien un domingo posterior a Pentecostés
1.5.1. Formato litúrgico sugerido
- Liturgia de la Palabra: textos bíblicos sobre el testimonio, el amor al enemigo, la fidelidad hasta la cruz.
- Letanía de los mártires: proclamación de nombres representativos, en orden ecuménico.
- Gestos simbólicos: encendido de velas, cruz luminosa, agua bautismal, signos de reconciliación.
- Oración de compromiso: por la libertad religiosa, la reconciliación entre pueblos y confesiones, la memoria de los testigos olvidados.
1.5.2. Valor ecuménico, espiritual y misionero
La celebración conjunta de los mártires contemporáneos trasciende las divisiones teológicas para manifestar una unidad profunda, aquella que solo puede ser sellada con la sangre del testimonio. El martirologio ecuménico no busca suplantar las tradiciones particulares, sino iluminar la comunión invisible que el Espíritu ha suscitado a través de vidas entregadas. Es una invitación al reconocimiento mutuo, a la reconciliación histórica y a la renovación misionera de la Iglesia.
Como afirma la Carta Ecuménica de Estrasburgo (2001): «En muchos lugares, cristianos de distintas Iglesias ya viven, rezan y mueren juntos: este testimonio común debe ser reconocido y celebrado» 69.
La sangre de estos testigos, lejos de dividir, une. Sus vidas, antes que pertenecer a una denominación, pertenecen al Evangelio. Su memoria compartida puede ser fermento de unidad y esperanza para la Iglesia del mañana.
VII. CONCLUSIONES Y PROPUESTA DE INSTITUCIONALIZACIÓN DEL CALENDARIO ECUÉNICO
1. Valor eclesial de las fiestas
Las fiestas cristianas no son simples conmemoraciones del pasado, sino expresiones vivas del misterio de Cristo celebrado por su Iglesia en el tiempo. Como recuerda el Vaticano II, en la liturgia, «se ejerce la obra de nuestra redención» 70. Celebrar juntos es ya una forma de comunión. La participación en las fiestas comunes permite a las diversas iglesias reconocerse mutuamente como partícipes del único Cuerpo de Cristo. Esta experiencia compartida contribuye a superar prejuicios históricos y a vivir anticipadamente la unidad que esperamos. La comunión espiritual que brota de celebrar juntos los mismos acontecimientos salvíficos fortalece el vínculo visible que ya existe por el bautismo, y abre un horizonte de reconocimiento recíproco, más allá de las diferencias dogmáticas o disciplinarias.
2. Justificación teológica del calendario ecuménico
Un calendario ecuménico no pretende uniformizar ni homogeneizar las tradiciones litúrgicas, sino testimoniar la unidad sustancial de la fe en Cristo y fomentar el acercamiento visible entre las iglesias. La coincidencia en fechas fundamentales, como Pascua o Pentecostés, ya marca un punto de partida privilegiado. Añadir jornadas compartidas por la paz, la creación, la unidad y la dignidad humana y sus derechos refuerza esa convergencia. El papa Francisco ha afirmado: «la diversidad reconciliada es un don del Espíritu» 71, y este calendario puede ser un instrumento concreto para visibilizar dicha reconciliación. El objetivo no es una imposición litúrgica, sino una invitación al testimonio común, a la oración compartida y a la acción coordinada que responda a los signos de los tiempos.
3. Beneficios culturales y sociales
Desde un punto de vista cultural, el calendario ecuménico puede convertirse en un referente de humanismo cristiano, abierto al diálogo con el mundo. Sus fechas clave pueden inspirar campañas educativas, iniciativas de solidaridad, eventos interreligiosos y gestos públicos de reconciliación. El Consejo Mundial de Iglesias ha expresado: «la fe cristiana se traduce en esperanza, y la esperanza en compromiso con el mundo» 72. Las celebraciones compartidas visibilizan ante la sociedad el rostro plural de una fe cristiana comprometida con la paz, la justicia, la salvaguarda de la creación y la memoria histórica del martirio, valores urgentes en un tiempo marcado por el individualismo y el colapso axiológico.
4. Propuesta de institucionalización
Se propone la creación de una comisión ecuménica de carácter continental o global —en colaboración con organismos como el Consejo Mundial de Iglesias, la Santa Sede, la Comunión Anglicana y las federaciones evangélicas— que elabore un calendario consensuado y ofrezca materiales litúrgicos, catequéticos y pastorales para cada una de las fechas comunes. Como señala el Documento de Lima (BEM): «La celebración común de la fe fortalece nuestra unidad en Cristo» 73. A nivel local, las iglesias podrían constituir plataformas intereclesiales que adapten las celebraciones a los contextos culturales, fomentando así una ecumenicidad desde la base, con participación activa del Pueblo de Dios. Estas celebraciones podrían incluir, además, una dimensión interreligiosa, sin perder la identidad cristiana, para testimoniar juntos la esperanza de un mundo más justo, fraterno y reconciliado.
NOTAS:
- Eliade, Mircea, Lo sagrado y lo profano, Paidós, Barcelona: 1998, p. 72.
- Ibíd., p. 72.
- Catecismo de la Iglesia Católica. Versión oficial española, preparada por Mons. José M. Estepa Llaurens et al. Basada en la edición latina típica del 15 de agosto 1997. Madrid: Conferencia Episcopal Española, Asociación de Editores del Catecismo, Madrid: 1992, n. 1194.
- Guardini, Romano, El espíritu de la liturgia, Ediciones Cristiandad, Madrid: 2001, p. 45.
- Tillich, Paul, Teología de la cultura, Sígueme, Salamanca: 2001, p. 91.
- Concilio Vaticano II, Sacrosanctum concilium, n. 102.
- Liturgia ortodoxa de Pascua, Himnos de la Resurrección.
- Consejo Mundial de Iglesias, Bautismo, Eucaristía y Ministerio, Ginebra: 1982, I,1.
- Catecismo de la Iglesia Católica, n. 731.
- Confesión de Augsburgo, art. VII, 1530.
- Misal Romano, Prefacio I de Navidad.
- Book of Common Prayer, Iglesia de Inglaterra, 1662.
- Misal Romano, Oración colecta del 6 de enero.
- Evangelisches Gottesdienstbuch, EKD, 2002.
- Catecismo de la Iglesia Católica, n. 665.
- Common Worship, Iglesia de Inglaterra, 2000.
- Misal Romano, Prefacio trinitario.
- Alianza Evangélica Mundial, Declaración de Fe, 2001.
- Misal Romano, Prefacio de la Transfiguración.
- Common Worship, Calendario litúrgico anglicano.
- Catecismo de la Iglesia Católica, n. 957.
- Evangelisches Gottesdienstbuch, EKD, sección Totensonntag.
- Consejo Mundial de Iglesias, Bautismo, Ministerio, Eucaristía (BEM), II, 6.
- Misal Romano, Prefacio de san Pedro y san Pablo.
- Lesser Feasts and Fasts, Episcopal Church USA, 2018.
- Concilio de Trento, Decreto sobre la Santísima Eucaristía, DS 1651.
- Consejo Mundial de Iglesias, Bautismo, Eucaristía y Ministerio, II, nn. 12–14, Ginebra, 1982.
- Catecismo de la Iglesia Católica, n. 478, Ciudad del Vaticano, 1992.
- Balthasar, Hans Urs von, El corazón del mundo, Encuentro, Madrid: 1995.
- Pío XII, Munificentissimus Deus, DS, 3903, 1950.
- Libro de Oración Común, Iglesia Anglicana, Colecta del 15 de agosto.
- Misal Romano, Prefacio de Cristo Rey, BAC, 2014.
- Evangelisches Gottesdienstbuch, EKD, Domingo de la Eternidad (Totensonntag), Leipzig, 2002.
- Pablo VI, Mensaje para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz, 1 de enero de 1968, en Acta Apostolicae Sedis, 60 (1968), pp. 25–28.
- Consejo Mundial de Iglesias, Informe final de la X Asamblea de Busan, 2013; cf. https://www.oikoumene.org
- Patriarcado Ecuménico, Mensaje del Patriarca Dimitrios I, 1 de septiembre de 1989.
- Consejo Mundial de Iglesias, Season of Creation: Ecumenical Celebration Guide, https://seasonofcreation.org
- Francisco, Carta al Cardenal Turkson y al Cardenal Koch sobre la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, 6 de agosto de 2015, www.vatican.va
- Francisco, Discurso al Patriarca Ecuménico Bartolomé I, 30 de noviembre de 2014.
- Consejo Mundial de Iglesias, Misión y Evangelización. Una afirmación ecuménica, 1982.
- Monroy, Juan Antonio, El protestantismo en España durante el franquismo, «Protestante Digital», 20 de noviembre de 2005.
- Andavert, José Luis, Protestantismo y franquismo: Memoria silenciada, en Observatorio del Pluralismo Religioso, Fundación Pluralismo y Convivencia, Madrid: 2011.
- Cf. Wikipedia, Persecución del protestantismo durante el franquismo, última modificación: 30 de mayo de 2025.
- Cf. González Montes, Adolfo, Religión y violencia en la Guerra Civil Española, BAC, Madrid, 2002; Iglesia Española Reformada Episcopal, Memoria de los mártires protestantes, archivo oficial; López Tardón, Javier, La Iglesia Protestante en España, Ediciones UEBE, Madrid: 2010, pp. 179–185.
- González Montes, Adolfo, Religión y violencia en la Guerra Civil Española, BAC, Madrid, 2002; Iglesia Española Reformada Episcopal, Memoria de los mártires protestantes, archivo oficial; López Tardón, Javier, La Iglesia Protestante en España, Ediciones UEBE, Madrid: 2010, pp. 179–185.
- El ecumenismo en Romero: camino, consenso y unidad, La Universidad (Universidad de El Salvador), volumen 38–39, junio–diciembre 2018, pp. 53. Incluye lista de «Policiano Albeño López, pastor protestante, y Raúl Albeño Martínez, asesinados el 10 de noviembre de 1980» y Christopher Williams, pastor evangélico, asesinado el 7 de agosto de 1985.
- Cf. Los mártires olvidados, Misión Cristiana Elim (El Salvador), 13 de abril de 2011; García, Jael de la Luz, y Avendaño, César Amador, La matanza de 1932 en El Salvador, UNAM/CIALC (México): 2018.
- Orozco,Víctor, Óscar Romero y la opción por los pobres, Editorial Sal Terrae, Santander: 2005, p. 72:
- Ibíd.
- Efraín Ríos Montt fue un militar y dictador guatemalteco, convertido al pentecostalismo, quien gobernó Guatemala entre 1982 y 1983.
- La descripción «Biblia y la ametralladora» alude a la instrumentalización de la religiosidad oficial de Ríos Montt en su régimen represivo contra los pueblos mayas.
- Stoll, David, Between Two Armies in the Ixil Towns of Guatemala, Columbia University Press, New York: 1993, pp. 158–162.
- Frenz, Helmut, Wikipedia (español), última modificación marzo 2025. «En los primeros días de octubre de 1973 […] fundó el Comité de Cooperación para la Paz en Chile […] compartiendo la presidencia con el cardenal Raúl Silva Henríquez».
- Domingo 25 de septiembre: Homenaje y recuerdo a Helmut Frenz en Villa Grimaldi, Villagrimaldi.cl, 2 de septiembre de 2022; y Le Monde Diplomatique (ed. Chile), nota biográfica, que documentan su expulsión en octubre de 1975 «debido a su compromiso con los perseguidos».
- Ñanco, José Matías, Memoria Viva, ficha de víctimas chilenos. Informe Rettig (San José de la Mariquina, 31/10/1973).
- Jara Ríos, Eliseo Segundo, Memoria Viva Chile, ficha de ejecutados políticos; testimonio de la Iglesia Metodista Argentina de 8 septiembre 2023.
- Wikipedia, Comité Pro–Paz, abril 2025: luego fundó la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas (FASIC)».
- Andiñach, Pablo R., y Bruno,Daniel, Iglesias evangélicas y derechos humanos en la Argentina (1976–1998), Ediciones La Aurora/Federación Argentina de Iglesias Evangélicas, Córdoba: 2001; Coria, Rafael, Luces y Tinieblas entre los evangélicos durante la dictadura militar, «Protestante Digital», 2004.
- Wikipedia, Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH).
- Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), Nunca Más, Informe final, Buenos Aires, 1984; también citado en MEDH.
- Paredes, Alejandro, «Redes ecuménicas a mediados del siglo XX: un análisis de redes de coautorías en los escritos de Mauricio López (1945–1972)», Revista Universum (Talca), 2010.
- Paredes, Ibídem .
- Andiñach & Bruno, op. cit. .
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- MEDH, Wikipedia, op. cit.
- MEDH, Wikipedia y documentos oficiales del Estado Argentino, op. cit.
- Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa y Conferencia de Iglesias Europeas, Carta Ecuménica, 2001.
- Concilio Vaticano II, Sacrosanctum Concilium, n. 2.
- Francisco, Discurso en Lund, Suecia, 31 de octubre de 2016.
- Consejo Mundial de Iglesias, Asamblea de Porto Alegre, Documento final, 2006.
- Comisión de Fe y Constitución del CMI, Bautismo, Eucaristía y Ministerio (BEM), Ginebra, 1982, sección «Ministerio», n. 56.
AUTOR:
Juan G. Biedma. Ecumenista. Conocido por su labor ecuménica dentro de la iglesia católica romana, a la que pertenece como Diácono. Como divulgador destaca por la creación del boletín digital InfoEkumene, dedicado a las noticias y documentación ecuménica. Su trayectoria académica y profesional comenzó estudiando Ciencias Bíblicas en la Escuela Bíblica de Madrid (Diplomado en Ciencias Bíblicas, 1978); Diplomatura en Historia y Teología del Ecumenismo, tras lo cual complementó su formación con estudios en Religiones y Diálogo Interreligioso, y en Sectas/Nuevos Movimientos Religiosos, todo en el Centro Ecuménico de Madrid; Licenciatura en Ciencias Religiosas en la Facultad de San Dámaso (Madrid); y Estudios Eclesiásticos requeridos para la formación del Diaconado Permanente en el Seminario Conciliar de Madrid (1985-86), ordenado diácono en diciembre de 1986, por el cardenal de de Madrid Suquía Goicoechea. En la actualidad estudia un Máster en Teología Reformada. Ha sido secretario-ayudante del Arzobispo Castrense de España, Estepa Llaurens y secretario de la revista Pastoral Ecuménica y de Julián García Hernando (1988-2006). Además, ha publicado diversos artículos y reseñas en la obra colectiva Plurtalismo Religioso en España, en Pastoral Ecuménica, Biblia y Fe, Vida Religiosa, Catequeta y otras revistas y medios digitales, sobre ecumenismo y sectarismos. También ha colaborado con diversos organismos de la Iglesia católica en encuentros internacionales y trabajos confidenciales.
AGENDA - PRÓXIMOS ACTOS
HOY JUEVES 19 JUNIO 2025
Corpus Christi
19 junio 2025 - 19'30 horas (Hora México)
Taller básico: "Fundamentos y avances del Ecumenismo"
MÉXICO
ON LINE
20 junio 2025 – 20’00 horas
Oración Interconfesional
Iglesia Luterana, paseo Castellana, 6
MADRID
20 junio 2025 – 21’00 horas
Oración de la Cruz (Taizé)
Parroquia de Sant Marcel, c/ Petrarca 52
HORTA-BARCELONA
20 junio 2025 – 21’00 horas
Oración común al estilo de Taizé
Iglesia de Nuestra Señora de Gracia y San José (Els Josepets), plaza Lesseps, 25
BARCELONA
21 junio 2025 - 20’30 horas
Oración de la noche desde Taizé
Retransmitida en directo en redes desde Taizé
TAIZÉ (Francia)
ON LINE
21 junio 2025 – 21’00 horas
Oración al estilo Taizé
Cripta Iglesia San Francisco de Asís, c/ San Francisco
TARRAGONA
22 junio 2025
Corpus Christi, cuando se celebra el domingo
22 junio 2025 – 17’30 horas (Hora Argentina)
Oración por la Unidad de los Cristianos
Espacio Ecuménico
Iglesia Metodista de Flores, Yerbal 2451
BUENOS AIRES (Argentina)
22 junio 2025 – 17’30 horas (Hora Argentina)
Espacio de Oración por la Unidad
Parroquia de ja Asunción. Franklin. 2173 - FLORES
BUENOS AIRES (Argentina)
23 junio 2025 – 21’00 horas
Oración de Taizé
Centro Padre Claret, c/ Joan Maragall, 23
GIRONA
23 junio 2025 – 21’00 horas
Oración Común (Taizé)
Iglesia Catedral de San Lorenzo, plaza de la Villa, s/n
SAN FELIÚ DE LLOBREGAT (Barcelona)
24 junio 2025
Nacimiento de San Juan Bautista
24 junio 2025 - 20’45 horas
Oración de Taizé
Parroquia Mare de Déu dels Dolors, c/ Begur, 10
BARCELONA
24 junio 2025 – 21’00 horas
Oración Taizé
Parroquia de Santa María, c/ Rectoría, 1
VILANOVA I LA GELTRÚ (Barcelona)
24 junio 2025 – 21’30 horas
Oración de Taizé
Capilla de la parroquia de María Auxiliadora, Pso. San Juan Bosco, 70
BARCELONA
25 junio 2025 – 20’30 horas
Oración al estilo Taizé
Parroquia El Cristo del Mercado, c/ José Zorrilla, 125
SEGOVIA
25 junio 2025 – 20’30 horas
Oración Común
Parroquia de la Purísima Concepción, Vía Massagué, 21
SABADELL (Barcelona)
27 – 29 junio 2025
Llamado del Sol – Eguzki Deia
ARTAZA
27 junio 2025
Sagrado Corazón de Jesús
Primer día de Moharram
27 junio 2025 – 20’30 horas
Rezar con los Salmos
Iglesia parroquial de San Pedro (La Sede de Égara), plaza del Rector Homs, s/n.
TERRASSA (Barcelona)
27 junio 2025 – 21’00 horas
Oración de la Cruz (Taizé)
Parroquia de Sant Marcel, c/ Petrarca 52
HORTA-BARCELONA
27 junio 2025 – 21’00 horas
Oración común al estilo de Taizé
Iglesia de Nuestra Señora de Gracia y San José (Els Josepets), plaza Lesseps, 25
BARCELONA
28 junio 2025 – 17’00 horas (hora Argentina)
Encuentro de Oración por la Unidad
Parroquia de la Asunción, Gavilán 1137
BUENOS AIRES (Argentina)
28 junio 2025 - 20’30 horas
Oración de la noche desde Taizé
Retransmitida en directo en redes desde Taizé
TAIZÉ (Francia)
ON LINE
28 junio 2025 – 21’30 horas
Oración Taizé
Convento de las Vedrunes de Caldes de Malavella, c/ Doctor Furest
CALDES DE MALAVELLA (Girona)
29 junio 2025
San Pedro y San Pablo apóstoles
San Pedro y San Pablo apóstoles
29 junio 2025 - 17'30 horas (Hora Argentina)
Oración por la Unidad de los Cristianos del Espacio Ecumenico
Parroquia de la Asunción, c/ Franklin, 2173
BUENOS AIRES (Argentina)
Oración por la Unidad de los Cristianos del Espacio Ecumenico
Parroquia de la Asunción, c/ Franklin, 2173
BUENOS AIRES (Argentina)
29 junio 2025– 18’30 horas
Oración común al estilo de Taizé
Parroquia de Santa María. c/ de Joan Puig, 3.
RUBÍ (Barcelona)
30 junio 2025 – 21’00 horas
Oración de Taizé
Centro Padre Claret, c/ Joan Maragall, 23
GIRONA
30 junio 2025 – 21’00 horas
Centro Padre Claret, c/ Joan Maragall, 23
GIRONA
30 junio 2025 – 21’00 horas
Oración Común (Taizé)
Iglesia Catedral de San Lorenzo, plaza de la Villa, s/n
SAN FELIÚ DE LLOBREGAT (Barcelona)
30 junio - 4 julio 2025
Encuentro Ecuménico El Espinar 2025
"Soñar la Unidad" ¿Qué camino tomar?
Casa Hermanos Maristas "Fuentenueva", Carretera de Guadarrama km 5,5
SAN LORENZO DE EL ESCORIAL (Madrid)